
El estallido del PP coloca de nuevo la crisis del aparato político español al borde de la crisis de estado.
PP y Vox llegaron finalmente a un acuerdo en Andalucia. La prensa en toda Europa ha dado la noticia como un triunfo de la extrema derecha y el PSOE agitaba el fantasma de un acuerdo secreto entre los partidos derechistas. ¿Qué hay debajo? ¿Estamos ante un ascenso histórico de la ultraderecha al estilo de la Italia de Salvini?
Los últimos meses han convertido las divisiones de la burguesía española en fracturas dentro del estado y sus aparatos. El peor resultado posible de la presidencia Sánchez. Y sin embargo, parece emerger un consenso sobre la primera fase de la hoja de ruta de la burguesía española: la forma que tomará el aparato político y el juego de partidos a partir de ahora.
Octubre, en España, es el mes de inevitable conmemoración de la «Revolución asturiana». Pero la huelga insurreccional de 1934, que se saldó en una derrota para todo el proletariado español, no se limitó a Asturias, ni siquiera a las cuencas mineras. El ejemplo de lo que aconteció en Madrid en aquellos días en los que la ciudad se paró completamente, evidencia el papel del PSOE de entonces y sus tendencias «de izquierda» a la hora de «descarrillar» el proceso revolucionario que vivían los trabajadores españoles.
Sánchez acelera para seguir en la carrera a costa de erosionar su propia posición equilibrista cada vez más rápidamente. La renovación del aparato político de la burguesía española corre contrarreloj con cada vez menos opciones.
El PP se «renueva» girando a la derecha para reforzar una eventual una coalición con Ciudadanos. Para la burguesía española todos estos movimientos son parte de una acumulación de fuerzas que requiere para hacer frente a la recesión inminente del único modo que sabe: empobreciéndonos aun más.
Las necesidades de la burguesía española pasan por una reconfiguración de la estructura territorial del estado, por eso no le basta con remozar la «derecha de gobierno. La apuesta por renovar su aparato político no va a parar en «Ciudadanos», van a «reinventar la izquierda» y vendérnosla, una vez más, como «el cambio» para que todo avance… a peor para el trabajo.
El mensaje del Rey ha cambiado la orientación general de una burguesía que se sentía derrotada. Ahora apuesta por quitarle autonomía a las pequeñas burguesías locales y duda sobre un recambio de partidos. Para enfrentar las fuerzas centrífugas de la pequeña burguesía, la burguesía de estado española va a tener que apelar de forma cada vez más directa a los trabajadores cuyas condiciones de vida quiere atacar