
La «Cumbre por la Democracia» organizada por EEUU debía consensuar un argumentario ideológico que cimentara una «ideología de bloque» en el conflicto imperialista al alza. El relato de un mundo crecientemente polarizado entre una China autoritaria y unos EEUU democráticos hizo sin embargo aguas, mostrando las dificultades de EEUU para encuadrar a sus propios aliados en torno a una ideología que les comprometa más allá de sus intereses inmediatos.