
El estado presume haber eliminado la Revolución del 36 de la «memoria histórica» tras la desaparición de la generación que la vivió. La fórmula: bombardeo ideológico y «premios» de aprobación social y mediática para quien adapte las memorias familiares al cuento oficial tendente a una nueva variante de la «reconciliación nacional». Ahora quiere intentarlo con dos generaciones de mujeres trabajadoras implantando una «memoria democrática y feminista» en los textos escolares y universitarios. No es casualidad que borren de paso a Orwell.