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Toque de rebato

07/06/2020 | Actualidad

Tanto China, con un fuerte crecimiento del sector servicios como EEUU, donde se crearon 2.5 millones de empleos en mayo y el desempleo bajó al 13.3 por ciento están dando números inesperadamente buenos. Pero lejos de servir para calmar la tensión, las cifras han alentado esta semana un toque de rebato general en ambos rivales. Y no solo. El drástico giro de la guerra en Libia propiciado por la intervención militar turca, se está convirtiendo en una ofensiva que apunta a Sirte y amenaza con detonar una guerra civil en la Cirenaica. Y el avance anima a Turquía a dar los primeros pasos para militarizar el Mediterráneo Oriental con su armada y disputar los nuevos descubrimientos de hidrocarburos bajo aguas que Grecia reclama como propias. No hay duda: Estamos viviendo en todo el mundo un toque de rebato general que amenaza con acabar produciendo una proliferación de conflictos armados..

Ofensiva de EEUU contra China y el papel de Iberoamérica y Europa

EEUU está de campaña frente a China. Ya hemos pasado la fase de pura guerra comercial. Aunque vendrán más andanadas arancelarias que afectarán también a Europa y posiblemente, ataques al tipo de cambio entre divisas, el conflicto ahora ha tomado una bis descarnadamente estratégica: EEUU quiere formar un bloque anti-China a toda costa y todo se moviliza en función de ello. Es más, la competencia entre Trump y Biden no la pone en cuestión, ambos candidatos rivalizan no sobre la política a llevar frente a China sino sobre quién puede hacerla de un modo más efectivo.

Que estamos frente a un posicionamiento de tintes pre-bélicos del conjunto del capital norteamericano ha quedado claro con la formación de un lobby bipartidista anti-chino de diputados y senadores que en menos de una semana se ha extendido desde EEUU a Japón, Canadá, Noruega, Suecia, Alemania y Australia.

La primera jugada de altos vuelos ha sido la propuesta de ampliar el G7 a Australia, Rusia, Corea del Sur e India. Es decir, un G11 como base de una nueva alianza frente a China. La lista no es inocente: refuerza el bloque anglosajón reforzando el pilar de los viejos aliados en Asia... e incluye a Rusia, la potencia militar sin la que China difícilmente podría proyectar una capacidad de respuesta global.

Pero no es tan fácil. Para empezar, seducir a Rusia requiere algo más que la voluntad de Trump, supone vencer las reticencias de la propia burguesía norteamericana, por no hablar de la canadiense y la británica.

Por otro lado, dar por hecho que Alemania y Francia van a alinearse automáticamente, después de tres años de presiones arancelarias y ataques diplomáticos, alrededor de la reinvención de un G7 dinamitado por los propios EEUU y además hacerlo abiertamente contra China es poco menos que delirante. Macron dijo estar disponible, pero lo condicionó a la presencia alemana. Fue Merkel la que hizo los honores del rechazo. Bastó la ausencia europea para obligar a Trump a retrasar el evento.

No sentó bien. La respuesta inmediata de Trump no se hizo esperar. Frente a Francia: puesta en cuestión de su estrategia en el Sahel y perspectiva de abrir una base en Túnez, monopolio histórico del imperialismo francés. Frente Alemania: plan para reducir inmediatamente sus tropas en suelo alemán en casi un tercio... lo que supone gastar unos cuantos miles de millones menos y romper el corazón colonial de la derecha alemana. Todo un mensaje a navegantes de lo que los aliados pueden esperar de EEUU en el próximo año: represalias instantáneas ante cualquier disenso sobre su estrategia china.

Y es que aunque India y Corea hayan aceptado participar, tanto ellos como Japón se ven entre la espada y la pared. Ya solo participar en este G11 les pone difícil jugar al equilibrio entre las dos potencias. Tanto EEUU como China están pasando del «quien no está contra mi está conmigo» al «quien no está conmigo está contra mi».

No va a quedar una pieza sin mover ni un «aliado» sin escrutar. Empezando por Oriente Medio, pero siguiendo por Europa, el objetivo es que los estados perciban como un peligro la llegada de capitales chinos a sus empresas. Esto es especialmente peligroso para una Iberoamérica en recesión brutal que solo encuentra asidero en China. La potencia asiática empieza a descubrir «la oportunidad del siglo» en la retirada de EEUU de la primera línea de inversores y se plantea involucrarse en la política y los «movimientos sociales» como parte inevitable del desarrollo de sus inversiones.

Ese es uno de los factores que concurre en la resucitación forzada de alianza comercial del Pacífico. Para el imperialismo chino el Pacífico es lo que el Atlántico fue para las potencias anglosajonas: el primer anillo de su poder global. El mapa mundi que adorna las escuelas chinas tiene su eje en mitad del Pacífico, no en Europa. Iberoamérica es el nuevo Oriente y Europa un lejano Occidente.

Esa sensación de alejamiento del centro global está muy presente en las clases dirigentes europeas. Alemania llegaba a su presidencia de turno de la UE fortalecida internamente en la UE y presentándose como la única potencia capaz de impulsar una nueva relación con China. La promesa de Merkel, que resume las aspiraciones de buena parte de las burguesías del continente, era que «equilibrar» China y EEUU devolvería el mundo al viejo mapa: Europa en el medio haciendo de balanza entre América y Asia. El plan comenzaba por reunir en Leipzig, por primera vez, a los jefes de estado de la Unión con un visitante extranjero en una cumbre. Pero esta semana resultaba ya evidente que:

El objetivo más importante de Alemania, el de firmar el acuerdo de inversiones, no parece alcanzable para septiembre, a pesar de los siete años de negociación que ya han tenido lugar. El acuerdo es reemplazar los acuerdos bilaterales sobre la protección mutua de las inversiones. Berlín incluso ha comenzado a amenazar con cancelar la cumbre si Pekín no demuestra su disposición a comprometerse.

Al día siguiente de publicarse la noticia, la cumbre fue postpuesta sine die... China está descubriendo que incluso burguesías tan pro-estadounidenses como la griega dependen ya demasiado de sus inversiones... y necesitan más. La bilateralidad le permite extraer un poco más yendo una por una con las burguesías europeas. Es la misma estrategia trumpista. China no ve con claridad qué puede ganar consolidando el poder de un eje franco-alemán en la UE que le mira con mala cara y le mete palitos en la rueda donde puede, pero es impotente frente a EEUU.

Una nota sobre militarismo

En las últimas semanas hemos destacado el auge ‎ militarista‎ global tanto en su relación con el aparato político de los estados como con las tendencias hacia la una nueva carrera nuclear de armamentos.

Hoy resulta evidente que en las dos principales potencias ambas tendencias van inevitablemente de la mano. China está llevando a su sector tecnológico privado a trabajar para el ejército. Visto desde Europa o EEUU no sería sorprendente, pero en China, donde el ejército es en realidad el mayor holding de empresas del país, significa un cambio en la composición misma de la clase dirigente. El movimiento se da en paralelo al liderazgo creciente de los militares en el diseño de la estrategia económica del gobierno, del que históricamente estaban excluidos. Es decir, se militariza la economía y se privatiza la producción militar al mismo tiempo, o dicho de otro modo, la burocracia militar y la burguesía corporativa inician las nupcias típicas de un periodo prebélico.

Este es el marco en el que cabe leer el mensaje del «Financial Times» a Trump: «unos EEUU fracturados no pueden enfrentarse a China». El periódico portavoz de la City daba la razón a los militares estadounidenses que no quieren ser usados como anti-disturbios. Todos temen la pérdida de apoyo de la opinión pública hacia el ejército... porque no puede más que cobrar importancia en el empeño de confinar a China a sus fronteras. Especialmente cuando están ya midiendo fuerzas con el EPL día sí y día también en aguas chinas.

Libia: de guerra africana a guerra por el Mediterráneo

Gracias a la aviación, los drones, la armada y los miles de mercenarios desplegados por Turquía el gobierno de los Hermanos Musulmanes en Trípoli retomó primero el control de la capital y su aeropuerto; después las zonas controladas por mercenarios rusos al Oeste del país y finalmente avanzó hacia el Este. A día de hoy parece que el ejército de Haftar está en práctica desbandada en el centro del país y que los de Trípoli tienen toda la intención de seguir avanzando hacia Sirte en la esperanza de que las derrotas aceleren la descomposición de las facciones dirigentes de la Cirenaica.

Egipto ha propuesto un nuevo proceso de paz y un alto el fuego con apoyo de las potencias anglosajonas, pero nadie lo interpreta como otra cosa que como un intento de ganar tiempo para recomponer fuerzas. Incluso se preguntan si Haftar tiene todavía apoyos internos y fuerzas sufientes como para negociar nada.

Es el peor escenario posible para las potencias que en 2011 orquestaron la intervención militar que dio paso a la guerra: una paz tutorizada por Rusia y Turquía. Con Francia incapaz de ganar la guerra en el Sahel y los rusos como alternativa, el mapa de influencias de Africa entera amenaza con dar un vuelco. Como apuntábamos arriba, el mando militar estadounidense en Africa quiere mandar tropas y asesores a Túnez en un primer intento de «cordón sanitario»... que desplazaría a los franceses de uno de los países en los que su influencia imperialista ha sido prácticamente indiscutida hasta ahora... salvo por Turquía, que apoya a uno de los partidos islamistas de la coalición de gobierno que está ligado a los Hermanos Musulmanes. Tanto Francia como EEUU harán todo lo posible -y ya han empezado- para frenar las ondas generadas por el cambio de signo de la guerra libia.

Italia, aliado del gobierno de Trípoli por sus propios motivos, tampoco está contenta con el resultado. El liderazgo turco en el triunfo de Trípoli le impulsa a involucrarse más para erosionar a Ankara desde dentro. Y Alemania no puede ver el resultado más que como una «catástrofe»... que revela en realidad las diferentes prioridades imperialistas de Francia y Alemania. El discurso alemán defiende, en palabras de un analista del «Stiftung Wissenschaft und Politik», uno de los think-tanks alemanes más influyentes, que:

Los europeos solo podrán actuar al unísono si la posición francesa se aleja de su tolerancia relativa hacia Rusia y su postura de confrontación hacia Turquía. La presencia militar de Rusia en Libia representa una amenaza mucho mayor para Europa que la intervención turca.

Pero lo cierto es que Turquía es la gran ganadora de la guerra en Libia... y está dispuesta a un entente con Rusia si ésta abandona a Haftar. De momento ya ha mandado al gobierno de Trípoli enviar representantes a Moscú y dejado claro que su prioridad asentando al gobierno de Trípoli es que se reconozcan las fronteras marítimas pactadas entre Trípoli y Ankara que darían a Turquía aguas que quiere perforar inmediatamente en busca de petróleo y gas. El único problema es que esas aguas están sobre la plataforma continental de Creta y Grecia las considera propias... esperando explotarlas en alianza con Egipto, EEUU, Francia e Italia. Y aunque Bruselas y el grupo de países mediterráneos de la UE, el MED7 (Grecia, Chipre, Francia, Italia, Malta, Portugal y España) alineen declaraciones en apoyo de Grecia, la realidad es que nadie espera que vayan a frenar el esperado despliegue militar turco en el Mediterráneo Oriental. Así que el conflicto «de verdad», también aquí, no ha hecho más que plantearse.

Los trabajadores y las nuevas guerras que se están incubando

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La crisis de ‎acumulación‎ con su inmediata consecuencia de cierres, desempleo y ataque a las necesidades de más básicas de los trabajadores, va de la mano con el desarrollo del conflicto imperialista y la amenaza de más guerras cada vez más asesinas. No es algo que ocurra en un plano distinto y distante de la lucha de clases de cada día. No es algo que podamos liquidar pensando que no nos atañe o que «no podemos hacer nada»... porque en el centro está una y otra vez la misma contradicción: las necesidades del capital imponiéndose a sangre, fuego y hambre, contra las necesidades humanas. Necesidades humanas que ‎ solo los trabajadores‎ pueden ‎ llevar hasta sus últimas consecuencias‎ porque son los únicos que no obtienen privilegio alguno en la sociedad actual.

estamos viendo en EEUU -que han frenado de sopetón las huelgas en aquel país- no puede llevar a otra cosa que no sea el refuerzo del ‎nacionalismo‎ -por «alternativo» e integrador que diga ser- y con él lo que representa en realidad: primacía del ‎capital‎ nacional, «sacrificios» por su rentabilidad, ‎imperialismo‎ y... guerra.