¿Y si Alemania sale del euro?
Entre los economistas más influyentes de Alemania crece una idea que hace tan solo un año habría parecido una locura: Alemania podría estar interesada en abandonar, de una manera u otra, el euro. La prensa alemana se lo toma cada vez más en serio y los partidos políticos parecen, de forma condicional, abiertos a discutir ideas que todavía hoy parecen excéntricas si los datos económicos no varían sustancialmente. ¿Qué le está pasando al gigante alemán con la moneda que ha articulado su política extractiva en Europa?
Alemania tuvo un récord de exportaciones en 2018 pero... en paralelo vio erosionarse significativamente el superavit comercial que es la condición para que el euro sirva de forma de extracción de ganancias de todo el continente al capital alemán. Con un estancamiento del crecimiento en ciernes ésto se refleja ya en las cuentas públicas: las previsiones fiscales dicen que ya este año el estado alemán entrará en déficit. La angustia que la nueva situación produce es tal que la prensa económica alemana recoge discusiones crecientes entre los partidos sobre el coste de implementación de leyes y directivas comunitarias... el «chocolate del loro».
El endeudamiento, a día de hoy, le saldría gratis a Alemania: el bono alemán está ya casi al 0%. No es tampoco una buena noticia: significa que hay tan pocos usos alternativos para el capital, tan poca expectativa de beneficios, que los fondos están dispuestos a dárselos al estado alemán sin recibir nada a cambio. Eso significa que el capital será absorbido por el estado y el dinero retirado del circuito financiero, dificultando aún más las posibilidades de obtener beneficios de las empresas. Por supuesto, hay una forma «sencilla» de corregirlo: subir los tipos de interés del Banco Central Europeo, que están a cero desde marzo de 2016. Pero Draghi no se atreve a hacerlo porque provocaría muy posiblemente una aceleración de la crisis en toda la eurozona y la entrada casi inmediata en recesión del conjunto de la UE.
Pero si los tipos no van a subir, ¿cómo evitar que el estado se coma el capital en detrimento de las empresas y ahogue la economía productiva? El FMI dice que incluso el 2,5% de tipo de interés impuesto por la Reserva Federal de EEUU no daría margen suficiente para contrarrestar una recesión a base de política monetaria, para conseguirlo el precio del dinero debería bajar entre tres y seis puntos. Es decir, según el FMI, vamos hacia una política de tipos de interés negativos altos. Dicho de otra manera: el capital se devaluaría por estar en el banco y lo que los bancos recibirían por los préstamos sería menos que el valor del propio préstamo.
Se trata de una situación en realidad insostenible, con todos los incentivos para el capital «al revés» y los mecanismos tradicionales de la circulación de dinero, rotos. Por ejemplo, si cuesta un 3% anual mantener el dinero en el banco o en bonos de deuda, al capital le resultaría más rentable construir depósitos físicos y almacenar efectivo. ¿Podría haber una demostración mayor del hundimiento de la tasa de ganancia? ¿Qué proponen los investigadores del FMI? Dividir el dinero en dos: con tasas de cambio reguladas por el BCE entre el dinero en depósitos y el dinero en efectivo que asegurara incentivos para que la gente dejara el dinero en los bancos. Esto supondría el fin de hecho del euro. Las tasas de cambio serían necesariamente diferentes en cada país y las diferencias entre las de un país y otro significaría en la práctica la existencia de un mercado de monedas nacionales. Como dicen los economistas alemanes citados por «Die Welt», para hacerlo así y expropiar a los que toman liquidez, mejor salir del euro y fijar tipos de interés sin tener que preocuparse por las consecuencias para el resto de países europeos.
Viene una época de «soluciones» excéntricas en busca de parches. En Suiza se llegó a votar algo que viene siendo objeto de debate en el BCE desde hace tiempo: quitar a los bancos las posibilidad de crear dinero mediante préstamos. Los bancos solo podrían «prestar lo que tienen» y el crédito lo daría directamente el banco central a las empresas.
Pero lo que suena en los mentideros de Frankfurt con cada vez más insistencia es lo que los defensores de la libra esterlina y los populistas italianos llevan tiempo tirando a la cara del capital alemán: quien debe de salir del euro es Alemania. Ahora que el euro y el rigor fiscal pueden convertirse en una fuente de problemas más para un capital alemán seriamente tocado por la guerra comercial en su capacidad exportadora, puede que la burguesía alemana les tome la palabra.