
La respuesta macronita a la oleada de huelgas y su sincronía con Bruselas, Alemania y Holanda a la hora de aumentar las capacidades represivas de los estados, llega en un momento en el que las contradicciones más básicas del sistema están haciéndose más violentas cada día. Nos queda claro que las reglas de enfrentamiento de la clase dirigente y el estado están ya marcadas: frente a la afirmación de necesidades universales, nacionalismo; frente a las protestas, represión e impunidad.