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Vientos de guerra en el Mar de la China meridional

02/06/2018 | China

Si medimos en tonelaje, por el mar de la China meridional pasa la mitad del comercio marítimo mundial. Es la vía natural de salida de las exportaciones chinas y de todo el sudeste asiático. En sus aguas internacionales existen una serie de archipiélagos de islotes deshabitados que, de reconocerse como parte de alguno de los estados de las orillas convertirían las zonas de mayor tránsito mercante en aguas territoriales de uno u otro país, dándole legalmente el poder de controlar una buena porción del tráfico mundial de mercancías. Por eso, desde el final de la segunda guerra mundial estas fronteras marítimas han estado pendientes de un rompecabezas de disputas jurídicas. La llegada al poder de Duterte y el cambio de estrategia filipino empezaron a cuestionar el status quo y hace poco más de un año el ejército filipino empezó a ocupar algunos de los islotes en disputa con China que, mientras tanto, prosiguió con su política de construcción de islas artificiales.

Azuzada por la guerra comercial con EEUU, China está acelerando la militarización de las islas. Aunque los países más débiles como Vietnam o Taiwan se han disciplinado alrededor suyo de momento, el núcleo duro de la alianza regional americana, con la armada de guerra australiana a la cabeza no ha dejado de retar la expansión china, llegando en los últimos meses al borde del enfrentamiento armado. La construcción de una base militar china en Vanuatu, en el área cercana de férreo dominio imperialista australiano, no hace sino acelerar las dinámicas bélicas y disparar de paso la carrera de armamentos regional que China sigue liderando.

Y es que la respuesta china a la presión anglosajona, que involucra cada vez más directamente a la armada de EEUU, está siendo expandir la zona de conflicto hacia el Sur, intentando asegurar la ruta marítima de su gran visión imperialista: «la ruta de la Seda» que conectaría sus puertos continentales con los europeos y que ya está movilizando miles de millones en inversión asegurando entre otras cosas, la propiedad de los principales puertos, [de Atenas](. http://www.ekathimerini.com/229209/article/ekathimerini/news/piraeus-port-blockade-draws-china-complaint) a Algeciras.

Intentando adelantarse al despliegue chino, EEUU ha intentado integrar a la India el núcleo duro de su alianza militar asiática: el QUAD, formado por Australia, Japón y el propio EEUU. Pero India, temerosa del juego chino en sus fronteras, incluido el apoyo chino a Pakistán, ha preferido quedar relativamente al margen. Por eso, el nuevo avance norteamericano en la guerra comercial de esta semana, ante el que China ha animado a Europa a hacer frente común, ha devuelto centralidad al Mar de la China Meridional. El Secretario de Defensa Mattis aseguró que «EEUU competirá vigorosamente» por la hegemonía marítima en la zona, anunciando una escalada de presencia militar y abriendo el horizonte de enfrentamientos navales directos.

La cuestión es que es cada vez más difícil pensar que estos roces imperialistas puedan «auto-contenerse». Toda la lógica de la política imperialista en esta etapa interpreta la presión militar como parte de una lucha por mejorar las balanzas comerciales, es decir, por recuperar o ganar mercados para la producción del capital nacional y asegurar destinos rentables a un capital que sufre cada vez más más apuros para rentabilizarse y colocarse. Guerra comercial y presión militar no son alternativos, sino complementarios, en un momento en el que la cercanía de una nueva crisis se proclama ya abiertamente.

El Mar de China Meridional es uno de esos puntos en el mapa en el que la guerra comercial, la presión militar y las consideraciones estratégico-económicas se solapan. China, Japón, Filipinas, Vietnam, Australia e incluso EEUU, necesitan asegurar las rutas marítimas que lo cruzan como parte esencial de las condiciones de viabilidad de sus propios capitales nacionales... lo que no hace sino demostrar que todos los capitales nacionales son hoy imperialistas. Aunque unos como Vietnam -que tiene un PIB per capita equivalente a un tercio del boliviano- tengan que colocarse bajo el ala de otros mucho más fuertes, como China o EEUU, ninguno deja de tener sus propias ambiciones y no va a dudar en afirmarlas por todos los medios a su alcance si ve una mínima posibilidad de obtener una ventaja duradera.

Por eso, la alternativa a la escalada bélica, sea más o menos rápida, no vendrá de nuevos equilibrios entre los imperialismos, sino del desarrollo de una lucha de clases que los cruza y cuestiona a todos.