¿Usará Rusia armas nucleares en Ucrania?
¿Acabará Rusia utilizando armas nucleares en Ucrania? ¿Puede acabar la guerra de Ucrania en una confrontación nuclear? ¿Está la OTAN apostando por ello?
Lo altamente improbable: una guerra nuclear entre bloques
El jefe del estado mayor de EEUU no lo oculta: el riesgo de un enfrentamiento directo entre EEUU y sus aliados por un lado y China y Rusia por otro, no deja de crecer. De hecho, ya antes de Ucrania, los escenarios que usaban las maniobras del ejército de EEUU en Europa acaban en conflicto atómico con Rusia.
Es decir, el horizonte de una guerra nuclear entre potencias está abierto. Nadie lo niega. Por eso, el 70% de los estadounidenses temen de nuevo la guerra nuclear. Es más, a día de hoy, el «terror nuclear» es un argumento atractivo para ganar apoyo para el gobierno dentro de EEUU y para presionar aún más a los aliados europeos. No es de extrañar que la propaganda de guerra lo utilice.
Por su lado, el gobierno ruso ha jugado a dos bandas. Por un lado declaró alerta nuclear al arrancar la invasión de Ucrania para señalizar que no permitiría una intervención directa de la OTAN. Por otro lado, ha rechazado la posibilidad de utilizar armas atómicas en su «operación especial» una y otra vez, recordando que su doctrina militar reduce el uso de armas nucleares a cuatro casos que, supuestamente no deberían darse en Ucrania. Aquí empiezan las ambigüedades y el miedo comienza a estar justificado.
Tenemos un documento especial sobre disuasión nuclear. Este documento indica claramente los motivos por los cuales la Federación Rusa tiene derecho a utilizar armas nucleares. Hay algunos de ellos, permítanme recordárselos:
El número uno es la situación que se produce cuando Rusia es alcanzada por un misil nuclear. El segundo caso es cualquier uso de otras armas nucleares contra Rusia o sus aliados.
El tercero es un ataque a una infraestructura crítica que paralizaría nuestras fuerzas de disuasión nuclear.
Y el cuarto caso es cuando se comete un acto de agresión contra Rusia y sus aliados, que pone en peligro la existencia del propio estado, incluso sin el uso de armas nucleares, es decir, con el uso de armas convencionales
La pregunta irremediable es si una derrota en Ucrania sería categorizada por la clase dirigente rusa como un peligro existencial para su estado y por tanto como un escenario legítimo -según sus propios términos- para el uso de armamento nuclear.
Cada día de guerra que pasa el peligro de una movilización social contra el régimen aumenta. No vendrá de la pequeña burguesía y su antimilitarismo impotente, desde luego. La represión masiva la ha mandado al exilio en masa y su ausencia se nota ya incluso en las cadenas de mando de las empresas y entre el personal tecnológico más cualificado (jefes de desarrollo, etc.).
El peligro para el régimen viene del todavía pequeño pero creciente número de huelgas salvajes que desde las granjas a los transportes empiezan a prodigarse por todo el país... y que difícilmente parará si la guerra se mantiene durante un año más.
Sin embargo, la idea de que la burguesía rusa, atemorizada por los efectos sociales internos de una derrota en Ucrania, de mano libre a Putin para iniciar una guerra nuclear a gran escala es altamente improbable. Entre otras cosas porque incluso militarmente tiene unas cuantas opciones nucleares que utilizar antes.
El escenario de futuro, pero ahora poco probable: armas nucleares de pequeña potencia
La menos probable de ellas, aunque la favorita de los analistas militares y de inteligencia, es el uso de armas nucleares de baja potencia. Aunque la prensa las confunda habitualmente con las armas tácticas, no son exactamente lo mismo. Se trata de armas nucleares mucho más pequeñas y de «precisión», con una nube radiactiva mucho menor.
Se incorporaron al ejército de EEUU con Obama y su doctrina se ha consolidado durante los últimos años. Tanto China como EEUU las pensaron como «útiles» con la mirada puesta en una guerra en la península coreana o Taiwán, territorios con fuertes inversiones en capital fijo que, en principio, los propios contendientes no querrían poner en peligro.
Que se sepa la aviación rusa no cuenta con el tipo de misiles de precisión que serían necesarios para utilizar estas armas, pensadas para guerras «rápidas» en las que se pretende evitar el sitio de ciudades y zonas industriales.
Además, la fase de la guerra en que hubieran tenido sentido militar ya ha pasado. El ejército ruso infravaloró la capacidad de resistencia del ejército ucraniano armado por la OTAN primero y su propia capacidad logística después y que se estancó en sitios eternos y sangrientos como el de Mariupol o Jarkov. Es muy dudoso que después de largas semanas de bombardeos de artillería y misiles, cuando ya ve cerca un triunfo con armamento convencional, quisiera escalar para tener que lidiar luego con la radiación y sus efectos.
El peligro real: «escalar para desescalar» usando armas nucleares «tácticas» dentro de Ucrania
Esta semana los portavoces del gobierno ruso han declarado que la guerra ha entrado en una nueva fase. Los operativos rusos se concentrarán, parece, en el Donbass y en consolidar su dominio del sur de Ucrania y el mar de Azov.
La reducción de expectativas implica el reconocimiento de una derrota parcial ante un ejército ucraniano dopado por la OTAN y sus aliados con más de 10.000 millones de dólares en armamento de última generación. De aquí la «advertencia» rusa contra nuevos envíos de armas desde Europa y EEUU y de aquí también el peligro nuclear real.
La burguesía rusa se concentra en el Donbass y sube las apuestas movilizando cada vez más tropas, en busca de algo que poder reclamar como victoria... temiendo que de continuar la llegada de armamentos pueda verse ante una derrota catastrófica, un equivalente contemporáneo a la retirada de Afganistán que azuce la contestación interna hasta un nivel insoportable para ellos.
Este es el escenario sobre el que viene advirtiendo el actual director de la CIA, que fue antes embajador de EEUU en Rusia. Según él la «desesperación potencial» por obtener la apariencia de una victoria en Ucrania empujaría a Putin a «mandar una señal» lanzando un misil nuclear táctico contra la retaguardia ucraniana.
Es la famosa estrategia de «escalar para desescalar» que, según insiste la prensa europea, forma parte de la doctrina nuclear rusa. Rusia mostraría así su determinación de no aceptar una derrota y su decisión a la hora de llevar la guerra más allá para forzar a EEUU y sus aliados a permitirle una «salida militar honrosa». No sólo se trataría de evitar o minimizar la reacción social interna, sino de mantenerse en el juego imperialista europeo y centroasiático con «autoridad».
La cuestión es que nadie sabe muy bien dónde está el límite de Rusia. Los estrategas del propio ejército de EEUU lo reconocen. Pero con la misma recomiendan seguir cebando el aparato militar ucraniano. Otros analistas en EEUU se unen a la recomendación advirtiendo, eso sí, que si Rusia escala la guerra con un uso limitado de armamento atómico, EEUU y la OTAN no deberían responder inmediatamente, como no lo hicieron durante la guerra fría tras la invasión de Hungría o Checoslovaquia.
Las simulaciones y «juegos de guerra» les dan la razón. La Universidad de Princeton presentó una simulación hace poco en la que Rusia realizaba un «lanzamiento nuclear de advertencia» y la respuesta limitada de la OTAN abría una guerra que, en cuestión de horas producía más de 90 millones de bajas. No es que importe demasiado a unos u otros, pero todos reconocen que es todavía «demasiado pronto» para alcanzar esos niveles de conflicto y que el «enemigo principal» sigue siendo China.
¿Veremos explotar un arma nuclear táctica en Ucrania?
Todo parece indicar que EEUU y sus aliados están decididos a ganar la guerra en el Donbass a base de enviar equipamiento y dar asesoría técnica a los militares ucranianos. Hoy mismo el vicepresidente de seguridad y acción exterior de la UE, Borrell, llamaba con urgencia a los países miembros de la organización a enviar más ayuda militar para el ejército ucraniano en el Donbass. EEUU confirmó ayer el envío de aviones de combate y 800 millones de dólares suplementarios en ayuda militar.
Es decir, es muy posible que más temprano que tarde se llegue a ese famoso punto crítico en el que el ejército ruso tras doblar apuestas y mandar más y más tropas, vea la derrota inevitable si la OTAN no reduce su participación en el conflicto.
Nadie puede saber hoy si será la espita para el lanzamiento de un arma nuclear táctica contra la retaguardia ucraniana. Ni el gobierno ucraniano ni la OTAN, aunque como hemos visto temen la posibilidad, piensan hacer nada por evitarlo. Y de la burguesía rusa y su élite política no cabe esperar la más mínima consideración humanitaria. Si no lanzan la bomba es porque en sus cálculos no les resulta rentable.
Así que hoy por hoy las probabilidades de ver una explosión nuclear provocada en Ucrania no son ni mucho menos una certeza pero son ya significativas. No cabe mirar a los gobiernos de un lado u otro. No han hecho nada más que crear y alimentar una matanza desde el primer día. Y no van a cambiar.
La única opción que puede parar esta locura y las que la sigan, es la guerra contra la guerra de los trabajadores de todo el mundo.