
El Vaticano se ofrece como socio ideológico a las aspiraciones europeas a las que anima y de las que participa. Y así vemos la aparente paradoja de unas izquierdas anticlericales europeas gritando «¡Viva el Papa!» en los parlamentos frente ultraderechas nacionalcatólicas, alineadas con EEUU, que sueñan un anti-Papa. Sería difícil pensar algo más grotesco si ambas partes, supuestamente enfrentadas por la aplicación del «derecho a la vida» a los fetos, no coincidieran en negárselo a millones de personas en su afán por «salvar la economía». es decir, la rentabildiad del capital.