
Gabriel Boric será el nuevo presidente de Chile. La prensa global y la izquierda saludan hoy una nueva etapa en la historia chilena. ¿Es para tanto? ¿Qué significa para los trabajadores en Chile y en América del Sur?
La huelga del metal en Cádiz nos muestra que tenemos que luchar de otra manera. Y eso significa, desde ya, tomar el control de las asambleas hoy monopolizadas por los sindicatos. Y hacerlo para extender las luchas, abrir las asambleas y hacer reivindicaciones conjuntas que salten por encima de todas las divisiones de sector, provincia, región o forma de contrato.
El aparato político de la burguesía española da un paso de gigante hacia su renovación. En mitad de la crisis económica, las elecciones en Madrid prometen ser el comienzo de una «vuelta al orden» después de una década de revuelta infructuosa de la pequeña burguesía que fue del 15M a Vox, pasando por el independentismo y la eclosión de partidos localistas en el Parlamento. Los dos partidos de estado, PP y PSOE están más cerca que nunca de recuperar la capacidad de articular sin muletas mayorías parlamentarias, superar la crisis política de la burguesía española e imponer las reformas precarizadoras y empobrecedoras que el capital nacional necesita para tomar aire. Y sin embargo…
La derecha en Madrid ha demostrado su cinismo más criminal. Pero junto a ella, y no con menor cinismo, la izquierda ha sido la primera en tomar partido por las necesidades de rentabilidad de las inversiones frente a las necesidades universales de los trabajadores, la primera de ellas, no contagiarse ni contagiar.
Cuando el «sanchismo» empieza a tener vías de agua, Errejón llega al rescate más sanchista que Sánchez. Plantea la reducción de jornada a 32 horas semanales. Lo importante es mantener con vida la «ilusión», que es como llaman a los trucos de ilusionista de la «nueva socialdemocracia».
Reproducimos por su interés, especialmente tras la experiencia de las últimas luchas en Chubut, la carta de un grupo de trabajadores en Argentina. En ella denuncian el papel de la izquierda llevando a los trabajadores una y otra vez al camino sin salida del encuadramiento sindical y parlamentario, y apuntan alguna de sus consecuencias.
Hoy son las PASO -«primarias abiertas, simultáneas y obligatorias»- en Argentina. Un ensayo general de las próximas elecciones del 27 de octubre y una orgía de propaganda nacionalista en los «cierres épicos» de los dos principales contendientes: el macrismo y el peronismo.
¿Dónde quedaron las urgencias por ir a votar y «frenar el peligro de Vox»? El peligro de Vox se ha transformado en la realidad de la socialdemocracia, una versión más inteligente del mismo programa: Sánchez, es decir, más precarización, menos salarios totales y puertas bien abiertas a la privatización de las pensiones a través de las «mochilas». ¿Dónde quedó Unidas Podemos como «guardián» de la palabra del PSOE? En un arrastrarse -eso sí, a cara de perro- para conseguir puestos ministeriales; casi todos ellos ligados, curiosamente, a la posibilidad de crear redes de «jefecillos» y «técnicos»: de «igualdad», de «impacto ecológico», en la universidad de la que vienen, etc…
Le llaman segunda temporada, pero es la tercera. Un profesor fanático del control, se enfrenta a las «cloacas del estado» tomando por asalto los Nuevos Ministerios -que por algún motivo, él cree que son el Banco de España- con una pandilla atrabiliaria de machorros lamentables y feministas de taller de krav maga que, a la que se descuida y aleatoriamente, follan como conejos o se saltan los ojos entre sí saltándose «el plan» y poniéndolo todo en peligro. En esta temporada además, todos se han vuelto unos padrazos.
Tras la «renuncia» de Pablo Iglesias -un nombre nada inocente en una negociación de vicepresidencias cuando tiene un jefe de gabinete peronista– PSOE y Podemos negocian ya ministros. Es muy posible que Pedro Sánchez sea investido en la próxima semana y que se forme un gobierno PSOE-Podemos este mismo verano. ¿Sorpresa?
Ni Syriza fue ningún triunfo de los trabajadores, ni Mitzotakis trae ninguna «regresión» que no haya emprendido ya Tsipras. De hecho, de Mitzotakis solo cabe esperar más Tsipras, es decir continuidad del patriotismo que destruye las condiciones de vida de los trabajadores… y da nuevos pasos hacia la guerra. En eso, efectivamente, Grecia es un «país normal», nunca dejó de serlo.
La amenaza de dimisión del primer ministro portugués, Antonio Costa, y sobre todo, las razones que esgrime, son el mejor desmentido posible del discurso según el cual «la izquierda» es una defensa para los trabajadores.
Publicamos en la Escuela de marxismo de Emancipación varios textos del FOR, aparecidos originalmente durante 1975, analizando y marcando la posición de clase sobre el golpe de estado del 25 de abril de 1974, el «Movimiento de las Fuerzas Armadas» que lo dirigió y lo que entonces se llamaba «PREC», «Proceso Revolucionario En Curso».
El desarrollo de huelgas «salvajes» y de masas en Matamoros, Tamaulipas, es la lucha de clases más importante en años en las Américas. La hemos seguido todo lo atentamente que hemos podido en nuestros canales de noticias aunque solo a grandes rasgos en nuestro diario. Publicamos ahora un resumen de los últimos sucesos que nos envía un grupo de compañeros de Matamoros nacido de la necesidad de sacar lecciones al calor de las luchas.
¿Qué hace que una organización sea una «organización de clase»? ¿Qué son y con quién son posibles las alianzas y frentes comunes? En la cuarta entrega de nuestros «Cuadernos de lucha de clases» hacemos un repaso a la experiencia, los éxitos y los errores del movimiento revolucionario y la política de «frentes».
La Constitución del 78 se aprobó en medio de un ascenso de la combatividad de clase y como parte de una estrategia global de la burguesía española que buscaba descarrilarla y reencauzarla hacia el redil sindical. Uno de cada tres ciudadanos se abstuvo en el referendum sobre la Constitución del 78 mostrando un descontento que ahora nos ocultan.
El Parlamento catalán y el Ayuntamiento de Barcelona han aprobado declaraciones a favor de la «abolición de la monarquía», el gobierno las ha impugnado. ¿Hay una IIIª República a la vista? ¿Qué significaría esa bandera para los trabajadores?
Anguita y Monereo anuncian un «Vox de izquierda» para octubre mientras Iglesias se sitúa cada vez más abiertamente como muleta de Sánchez e intenta contener la tendencia de los suyos en Madrid, Cataluña, Galicia y Andalucía a cantolizarse. ¿Empieza la descomposición de la izquierda? ¿Dan por cerrada la fase identitaria posmoderna? ¿Qué hay tras la batalla entre «culturalistas» y «obreristas»? Entre ellos y con la derecha hay sin embargo un consenso fundamental: las necesidades humanas deben «esperar» a la rentabilidad del capital… y pueden esperar sentadas.
Un artículo de «Worker’s Offensive» sobre la relación entre la «políticas de identidad», el nacionalismo racista y la exaltación del lumpen y los saqueos, a partir de la historia de los «Panteras Negras» y la «Coalición Arcoíris».
El debate sobre los saqueos y el efecto del lumpen en los movimientos de clase, plantea cuestiones interesantes desde la perspectiva de la moral comunista.
Lo que el «Parti de la Gauche» de Melenchon, «die Linke» de Wagenknecht, «O bloco» de Matias y el Podemos de Iglesias nos venden es lo mismo y va necesariamente al mismo lugar al que fue la Syriza de Tsipras.
La «nueva izquierda» pretende hacer de su propia impotencia virtud, vendiendo ilusiones electorales inconducentes desde la cómoda poltrona de oposición interna de los bloques de gobierno. «Villa Podemos» no fue un desliz sino un ensayo escénico.
No es de extrañar que la burguesía quiera vendernos capitalismo de estado como socialismo y «liberación nacional» como progreso. Lo sorprendente es que en Occidente se empeñe en vendernos «paraísos sociales» exóticos. No viene de ayer. Es una larga historia que comienza en la batalla de la joven burguesía ascendente contra el poder feudal de la Iglesia y la religión.
Las necesidades de la burguesía española pasan por una reconfiguración de la estructura territorial del estado, por eso no le basta con remozar la «derecha de gobierno. La apuesta por renovar su aparato político no va a parar en «Ciudadanos», van a «reinventar la izquierda» y vendérnosla, una vez más, como «el cambio» para que todo avance… a peor para el trabajo.
Que el ayuntamiento de Madrid se presente como garante de la «ciclologística» y dedique recursos a su análisis e implementación es un descaro más de una burguesía de estado, en este caso madrileña, «progre» y podemita, que no siente el menor respeto por nuestra fuerza de trabajo, arrojándonos una vez más a la precariedad, el atraso y la miseria.
Lavapiés es el corazón de «la izquierda» madrileña y expresa bien lo que ésta significa para los trabajadores: invisibilización de la explotación, hipocresía rabiosa respecto a la opresión, entrega de los trabajadores a mafias y bandas, precariedad sin límites y la promesa de movilizaciones destinadas a culpabilizar y dividir a la clase.
La banalidad de las promesas de recuperación y la presión abrumadora sobre los ingresos hacen muy posible que a lo largo de los próximos dos años veamos un renacer de la combatividad de los trabajadores en Chile. Es lo que prevé la burguesía chilena y para lo que se ha intentado preparar con estas elecciones.