Vientos de guerra en Corea
Los medios de comunicación han pasado de «celebrar la paz entre las Coreas» al pesimismo más atroz tras la carta enviada ayer por Trump a Kim. Es muy posible que la «humilde respuesta» norcoreana de hoy devuelva el tono edulcorado. En realidad es la última escena de una negociación entre hienas cuyo fondo principal es la guerra comercial entre EEUU y China.
Si hacemos memoria, en noviembre la conducción de una serie de pruebas de misiles y bombas nucleares por parte de Corea del Norte, llevaron a la conclusión a EEUU de que Kim estaba a punto de hacerse con armamento nuclear capaz de atacar el territorio de EEUU. En realidad, todas las potencias lo vieron como una oportunidad. Trump calculaba las posibles ventajas económicas de una reconstrucción tras una guerra localizada y China se presentaba como «mediador necesario» esperando ganar una baza con la que negociar desde una posición de fuerza las tendencias americanas al proteccionismo. Cada avance americano en la guerra comercial era respondido por un movimiento chino en Corea del Norte que tensaba o relajaba el conflicto. Pero lo importante no era el tira y afloja seguido apasionadamente por los medios, sino que la guerra nuclear se colocaba abiertamente sobre la mesa por primera vez en veinte años.
De hecho quienes en ese momento frenaron la aceleración hacia la guerra fueron los militares norteamericanos. En un hecho sin precedentes que dejaba al descubierto fracturas profundas en el corazón del estado y la burguesía americanas, el Pentágono que temía una escalada incontrolada, se negó a dar opciones bélicas y planes de batalla al presidente Trump. Teniendo que curar el frente interno, Trump optó de nuevo por un endurecimiento de sanciones y por celebrar como un triunfo propio los primeros gestos negociadores norcoreanos.
Japón y Corea del Sur: los eslabones débiles
La primera víctima del cambio de estrategia americana en este billar a varias bandas es Japón. Es el objetivo primario de los ejercicios artilleros norcoreanos, pero sobre todo tiene una relación cada vez más tensa con China que juega al ratón y al gato con sus inversiones masivas en la «zona especial» mientras le disputa militarmente el control de la navegación en las costas del Pacífico y las islas que lo hacen posible. Al mismo tiempo, es una víctima anunciada de la guerra comercial con EEUU y cada golpe americano a China o Europa lo recibe también... aunque con muchísima menos capacidad para fajarlos en una economía estancada desde hace años.
Por eso los movimientos de Japón muestran una situación global cada vez más desesperada. Por un lado fuerza un improbable acercamiento a Europa abriendo el fantasma de un tratado de libre comercio, por otro entra en la carrera armamentística asiática. Consciente de que en el nuevo contexto ha perdido valor para EEUU en el proceso de negociación, intenta incluso un acercamiento por su cuenta al régimen de Kim Jong Un.
Pero no hay remedio, es la gran víctima del fin de la multilateralidad que irremediablemente ocurre cuando nos acercamos a la guerra imperialista. Cuando Kim se cuadró ante Xi Jinping, Abe protestó inmediatamente a China y dio un nuevo empujón hacia el militarismo... sin conmover siquiera a unos EEUU que le emplazan a conversaciones comerciales bilaterales para reducir el déficit comercial americano en el preciso momento en que su crisis interna parece volverse incontenible.
El otro «eslabón débil» que queda colgado ante la perspectiva de negociaciones directas entre EEUU y Corea del Norte, es Corea del Sur. El presidente actual representa a aquellos sectores de la burguesía surcoreana que se han dado cuenta de que mantener el encuadramiento acrítico bajo el ala americana, seguida desde los años cincuenta, ofrecía ya más peligros que beneficios. De ahí sus gestos y acercamientos a China y su rápida disposición a la «diplomacia olímpica» que culminó con la escenificación del acercamiento entre las dos coreas y el mensaje de que «la paz» era posible en términos regionales. Este era el mensaje que China quería transmitir para aprovechar a su favor la debilidad americana y «expulsar» simbólicamente a EEUU del relato de «la paz» en Corea. EEUU se dio cuenta de que tenía que ceder para recuperar espacio y a diferencia de Japón, Corea del Sur quedó fuera de la ofensiva arancelaria americana contra el aluminio y el acero.
China y EEUU maestros de orquesta
Pero si Corea del Sur tiene cierta capacidad de presión sobre EEUU, la de Corea del Norte ante China es mucho menor. Tan pronto acabó la cumbre de las dos coreas, se cuadró inmediatamente en un insólito viaje de estado a China que reforzaba el mensaje de la «solución regional» y colocaba a EEUU como centro del problema.
Es entonces cuando EEUU retoma la iniciativa. Pompeo, director de la CIA propuesto a nuevo Secretario de Estado de EEUU, se reúne en secreto con Kim-Jong-un. Atado en corto por China, cuyo juego principal se centra en los bailes de la guerra comercial con EEUU, Kim suspende las pruebas nucleares y desmonta el centro de pruebas que estaba ya colapsando
Todo parece encaminarse hacia la prometida desnuclearización... pero las nuevas amenazas arancelarias americanas -de las que no se salvan ni siquiera a Corea del Sur y Japón- no van a animar a China a poner las cosas fáciles. Primera señal: ruptura de las «negociaciones» con el Sur. Segunda señal: amenaza de cancelar la cumbre con EEUU. La excusa: Bolton, consejero de seguridad nacional de Trump, hace unas declaraciones diciendo que el modelo de desnuclearización a seguir podía ser el libio... Kim recuerda qué le pasó a Gadaffi ocho años después de desnuclearizar Libia.
La respuesta americana acepta el terreno de la excusa y toma abiertamente el lenguaje del intercambio mafioso. Pero lo que está debajo es la elevación del conflicto inter-imperialista entre China y EEUU en la guerra comercial. EEUU manda una señal directa a Li Xinping: la cancelación de las primeras maniobras militares conjuntas. No sabemos los términos de las comunicaciones entre China y EEUU que siguieron. Solo la famosa carta y la modesta respuesta norcoreana.
¿Por qué ahora?
No es ningún secreto que la parte de la burguesía norteamericana que hasta ahora era más renuente tanto al proteccionismo como a la nueva doctrina de seguridad nacional ligada a la guerra comercial, está bajando la presión sobre Trump porque empieza a ver resultados. El Pentágono ya no niega planes de intervención al presidente. El alcance de la resistencia a la guerra dentro de la clase dominante es siempre limitado y está supeditado a las urgencias y estrategias de la acumulación de capital.
Independientemente del curso a corto plazo que tome el desarrollo de la situación, sea en Corea, en Siria o en cualquier otro lugar, el capitalismo está entrando decididamente en la senda hacia la guerra y llevándonos a todos hacia un desastre que difícilmente quedaría circunscrito a un territorio nacional o una región del planeta. Los trabajadores tenemos una experiencia histórica que nos señala cuál es la única salida posible para la civilización humana. Somos la única fuerza capaz de enfrentar una alternativa a la barbarie. Y es por hacerla realiddad por lo que debemos batallar ahora más que nunca.