
Si es evidente que tenemos que defendernos del anti-abortismo, también tenemos que plantar cara a los argumentos feministas que invisibilizan la discriminación de las mujeres trabajadoras y las reducen a la animalidad para invisibilizar y justificar condiciones ignominiosas de explotación. Tenemos que enfrentar tanto el «pro-life» como el «pro-choice» desde nuestro propio terreno de clase. Porque si les dejamos no tendremos ni vida digna de ser llamada así ni otra elección que resignarnos a elegir entre ser paridoras o bestias de carga… para acabar siendo ambas cosas.