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The White Lotus

10/08/2021 | Artes y entretenimiento

HBO emitió ayer el penúltimo episodio de «The White Lotus», una serie ligera pero inquietante que, en el escenario menos prometedor, describe la intimidad de las relaciones entre clases e ironiza sobre las ideologías dominantes en la burguesía de los EEUU de hoy.

The White Lotus es Hitchcock, no Magnum

https://youtu.be/TGLq7\_MonZ4

Un «resort» de lujo en Hawaii con un director look Magnum, su nueva ayudante, los ocupantes de tres suites, la fisioterapeuta del hotel, los camareros y un puñado de secundarios. Papeles pintados con motivos de colcha colonial, caminos iluminados con antorchas, cocktails en la piscina y cena con danzas locales y malabares con fuegos. La propaganda de The White Lotus apunta a serie veraniega ligerita con breves destellos de la habitual pedagogía identitarista de HBO. Pero no. Nada más lejos.

La música ya avisa. Nos arranca del imaginario de las sesiones de tarde de los ochenta. Contundente, irónica, amenaza con romper el fino tejido de los diálogos sin llegar a hacerlo nunca. Cuando para la inquietud permanece. Hay un misterio, no sabemos cuál. Hay un muerto, no sabemos quién. Los diálogos fluyen sin aparente relación con la acción prometida ni la tensión que crece. «The White Lotus» es Hitchcock... con una vuelta de tuerca extra: la crítica de los discursos y actitudes de la clase dirigente.

The White Lotus y el peligro de acercarse a la burguesía

«La idea es desaparecer bajo vuestras máscaras para convertirnos en agradables apoyos intercambiables entre sí»

El primer episodio se abre con el director del hotel explicándole a su nueva ayudante cómo recibir a los nuevos huéspedes: «La idea es que desaparezcáis bajo vuestras máscaras para convertiros en agradables apoyos intercambiables entre sí». Toda una declaración de principios. Pequeña burguesía corporativa en plenitud. Intenta llevar el «The White Lotus», que no deja de ser un hotel de cadena, como si fuera una tienda familiar y fantasea con cambiar favores gerenciales por sexo con su camarero favorito.

Pero bajo las sonrisas obsequiosas para los millonarios hospedados, el resentimiento crece. Su miedo mayor: que los que están por encima socialmente -los clientes- hagan pinza con los burócratas de la cadena, por encima jerárquicamente. El colapso estará un paso más cerca con cada contacto o influencia entre él, los huéspedes y sus hábitos.

Un escalón más abajo, la fisioterapeuta. Una de las clientas, rentista en la sesentena con notorios problemas emocionales, le mete la idea de instalarse por su cuenta e insiste en financiar el proyecto si lo escribe. Pero cuando nuestra fisioterapeuta lo redacte e intente presentárselo, la emoción inversora de la millonaria habrá pasado. La fragilidad y dependencia de los sueños de autonomía laboral se hará incómoda y dolorosa.

El retrato de los ocupantes de las otras dos suites de «The White Lotus», dará volumen al conjunto.

Primera suite: la familia de la directora de una multinacional tecnológica que ha aprovechado el «#MeToo» para ascender a la cima corporativa. Un marido que no encuentra su papel en la familia, un hijo adolescente abducido por el móvil y una hija universitaria que suma a las vacaciones a su amiga de facultad, que estudia, nos insinúan, con beca.

La actitud displicente y las conversaciones de mesa de la hija con los padres, dejará en evidencia al identitarismo universitario como un arma a medida de su afirmación. Un juego retórico entre generaciones dentro de una clase a la que su amiga no pertenece. La invitada descubrirá que no puede ser más que corista en esa obra... pero cuando un camarero local le invite a salir de ahí lo rechazará, no va a dejar el camino universitario... aunque antes intentará convertirle en un arma de su recién descubierto resentimiento.

Segunda suite. Joven periodista que se debate entre seguir haciendo artículos por unas decenas de dólares para que sirvan de click-bait en revistas online famosas y disfrutar de una luna miel escogida por su suegra. El marido, joven millonario a cuenta de una inmobiliaria familiar, es la versión adulta de un personaje de película de fraternidad, un joven Trump ligeramente puesto al día pero fiel seguidor de la religión individualista del «triunfo».

La chica, que recuerda a veces a un personaje de Modern Love, descubre que se casó con un tipo obsesivo, banal y mezquino. La visita de la suegra, que le invita a vivir de «mujer de» e intenta convencerla de la bondad de ser «mujer trofeo», presagia un final que se insinúa en el prólogo de la serie.

A falta de una entrega...

A falta de una entrega tenemos que reconocer en «The White Lotus» un relato fluido, rico en matices y paradojas, extraordinariamente bien construido y con un sentido del humor que sabe acercarse al costumbrismo sin adoptarlo. Una crítica de la burguesía estadounidense y su moral con una moraleja pobre: «mejor no acercarse». Y sin alternativas.