Venezuela ni gobierno ni oposición
Hoy el mundo mira a una Venezuela que despierta bajo una convocatoria de marcha opositora, que es un llamamiento abierto a la insurrección y una promesa de amnistía a los militares que abandonen al gobierno.
Esta mañana amanecimos con algunos encontronazos en las calles. Como preludio ayer, tras el levantamiento de un grupo de soldados de la guardia bolivariana, inmediatamente saludado por la prensa internacional, estallaron una treintena de pequeñas protestas con bloqueos de calles, saqueos de negocios y quema de basura en El Valle, 23 de enero, Catia y Petare, tradicionales feudos chavistas.
Hoy, ni el seguimiento parece que esté por convertirse en masivo, ni entre los militares parece que pueda derivar en otra cosa que en levantamientos puntuales de suboficiales y tropa contra sus mandos. Lo que no quiere decir que la situación no acabe derivando en una represión salvaje y/o una intervención militar internacional.
A estas horas el foco está puesto en EEUU, que alertó a sus conciudadanos de un ambiente de enfrentamiento civil y que apoyó el llamamiento a la insurrección de la Asamblea Nacional con un vídeo del Vicepresidente Pence que ha permitido a Maduro presentar la movilización como un «golpe de estado fascista ordenado por EEUU».
https://twitter.com/VP/status/1087734655804194819
En realidad la arquitectura de la jugada opositora no se trazó en el Norte, sino en Brasil. Itamaraty se ha convertido en el verdadero cuartel general de la oposición venezolana y el gobierno Bolsonaro no ha dudado en utilizar todo argumento a disposición, incluido apuntar la responsabilidad de Venezuela en el atentado del ELN en Bogotá. Y es que en realidad a la apuesta brasileña y chilena le basta con la reorganización de la oposición bajo el nuevo liderazgo de Juan Guaidó, su llamamiento a la insurrección y un clima de conflicto civil. A sus efectos, ya han sido todo ganancias: le ha servido para escenificar su liderazgo continental y el disciplinamiento de Argentina poniendo en marcha sin resistencias el remozo de la arquitectura institucional regional y reinterpretando el nuevo tratado del Mercosur con la UE a medida de su visión estratégica... lo que, por cierto, ha permitido a Maduro alimentar entre los europeos sus reticencias frente a la oposición y ganar entre ellos, de momento, una actitud anti-intervencionista.
Si la espiral venezolana parece no tener fondo, si la dependencia de cada fuerza interna de un imperialismo distinto se hace evidente es porque bajo toda la crisis del país parte y vuelve siempre al mismo lugar: la imposibilidad de un desarrollo independiente del capital nacional venezolano en las condiciones del capitalismo de hoy. No hay país -capital nacional- que pueda escapar de las condiciones del imperialismo, por eso no hay «liberación nacional» posible y el nacionalismo, sea chavista u opositor no es más que una cárcel.
En Venezuela, como en todos lados, la alternativa real es la misma que vemos estos días en México: ser carne de cañón de la batalla entre facciones del capital nacional o luchar independientemente, como trabajadores, por necesidades humanas universales dejando de lado de una vez el «interés nacional»; porque el interés nacional no es otra cosa que el interés de un capital nacional que no va a ningún lado y que en su huida hacia delante, sea por un camino o por otro, amenaza con triturarnos a todos.