Traidores
Channel 4 estrenó la semana pasada «Traitors», la nueva superproducción histórica de la temporada. Gran Bretaña y el corbynismo se ponen a tono con la falsificación trumpista. Un coro a dos voces para una generación a la que vender sucedáneos tóxicos del socialismo alimentando y globalizando la desmemoria anglosajona.
El interés por la desmemoria
Poco se ha comentado la ofensiva ideológica permanente que desde hace casi 25 años lleva adelante el «Canal H». Si se le conoce irónicamente en medio mundo como «Canal Hitler» es porque el mensaje que emite en el conjunto de su programación es muy básico: el mundo que vivimos comienza con la segunda guerra mundial. Efectivamente para la burguesía estadounidense su época de dominación global, el «siglo americano» comienza entonces. Aunque la guerra marca también el fin de la hegemonía de los imperialismos europeos, a estos les resulta también muy cómodo datar «el origen de nuestra época» en 1939, en una narración sobre la guerra despojada, éso sí, de los trabajadores, que se enfrentaron a ella desde su propia alternativa, la revolución.
Al hacerlo, ya no hace falta explicar por qué hubo dos guerras mundiales, la crisis del 29, revoluciones obreras de China a España, ni qué fue realmente la Revolución rusa, que quedaba reducida a un mero antecedente del stalinismo como siempre la quiso ver la historiografía conservadora británica. Al revés permitía un relato con estructura de infantil que empieza en el mal demoníaco, que es derrotado por una guerra heroica y culmina en «treinta años» de bienestar, sueño americano y explosión juvenil. La decadencia capitalista, contada a lo Tolkien, es solo una vuelta a la utópica Tierra [de la clase] Media anglosajona que no suscita preguntas incómodas.
En su versión británica este cuento tiene un giro propio: el «espíritu del 45». La idea según la cual haber «ganado» la guerra -es decir haberse dejado llevar en masa al matadero para defender el capital nacional- da a los trabajadores británicos la legitimidad para «acabar la tarea» de la guerra imperialista e imponer el socialismo. Socialismo que no significa, obviamente socialismo, sino que Clement Attlee sea primer ministro y su gobierno nacionalice las industrias básicas y cree el NHS; dando a los sindicatos y su expresión parlamentaria -el Labour- un rol relevante en la dirección del capitalismo de estado británico hasta finales de los 70.
Es el «espíritu del 45» lo que hay bajo las nostalgias bélicas y estatizadoras del corbynismo y en mayor medida de lo que parece del «socialismo» a lo Sanders y Ocasio.
Traidores
Este es el marco de partida del primer episodio de «Traitors». Una chica «tory», que ve el triunfo de Attlee con aversión, es captada como espía por los estadounidenses bajo el gancho de que así podrá defender a Gran Bretaña del «comunismo» ruso. En el primer capítulo se infiltrará en el servicio civil británico. En una cena familiar conocerá a una especie de alter ego juvenil de Attlee -abogado de buena familia egresado en Oxford con pasión reformista- al que intentará seducir sin éxito. El joven, que encarna el «espíritu del 45», gana un escaño en las elecciones por «uno de los distritos más pobres de Derbyshire» y su primera intervención en los comunes se convierte en la estrella del momento.
Hasta ahí el primer capítulo. La emisora lanzará el segundo esta noche. «Traitors» es una serie entretenida de espías en la que la trama nunca conseguirá ser tan retorcida como la ideología que la alimenta.