
Nueva ola de Covid: la pandemia no ha terminado
Las cifras de contagios vuelven a dispararse por toda Europa. La variante delta protagoniza una nueva ola que amenaza con llevarse medio millón de vidas en unos meses. ¿Cómo pudo pasar? ¿Qué hacer?
Las cifras de contagios vuelven a dispararse por toda Europa. La variante delta protagoniza una nueva ola que amenaza con llevarse medio millón de vidas en unos meses. ¿Cómo pudo pasar? ¿Qué hacer?
Este año se cumple el centenario del descubrimiento y purificación de la insulina, una hormona natural crucial para tratar la epidemia creciente de diabetes y sobre la cual en teoría ya no pesa ninguna patente desde hace decenios. Sin embargo, la producción mundial de insulina sigue hoy en día monopolizada por un puñado de empresas de unos cuantos países europeos y de EEUU que la venden a precios astronómicos. La OMS ha descrito esta situación como un «fracaso moral catastrófico» y sin duda lo es, pero ¿Cómo se llegó aquí? Y lo más importante: ¿Cómo salimos de aquí?
Hablemos de dictadura. En Gran Bretaña la reapertura se ve en jaque por la expansión de la variante india; en Europa, se vuelve a las andadas y se reabren fronteras a turistas antes de tiempo, en Japón, en medio de nuevas restricciones el gobierno y el COI se empeñan en mantener la celebración de las Olimpiadas a pesar del rechazo general de la población. Toda la actualidad, desde las batallitas imperialistas entre España y Marruecos a la nueva factura de la luz, pasando por el encarecimiento de materias primas, tiene un elemento en común: la imposición social de aquello necesario para que el capital sea rentable por encima de las necesidades humanas universales más básicas. Un hecho con un viejo nombre: dictadura.
La liberación de patentes de las vacunas del Covid se ha convertido en tema de debate global tras el anuncio anteayer de que EEUU impulsará una «renuncia a la protección de la patente» en la OMC. Aunque se haya vendido como una medida humanitaria guiada por la necesidad de poner un alto a la masacre en India y otros países, la realidad es muy diferente: es parte de una estrategia competitiva a la que se opone especialmente Alemania, decidida a utilizar el Covid para capitalizar su sector biotecnológico y convertirse en «farmacia del mundo».
La campaña «Qué nadie se lucre con la pandemia» difunde en toda Europa un mensaje importante: la propiedad intelectual de las farmacéuticas es un obstáculo para frenar la propagación del Covid. Por desgracia, la argumentación es cuando menos incompleta y los medios inconducentes. Pero merece la pena discutir.