Tanto Turquía como Egipto, Etiopía y desde luego Rusia, EEUU y la UE juegan a imponerse con hechos consumados, utilizando la diplomacia como una forma de guerra de desinformación. Desinformación que se orienta en primer lugar hacia la población en general. Vivimos en una mezcla de bloqueo informativo generalizado -en España, por ejemplo, el peligro bélico no ha merecido siquiera un breve en los noticieros televisivos- e intoxicación. Romper ese bloqueo intensificado con mentiras y medias verdades, abriendo conversaciones sobre lo que está pasando con compañeros de trabajo, vecinos y amigos es hoy una tarea crucial para poder llegar a responder.