
En Argentina pero también en España y en medio mundo, los gérmenes del fascismo están muy presentes, pero no donde los medios suelen apuntar. Las bandas de descerebrados xenófobos y homófobos son peligrosas sí, pero por sí solas no van a encuadrar, someter y movilizar a los barrios. Otra cosa es cuando el estado genera estructuras autónomas, «de base», para mediar el acceso a necesidades básicas y planes de «justicia social» para «construir pueblo».