
El progresivo paso a una Economía de Guerra está siendo acompañado de un hálito conservador tan reaccionario, divisivo y adverso para los trabajadores como han sido el feminismo y el ecologismo convertidos en ideologías de estado. De hecho no los dejarán completamente de lado, de manera contradictoria, los conservarán reinterpretándolos para que sirvan de sedantes a los miedos de una pequeña burguesía temerosa.