
Ayer una historiadora publicaba en su cuenta de twitter: «¿Cómo se puede recomendar a alguien que dedique media vida a investigar si con 31 años cobro 800€ y he vuelto a vivir con mi familia?». El mensaje ganó rápidamente miles de adhesiones porque daba palabras a un ánimo que abunda por las universidades. Otra generación de estudiantes defraudada. ¿Pero qué denuncia exactamente? ¿Hacia dónde apunta esa denuncia? ¿Mira hacia delante o hacia atrás?