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Dictadura, variante india, turismo y Olimpiadas

01/06/2021 | Actualidad

Hablemos de dictadura. En Gran Bretaña la reapertura se ve en jaque por la expansión de la variante india; en Europa, se vuelve a las andadas y se reabren fronteras a turistas antes de tiempo, en Japón, en medio de nuevas restricciones el gobierno y el COI se empeñan en mantener la celebración de las Olimpiadas a pesar del rechazo general de la población. Toda la actualidad, desde las batallitas imperialistas entre España y Marruecos a la nueva factura de la luz, pasando por el encarecimiento de materias primas, tiene un elemento en común: la imposición social de aquello necesario para que el capital sea rentable por encima de las necesidades humanas universales más básicas. Un hecho con un viejo nombre: dictadura.

Gran Bretaña: Vacunación, variante india y vacaciones en España

Protección de la vacuna ante la variante sudafricana: 0% en la primera dosis, 100% en la segunda

De nuevo la epidemia Covid rebrota en Gran Bretaña. La causa, nos dicen, las variantes y en concreto la india. No es cierto. La realidad es que cuando se suministra la pauta completa, las dos dosis de Pfizer o AstraZeneca, la inmunización incluso en el caso de la variante más peligrosa -la sudafricana- es altísima.

Pfizer ante la variante india

Pero buena parte de la población adulta no ha recibido más que una inyección porque se optó políticamente por ello para aumentar los números de personas que habían recibido alguna dosis.

Se trataba de aumentar los números de vacunación con un truquito para ofrecer un horizonte rápido de reapertura de negocios con el que volver a poner la economía en marcha.

Pero no acaba ahí. En realidad la vacunación iba -y va- tan lenta simplemente porque no se producen tantas vacunas como podrían producirse con el parque industrial actual. ¿La razón? La forma más sencilla de poner toda la industria a producir sería mediante un secuestro o liberación de patentes... pero eso causaría una caída en la valoración bursátil de las grandes farmacéuticas al reducirse las expectativas de beneficios extraordinarios debidos al monopolio otorgado por la patente.

Una tras otra, toda la cadena de hechos que acaba en nuevas muertes, contagios y dolor de miles tiene el mismo motor: la imposición de los requerimientos del capital para aumentar beneficios sobre las necesidades universales más básicas de la población. Y cuando esa imposición de intereses particulares sobre la necesidad social tiene un carácter sistemático e institucionalizado tiene un nombre: dictadura.

Pero los signos abrumadores de una dictadura de los púdicamente llamados intereses económicos no es algo exclusivamente británico. No es la característica de un gobierno o un estado particular. Sánchez presentó ufano la semana pasada una reapertura al turismo británico en el que los que hayan recibido una sola dosis tendrán entrada libre. Todo sea por el bien del capital invertido en hoteles y hostelería. ¿Qué importa ahora que la variante india se propague con especial intensidad entre las personas no vacunadas y las que sólo han recibido una dosis?

Juegos Olímpicos caiga quien caiga

Protestas en mitad de los confinamientos contra la celebración de los Juegos Olímpicos. La dictadura de los intereses económicos se impone una vez más sobre las necesidades universales.

En la misma lógica es muy interesante comprobar cómo el debate sobre las Olimpiadas de Tokio se da en los crudos términos del retorno de inversión. Enfrentado a la perspectiva de ingresar 28.500 millones de dólares si se realizan los juegos frente a solo 949 si se cancelan, el gobierno Suga lo tiene claro, aunque sea a base de mantener confinados a los atletas y con los mínimos turistas entre el público, los juegos se llevarán a cabo.

Poco le importa que el 70% de la población no quiera los juegos y que Tokio y otras tres grandes prefecturas estén en mitad del estado de emergencia mientras los casos continúan aumentando. El interés del capital nacional tanto en ingresos contantes y sonantes como, sobre todo, en alarde imperialista y refuerzo nacionalista, van por delante. Los keiretsus quieren el escaparate de los juegos para vender en el mundo sus últimas tecnologías, desde las nuevas baterías eléctricas para coches hasta las nuevas técnicas de construcción.

La dictadura de nuestros tiempos

Podríamos seguir con mil temas, desde las tarifas de la luz en Europa hasta los objetivos del Pacto Verde de Biden, pasando por los más o menos cruentos conflictos imperialistas entre estados. El elemento común es siempre el mismo: el imperio de un interés particular sobre la totalidad del aparato político y a través suya sobre el conjunto social. Es decir, la definición de dictadura.

¿Dictadura de quién? Dictadura de los intereses de la acumulación o lo que es lo mismo, dictadura de la clase social que la encarna, la burguesía, esa clase tan diversa que incluye al gran especulador estadounidense, al político democrático europeo, al alto directivo corporativo español, al oligarca ruso y al burócrata cubano o venezolano.

¿La alternativa? Imponer al capital y su estado las necesidades humanas genéricas. Eso es lo que, embrionariamente, está presente en cada huelga de verdad, en cada movilización de los trabajadores y en el interés común y universal que une a los trabajadores de todo el mundo. Proyectado hacia delante tiene otro nombre cuyo significado ha sido embarrado y manipulado al extremo aunque en realidad no sea otra cosa que la única forma realmente posible y perentoriamente necesaria de la más completa democracia.

Porque, si había dudas, la democracia que nos llaman a defender, desde Colombia a Hong Kong, no es otra que la que estamos viendo y sirve para lo que vemos cada día: organizar el sacrificio de vidas y necesidades para la buena marcha de la nación, es decir, la buena marcha de los negocios del capital nacional en todas sus ramas privadas, estatalizadas e intervenidas. No hay caminos intermedios: dictadura de la ganancia o dictadura de las necesidades humanas. De momento, tenemos la primera a un coste humano enorme. La llaman paz social.