Vampiros en el Sahel
Hasta ahora, en nuestra historia del nacimiento de la ideología burguesa, hemos ido viendo cómo se desarrollaba la ideología desde el punto de vista de la aristocracia y las clases dominantes -que a fin de cuentas dominan también sobre el legado escrito- pero... ¿qué es lo que percibían los explotados? Cuando el capital empieza a extenderse a gran escala en una sociedad, se encuentre en el continente que se encuentre, aparecen una y otra vez los mismos mitos y creencias: epidemias de brujas, pactos fáusticos con espíritus malvados, vampiros...
Strigae
Hasta los tiempos bien recientes de la medicina en el siglo XIX, la salud de la sociedad, la Naturaleza y la de los individuos se trataban como parte de un mismo todo. Las mismas causas, más o menos desconocidas, llevaban a la enfermedad en el Hombre, la esterilidad de los animales y las malas cosechas. Podemos verlo en los códices legales del medievo que nos cuentan cómo los campesinos ligaban las enfermedades internas a los malos espíritus y a las «brujas» o strigae, recomendando penitencias para quienes creyeran ser una:
Crees que en el silencio de la noche, cuando estás en la cama y tu marido duerme a tu lado, eres capaz, aunque aún estés en tu cuerpo, de atravesar las puertas cerradas y viajar a través de los espacios del mundo, junto con otros igual de engañados, y sin armas visibles, matas a gente que ha sido bautizada y redimida por Cristo, devoráis su carne, y allí donde estaba el corazón ponéis madera o paja o algo por estilo, y después de comeros a esa gente, los devolvéis cortamente a la vida para que mueran? Si crees tal cosa deberás hacer penitencia con pan y agua por cincuenta días.
Decretum Burchardi, siglo X-XI
Desde el punto de vista de los campesinos la situación era mucho más ambigua. La influencia de la Iglesia y el estado durante la época feudal era relativamente débil y, aunque nos queden pocas fuentes, desde los cultos a Diana en el campo de Módena, a las compañas de espíritus en el Norte de Europa, existían cultos campesinos que ofrecían protección contra las brujas y malos espíritus y celebraban la abundancia. Uno de ellos se conoce con cierto detalle, los Benandanti del Noreste de Italia. Los objetivos de este supuesto grupo de los siglos XVI a XVII, se pueden leer en los archivos de la Inquisición:
Moduco [el interrogado por la Inquisición] No dudo en decir sobre sí mismo:
Soy un benandante porque voy con otros a luchar cuatro veces al año, eso es durante los Días de Ceniza, de noche; voy invisiblemente en espíritu y mi cuerpo se queda atrás; avanzamos en nombre de Cristo, y las brujas en nombre del demonio. Luchamos contra las brujas, nosotros con manojos de hinojo y ellos con manojos de sorgo.
No es difícil imaginarse la sorpresa del inquisidor ante esos benandanti que de tantas maneras se parecían [según el canon demonológico de la iglesia] a las brujas contra las que los benandanti actuaban en nombre de la cristiandad. Pero Moduco aún no había acabado.
Si nosotros ganamos ese año habrá abundancia, pero si perdemos habrá hambruna.
Más tarde aclaró este aspecto:
Cuando luchamos, una vez es por el trigo y los otros granos, otra vez por el ganado, y otras veces por los viñedos. Y así, cuatro veces al año luchamos por los frutos de la tierra y por todo lo que ganen los benandanti ese año habrá abundancia
Por lo tanto, centrado en las luchas nocturnas de los benandanti vemos emerger un rito de la fertilidad que sigue precisamente a las fechas principales del año agrícola.
Carlo Ginzburg, «I Benandanti»
Sin embargo, los ritos desarrollados durante la fase ascendente del mundo feudal darán paso a una visión mucho más siniestra del mundo de las brujas y las compañas en los principios del mundo moderno. La fuerza de la iglesia crece a la par con la de los reinos europeos que están saliendo del mundo de dominios feudales desconectados hacia los grandes reinos proto-absolutistas y el campo ya está superpoblado y exhausto. Basándose en la demonología importada de Oriente, la iglesia impondrá su visión de un shabbat de brujas presidido por el demonio. De hecho, se puede seguir la evolución en los Benandanti mismos, que pasan de enorgullecerse de practicar ritos de abundancia en el siglo XVI a hacerlo de hacer shabbats estereotipados en el XVII.
Las hambrunas repetidas, el peso de la monetización creciente de los pagos e impuestos -que no hacen más que empeorar las hambrunas- y las grandes epidemias de peste causan oleadas de pánico colectivo y cazas de brujas por toda Europa. Durante las epidemias de peste, se repiten relatos de curas milagrosas, pero justo después empiezan las grandes ejecuciones de supuestas «brujas» causantes de la propagación de enfermedades. Ocasiones que serán obviamente usadas y azuzadas por iglesia y estado para limpiar ideológicamente el campo.
Las plantaciones malditas del Cauca
Las epidemias de «brujas» en Europa coinciden con el hundimiento agrario y las primeras oleadas de cercados de los campos comunales, pero nos quedan muy lejos en el tiempo. Sin embargo, tenemos un ejemplo mucho más reciente en la Colombia de los años 1970 y 80, en los trabajadores afroamericanos de las plantaciones de caña de azúcar del Cauca. En sus panfletos sindicales se hablaba del «Dios Verde de los terratenientes» que devoraba y vaciaba de vida a la gente y la Naturaleza, pero más importante era el relato, muy común, de pactos fáusticos con el demonio, en los que algunos trabajadores asalariados entraban para aumentar su productividad:
Según una creencia muy extendida entre los campesinos de esta región, los trabajadores masculinos de las plantaciones hacían contratos con el diablo para incrementar su productividad y, por lo tanto, su salario. Además, se cree que el hombre que hacía el contrato moría prematuramente y en medio de un gran sufrimiento. Mientras viva no será más que una marioneta en manos del diablo y el dinero obtenido a partir de tal contrato es estéril. No se puede usar para invertir sino que debe usarse inmediatamente para comprar bienes de lujo. Usar este dinero para producir más dinero -es decir, usarlo como capital- es una invitación al desastre. [...] El contrato se tiene que llevar a cabo secretamente, individualmente y con la ayuda de un hechicero. Una pequeña figura antropomórfica, llamada «muñeco», es preparada y se recitan hechizos. El trabajador esconde el muñeco en un lugar estratégico en su lugar de trabajo. Si es un cortador de caña de azúcar, por ejemplo, la pondrá al final del campo que tiene que cortar.
Michael Taussig
En la costa del Pacífico, de donde provenían muchos de los trabajadores de las plantaciones, los muñecos se usaban en ritos de fertilidad y abundancia. En las plantaciones, sin embargo, sellaban pactos fáusticos... Los mismos trabajadores decían que «preferían ser pobres y gordos en la costa que tener dinero y ser raquíticos en las plantaciones», aunque se viesen obligados a trabajar para ganar dinero, aclarando que era como si las plantaciones mismas succionaran la vida de los trabajadores.
Vampiros en Níger
En la ciudad de Dogondoutchi viven los Mawri, miembros de una sociedad animista en zona de conflicto con los musulmanes del Norte. Tradicionalmente su cuerpo social se mantenía unido a través de toda una red de intercambio y circulación de fetiches y favores. Sin embargo, desde los años 90 su situación ha cambiado. Según los Mawri hay una epidemia de espíritus chupadores de sangre desde que murió el antiguo jefe y sacerdote local y fue sustituido por un nuevo jefe musulmán que no respeta a los espíritus. Se quejan de que el nuevo jefe no hace ningún esfuerzo en contener a los «brujos» que están usando a sus espíritus chupadores de sangre contra la población:
Entre los Mawri del Níger meridional, se dice ocasionalmente que las muertes son causadas por espíritus que chupan la sangre y cuyo apetito mortal es desencadenado por la avaricia humana. Identificar la autoría tras el crimen requiere fijarse en ciertos objetos cuya circulación tejió un vínculo en el pasado entre las víctimas y los culpables. [...] Un cierto número de espíritus acaba convirtiéndose en criaturas mortíferas cuando se les hace entrar en pactos Fáusticos con humanos. Una vez que han entrado en un pacto con sus amos futuros, juran hacerlos ricos o poderosos si estos individuos conocidos como maye (masculino) o maya (femenino) “brujas” se disponen a proporcionar una fuente de sangre humana diaria a los espíritus. Aquellos que reciben un regalo o entran en una transacción con brujas se arriesgan a convertirse en las victimas de los espíritus tutelares de las brujas si aceptan dulces, cigarrillos o nueces de kola. [...] Estos objetos, a través de su permanencia, concretizan un proceso aparentemente evanescente y misterioso, las idas y venidas de una fuerza invisible que no deja huella aparte de la marca de la muerte sobre aquellos de los que supuestamente se ha alimentado.
Adeline Masquelier
El lector probablemente habrá adivinado qué clase de personas son identificadas como brujos:
Tan prevalente es la asociación entre riqueza y brujería que el «maita» (el pacto) es descrito rutinariamente como la verdadera explicación para el éxito económico de los residentes prósperos de Dogondoutchi, todos ellos musulmanes. Los nuevos ricos que construyen casas de dos pisos, emprendedores del transporte que enseñan flotas de coches y terratenientes ricos que obtienen tanto mijo de sus cosechas que sus graneros están llenos cuando los de todos los demás están vacíos son todos sospechosos de haber contratado los servicios de espíritus chupadores de sangre
¿Casualidad o algo en común?
En todos los casos se describe la presencia, únicamente explicable como «espíritus» o «brujería», de una fuerza invisible que no deja huella aparte de la extenuación física. Fuerza que agota y enferma a humanos, campos y bestias a cambio de enriquecer a unos pocos. Esa fuerza no es ni más ni menos que el capital, que distorsiona todas las relaciones sociales y el uso de la Naturaleza multiplicando la explotación de los trabajadores para el beneficio de unos pocos. No se trata en realidad de ninguna naturaleza misteriosa ni espiritual, pero su movimiento es tan grande que aquellos esclavizados por la mercancía tienen problemas para entender su Naturaleza... Incluso hoy en día en las sociedades más avanzadas, por muy naturalizado que esté el capitalismo... o precisamente por eso.