
Tras meses de una política que sólo puede azuzar los conflictos imperialistas en el Magreb, el gobierno español parece empeñado en convertir a Argelia en «la Rusia del Sur» y emprende la construcción de un enemigo en la prensa… y frente a la OTAN.
Tras meses de una política que sólo puede azuzar los conflictos imperialistas en el Magreb, el gobierno español parece empeñado en convertir a Argelia en «la Rusia del Sur» y emprende la construcción de un enemigo en la prensa… y frente a la OTAN.
Pegasus, el software de espionaje telefónico más potente del momento, entra en la agenda española. El gobierno intenta rebajar las tensiones con el independentismo catalán, cuyos líderes fueron espiados mediante este programa, confesando haber sido víctima de él en los mismos meses y declarándose incapaz de señalar un culpable. Se trata sin embargo de un intento de equilibrismo peligroso. En aquel momento sólo Marruecos tenía intereses y acceso a Pegasus. ¿El gobierno español azuza de nuevo el conflicto imperialista en el Magreb para salir de un atolladero interno?
De la noche a la mañana, España ha dado un giro de 180 grados sobre el Sáhara. Sánchez ha comprometido el apoyo español a la ocupación marroquí de la antigua colonia española. Un nuevo equilibrio imposible del imperialismo español en el Magreb que azuza peligrosamente las tensiones que mantienen permanentemente al borde de la guerra a Argelia y Marruecos.
Los signos del fin de la guerra fría entre Marruecos y España no resultaron ser tan buena noticia. La apertura marroquí tenía que ver con algo más que con la destitución de la ministra de Exteriores española. Solo unos días después Argelia rompía formalmente relaciones diplomáticas con el Majzen. Con retórica bélica, la diplomacia argelina culpaba a Marruecos de agresiones, amenazas y ataques terroristas. Desde 1963, cuando ambos países fueron a la guerra por Tinduf y Colomb Bechar, nunca la situación había sido tan tensa como ahora. ¿Cuáles son las bases del conflicto imperialista entre Marruecos y Argelia? ¿Qué lo ha detonado ahora? ¿Puede haber otra guerra?
Tras una jornada de manifestaciones contra el gobierno por todo el país, el presidente tunecino Kais ben Said, respaldado por la cúpula militar y los sindicatos, suspendió el Parlamento, revocó al primer ministro Mechichi y retiró la inmunidad al partido gobernante. Los islamistas desplazados del poder denuncian un golpe de estado y el cierre de la rama local de la cadena qatarí AlJazeera les sirve para denunciar represión. Qatar, Turquía y los medios europeos participados por capital qatarí, como El País en España, exigen a Said restaurar el Parlamento. Francia y su prensa, por contra, apoyan al Presidente y saludan la oportunidad. ¿Qué hay detrás del golpe en Túnez? ¿Qué significa para los trabajadores?
Tras la salida del autoproclado presidente saharaui de la mano de los servicios secretos argelinos y españoles solo cabe esperar una guerra fría con Marruecos… que como todas las guerras frías no solo tendrá consecuencias para los capitales invertidos en Africa, sino para la seguridad y la vida de cientos de miles de personas.
Después de casi 36 horas de crisis con Marruecos y tras una movilización general del estado todo vuelve aparentemente a la normalidad… pero solo después de que la Audiencia Nacional reabriera una causa por genocidio contra el líder del Polisario refugiado clandestinamente por España, que quedara claro que el apoyo europeo no pasaría de lo declarativo y que EEUU apoyaba a Marruecos y se desentendía de Sánchez. Un triunfo en toda regla del simulacro marroquí que bastó para hacer emerger una crisis de estado y evidenciar la soledad internacional del capital español. Ahora buena parte de los intereses españoles exigen un «momento Perejil» a Sánchez, un cambio de rumbo en el imperialismo español.
Los sucesos que vemos desarrollarse en Ceuta no son ninguna «crisis migratoria». Se trata de un evento animado y organizado por el estado marroquí. No estamos ante un drama de refugiados sino ante un happening que sirve de presión política en el contexto del conflicto imperialista entre España y Marruecos. Un conflicto que cada vez se torna más peligroso.
El Pacto Verde en Alemania tiene un nuevo totem: acabar con los vuelos baratos a Mallorca. Al mismo tiempo, los nuevos aranceles del gobierno Biden al zapato amenazan al buque insignia de las exportaciones de bienes de consumo. Y por si fuera poco, el incremento de la tensión con Marruecos está empujando al cierre a las empresas y fábricas deslocalizadas allí por el capital español en las últimas décadas. El modelo imperialista español hace aguas y arrastra a las industrias. El imperialismo español mira de nuevo hacia Argentina y México buscando por primera vez no solo mercados, sino capitales a los que ofrece una cabeza de playa en la UE.
Como la inquietud de Egipto y Mauritania corrobora, la situación amenaza con degradarse y convertirse en una nueva guerra del Sáhara. Esta vez no sería una guerra por fuerza interpuesta. El Polisario ni siquiera tiene capacidad para una guerra de guerrillas como en los setenta. Sería un combate frontal, una guerra imperialista abierta entre Marruecos y Argelia.
Los medios empiezan a recoger la situación de verdadera crisis humanitaria que se vive en Canarias y Melilla. Lo que no cuentan es por qué se produce ahora una oleada de llegadas de personas dispuestas a jugarse la vida con tal de llegar a la España continental europea, por qué el hacinamiento y qué hay bajo las protestas de los vecinos de los barrios en los que ahora se instalan de mala manera a refugiados y migrantes.
Aun no se han agotado en Trípoli las protestas que comenzaron en agosto cuando una nueva oleada de protestas en Bengasi y su zona de influencia ha llevado a la dimisión del gobierno rival en el Este del país. ¿Bastarán estas luchas para imponer la paz en un país destrozado por el conflicto imperialista?
En Túnez los trabajadores se juegan mucho: sacar adelante las luchas supone imponer la satisfacción de las necesidades humanas, dejar al capital tunecino imponer las suyas es aceptar caer por una pendiente que conduce a la miseria de la gran mayoría y alimenta las tensiones hacia la guerra.
Turquía está desplegando hoy mismo 2.000 soldados sirios en Trípoli. Egipto amenaza con responder a «la invasión turca». Y Europa, dividida entre los intereses franceses, alemanes e italianos, se prepara para una nueva cumbre entre las facciones libias este fin de semana en Berlín.
¿Qué hay detrás del recrudecimiento de la guerra en Libia? ¿Están desconcertadas realmente, como declaran, todas las potencias ante el avance hacia Tripoli de las tropas de Haftar? ¿Es una guerra civil o un nuevo rebrote de la guerra imperialista?
Con un país en algarada generalizada, el equipo de Bouteflika esperó hasta el último momento para presentar su candidatura presidencial. Los manifestantes siguen en pie de guerra porque saben de sobra que la candidatura oficial gana. Pero ¿por qué la fosilizada burguesía argelina tiene que imponer a un moribundo Bouteflika que sobrevive a base cuidados médicos en Ginebra?
Marruecos sufre la que posiblemente sea su peor crisis política desde la independencia: se unen contra el «Majzen» la revuelta nacionalista, la huelga de masas, la pequeña burguesía urbana y el conflicto imperialista. Un rey casi permanentemente ausente deja al descubierto la fragilidad de una burguesía de estado que no ha dejado de ser Corte.
Estamos en un momento importantísimo de la vida de clase en el que la cuestión central es recuperar lo más básico del instrumental de lucha: la huelga y la organización en asambleas y comités electos y revocables. Las formas ya no serán solo las del proletariado hiperconcentrado en la fábrica. Tendrán entre sus tareas más importantes, que encontrar como organizar lo atomizado por la precarización. El resultado será la clave para consolidar un nuevo curso de luchas en todo el mundo.