Un nuevo reparto imperialista de papeles, una misma miseria para la Humanidad
EEUU no es ya «lo que era», pero tampoco lo son el famoso y aparentemente fenecido «eje París-Berlín» ni los «lineamientos europeos». Lo que sí que es lo mismo es la incapacidad del sistema para ofrecer desarrollo y la proliferación de tensiones bélicas y desastres. Todo a la vista y en las noticias de hoy.
Los cambios en marcha
La guerra sigue preparándose en el Golfo. Del mismo modo que hemos visto en Venezuela con Brasil, EEUU aunque ruja y tome el liderazgo escenificando el protagonismo, en realidad va a la zaga de sus «aliados» regionales. En el Golfo del tandem Emiratos y Arabia Saudí está decidido a aislar a Irán y tomar la tutela imperialista de países que, como Sudán, estaban bajo su égida.
La multiplicación de los puntos de fractura bajo la sombra permanente de tensiones en ascenso con China, obliga a EEUU a despliegues disuasorios pero limitados, muy lejos de la doctrina de la «superioridad militar abrumadora» de las guerras de Irak. La idea de que basta la amenaza americana y de que es decisiva se transmitió una y otra vez en Corea e intenta reafirmarse con Irán a veces de manera no muy creíble. Pero en la práctica levantar vientos de guerra y plantar órdagos sanguinarios se traduce en continuas negociaciones que contradicen la presunción de unilateralidad.
En Europa, Macron sale de las elecciones al Parlamento europeo con una política más agresiva que nunca frente Alemania, intentando modificar las reglas para imponer al próximo presidente de la comisión a la resistencia alemana. Mientras, Alemania confiesa ya estar deslizándose hacia un nuevo e «inevitable» episodio de crisis, en una verdadera guerra relámpago, las iniciativas francesas se aceleran y a la par que ellas la fusión Renault-Fiat toma cuerpo a toda velocidad con el apoyo gubernamental, apuntando que el capital francés y su gobierno miran hacia el Mediterráneo.
No solo eso. Escocia, ese tradicional aliado de Francia, amenaza con nuevo intento de referéndum de independencia en un momento en el que el modelo de «unión aduanera» como forma de relación post-Brexit, vista la experiencia turca, empieza a ponerse en cuestión.
Lo que no cambia
Noticias de hoy mismo: el salario de un bancario, un albañil, un conductor de autobuses o un docente no sirve ya en Argentina ni para alcanzar la línea de pobreza a una familia con dos hijos. La «rica» Argentina no «se» desangra, el capital nacional desangra y succiona a los trabajadores como el peor de los vampiros mientras los sindicatos, ese puntal del capitalismo de estado no tienen ya ni el pudor de dejar de llamar «acatamiento» al seguimiento de sus paros antiobreros.
Y mientras... la acumulación prosigue, pero la incapacidad para generar desarrollo no deja de manifestarse. Las burguesías africanas y sus patrones imperialistas inauguran hoy con orgullo una zona de libre comercio panafricana de 56 estados. Mientras al mismo tiempo descubrimos que 670.000 personas mueren cada año de SIDA, 400.000 de paludismo, otras tantas de tuberculosis y aun más si sumamos dengue, ébola o, simplemente, los malos partos. Una matanza diaria e inexorable de proporciones hecatómbicas que desmiente toda pretensión de «desarrollo» capitalista. En todos lados, aunque con distintas formas, el capitalismo destruye cotidianamente la principal de las fuerzas productivas: sus trabajadores, nosotros.