
Macron es reelegido presidente con un margen amplio. Pero no hay triunfo en su victoria. La espada de Damocles de una «tercera vuelta» no solo electoral sino sobre todo de luchas y huelgas, desluce el ceremonial republicano.
Macron es reelegido presidente con un margen amplio. Pero no hay triunfo en su victoria. La espada de Damocles de una «tercera vuelta» no solo electoral sino sobre todo de luchas y huelgas, desluce el ceremonial republicano.
En las elecciones alemanas 2021 se testaba la estrategia Merkel para remozar el aparato político, contener la revuelta de la pequeña burguesía airada que había elevado a la ultraderecha (AfD) pero también para prepararlo para impulsar el Pacto Verde y una UE reforzada y centralizada alrededor de los intereses del capital alemán.
Elecciones en Rusia con un paro en ascenso y el Covid pletórico -al punto de rodear a Putin. Resultados predecibles y contestados que, aunque deformados por el fraude y la naturaleza misma de los procesos electorales en general, muestran la erosión del aparato político de la burguesía rusa. Lo que no cuenta la prensa europea y anglosajona abiertamente es que el sistema vive en guerra permanente y brutal contra los trabajadores y que las bases económicas del capitalismo ruso ven mejorar sus expectativas gracias a un inesperado aliado: EEUU.
Elecciones regionales francesas 2021: se esperaba una abstención masiva, de casi un 60%… pero al final parece que no ha ido a votar ni un tercio del censo electoral. ¡La Republique en peligro! gritan al alimón el ministro del interior, los editoriales de la derecha y Melenchon. Liberation dice que el problema es que falta oferta, querrían aun más colorines, Le Figaró que lo de llevar a Le Pen a las segundas vueltas para movilizar el voto bajo un antifascismo electoral ya no funciona. Los de Le Pen, con su estrella Mariani a la cabeza señalan que fueron las principales víctimas de la abstención masiva. Pero ¿qué significa?
Empieza el fin de ciclo del sanchismo, marcado por la reaparición del TS en la gobernanza cotidiana, las encuestas, los cambios en las grandes empresas, las batallas internas en el PSOE, las trampas del Pacto Verde y el ataque directo a las condiciones de los trabajadores bajo la forma de Reforma laboral y de pensiones.
El aparato político de la burguesía española da un paso de gigante hacia su renovación. En mitad de la crisis económica, las elecciones en Madrid prometen ser el comienzo de una «vuelta al orden» después de una década de revuelta infructuosa de la pequeña burguesía que fue del 15M a Vox, pasando por el independentismo y la eclosión de partidos localistas en el Parlamento. Los dos partidos de estado, PP y PSOE están más cerca que nunca de recuperar la capacidad de articular sin muletas mayorías parlamentarias, superar la crisis política de la burguesía española e imponer las reformas precarizadoras y empobrecedoras que el capital nacional necesita para tomar aire. Y sin embargo…
La noticia saltaba a media mañana a partir de un video subido a twitter por Pablo Iglesias. Abandonaba la vicepresidencia del gobierno, coronaba como sucesora en el liderazgo de Podemos a la ministra de Trabajo Yolanda Díaz y anunciaba su intención de presentarse a las elecciones en la Comunidad de Madrid al frente de una coalición con Más Madrid.
Necesitada de reencauzar la rebelión territorial y al mismo dependiente de sus expresiones parlamentarias, la burguesía española consigue a duras penas reforzar a los partidos de estado (PP y PSOE), pero no salir del día de la marmota. La operación Illa es el último ejemplo de la cortedad de sus ambiciones y la insuficiencia de sus logros. Por delante quedan nuevos episodios de crisis institucional y nuevas fracturas en el estado.
Nadie se hace la más mínima ilusión de que en los próximos años, con Biden o con Trump, vayan siquiera a relajarse las tendencias más peligrosas y genocidas que vemos hoy en marcha. Al revés. El panorama para los trabajadores es a peor, gane quien gane, mientras no se extiendan aun más las luchas.
La lumpenización y la brutalidad policial no son problemas raciales… son productos del capitalismo que representan una amenaza cotidiana para todos los trabajadores. La verdad incómoda: para enfrentar la lumpenización no se puede confiar en la policía, ni siquiera en los programas sociales del Estado.
Los noticieros del mundo cuentan las elecciones y las protestas en Bielorrusia de forma completamente contradictoria. Mientras la TV española liga el el fraude electoral a Rusia, la BBC recuerda el trasfondo de enfrentamientos recientes entre ambos regímenes y la TV alemana destaca el comunicado conjunto de Polonia y Lituania llamando tibiamente al diálogo. ¿Qué hay bajo la crisis política en Bielorrusia?
Los resultados electorales muestran un resurgir de la revuelta de la pequeña burguesía que nos trajo hasta aquí. Buena parte de los asesores de la burguesía española piden ya una «gran coalición» para retomar cuanto antes su hoja de ruta aun a costa de acercar aun más el colapso definitivo de su aparato político..
Hoy son las PASO -«primarias abiertas, simultáneas y obligatorias»- en Argentina. Un ensayo general de las próximas elecciones del 27 de octubre y una orgía de propaganda nacionalista en los «cierres épicos» de los dos principales contendientes: el macrismo y el peronismo.
¿Dónde quedaron las urgencias por ir a votar y «frenar el peligro de Vox»? El peligro de Vox se ha transformado en la realidad de la socialdemocracia, una versión más inteligente del mismo programa: Sánchez, es decir, más precarización, menos salarios totales y puertas bien abiertas a la privatización de las pensiones a través de las «mochilas». ¿Dónde quedó Unidas Podemos como «guardián» de la palabra del PSOE? En un arrastrarse -eso sí, a cara de perro- para conseguir puestos ministeriales; casi todos ellos ligados, curiosamente, a la posibilidad de crear redes de «jefecillos» y «técnicos»: de «igualdad», de «impacto ecológico», en la universidad de la que vienen, etc…
Tras la «renuncia» de Pablo Iglesias -un nombre nada inocente en una negociación de vicepresidencias cuando tiene un jefe de gabinete peronista– PSOE y Podemos negocian ya ministros. Es muy posible que Pedro Sánchez sea investido en la próxima semana y que se forme un gobierno PSOE-Podemos este mismo verano. ¿Sorpresa?
Los trabajadores no tenemos nada que ganar con nuevas elecciones, pero tampoco con ninguna investidura exitosa que pudiera salir del Parlamento. El objetivo del próximo gobierno, no puede ser otro que seguir concentrando los salarios a la baja, vestir de indefinidos contratos aun más precarios, reducir los gastos «sociales» básicos (salud, educación, servicios urbanos) y comenzar la privatización de las pensiones. Ese es el interés nacional, es decir, el de un capital nacional que siente ya el oleaje de las guerras comerciales y el distanciamiento de sus aliados imperialistas históricos.
Aun si realmente se tratara de una elección y no de unas maniobras masivas de movilización de opinión a una ceremonia de comunión masiva en el estado, de una eucaristía con urnas, no se elegiría otra cosa que el envoltorio de una nueva ofensiva contra los trabajadores para salvar la rentabilidad del capital. La verdadera decisión no está en las elecciones y sus falsas opciones, sino si nos ponemos en marcha para plantar cara a las necesidades antihumanas del capital o no.
La reducción de la edad de voto y elegibilidad cumple la función de los barcos en la leyenda medieval de la «cruzada de los niños»: llevar a «los niños» a un mercado donde serán vendidos como esclavos. En realidad no ha habido nunca otro plan. No tiene sentido ponderar si los tiempos del cambio climático son mayores o menores, si el catastrofismo apocalíptico es más o menos realista o delirante. Esto va de otra cosa. En las pelis de terror adolescente el público grita: «¡que el malo está ahí!». Y eso es lo que hay que hacer, porque esta vez no son actores juveniles en una pantalla, son una generación entera caminito del sacrificio.
Comunicado de Emancipación sobre las próximas elecciones del 28 de abril y la campaña electoral que comenzó hoy.
Acaba la primera fase de la que se apunta ya como la campaña electoral más larga desde 1979: desde el 15 de febrero al 26 de mayo. Un esfuerzo de movilización de masas… que, al parecer, no acaba de darles fruto. «El País» daba la alarma ayer: los «aliados europeos» temen que la burguesía española quede, una vez más estancada tras estas elecciones. Pero, ¿es verdad o solo un reclamo más a la movilización electoral? ¿Teme tanto la burguesía española no salir del estancamiento? Y lo que es más importante ¿estancamiento para hacer qué?
Con un país en algarada generalizada, el equipo de Bouteflika esperó hasta el último momento para presentar su candidatura presidencial. Los manifestantes siguen en pie de guerra porque saben de sobra que la candidatura oficial gana. Pero ¿por qué la fosilizada burguesía argelina tiene que imponer a un moribundo Bouteflika que sobrevive a base cuidados médicos en Ginebra?
La burguesía española se encontró en las andaluzas con un milagro: gracias al sistema proporcional, si la derecha se dividía en tres partidos y los tres pasaban cierto umbral, podían hacer gobierno sin necesitar del independentismo. Pero para que «salga bien» Vox necesita pasar cierto umbral. Se trata de crear a toda costa la imagen de que Vox compite con la izquierda, que Abascal está en el lugar que querría ocupar Anguita. Por eso feministas e izquierda reverdecen ahora la vieja trampa antifascista.
El fracaso de Sánchez es el de la burguesía española. Con una recesión en ciernes y la parálisis política en camino de gangrena, ha esbozado la renovación de las formas socialdemócratas de cargar la asfixia del capital sobre los trabajadores. Sánchez se postuló hoy para capitanear la tarea pendiente de la burguesía española en caso de que el tripartito consiga mayoría absoluta: «reinventar la izquierda», opar a podemos y dar algo de credibilidad a lo que salga.
Los últimos meses han convertido las divisiones de la burguesía española en fracturas dentro del estado y sus aparatos. El peor resultado posible de la presidencia Sánchez. Y sin embargo, parece emerger un consenso sobre la primera fase de la hoja de ruta de la burguesía española: la forma que tomará el aparato político y el juego de partidos a partir de ahora.
Las elecciones andaluzas marcan el paso de la crisis al colapso del aparato político de la burguesía española. Pero no será ningún consuelo. Nada real cambiará si no rechazamos tomar parte en las batallas internas de los que quieren perpetuar el sistema. Nada real cambiará si no luchamos por nosotros mismos por nuestros propios objetivos.
Hemos pasado de una batalla entre jueces que se proyectaba en un aparato político roto, a una fragmentación general que enfrenta, entre otros muchos ejes de ruptura al aparato político y al judicial, pero que también divide a los propios partidos, emergiendo como un verdadero autosabotaje. Adelantar elecciones en mayo es un intento desesperado por frenar la fragmentación del estado en una guerra de taifas generalizada que cruza ya partidos, instituciones y aparatos.
El triunfo de Bolsonaro abre una etapa de ataques crecientes y abiertos a los trabajadores y de tensiones imperialistas regionales. Pero cuidado, el inevitable bombardeo nacionalista «antifascista», propondrá un frente común con sectores de la burguesía democrática brasileña o sus vecinos. Caer ahí sería aceptar los sacrificios que nos llevarían a la guerra.
Se ha producido un giro profundo en la orientación de la burguesía mexicana. Hasta la vieja oligarquía empresarial acabó descubriendo los encantos del «gallo azteca» y empujando a sus figurones en el el PAN y el PRI a engrosar los apoyos de MORENA. Les costó, pero tres vectores les empujaron decisivamente: la guerra comercial con EEUU, el grado de descomposición del propio estado y la inquietud cada vez más activa de la pequeña burguesía.
¿La moción de censura de Sánchez es un «gol robado» o un cambio de estrategia de la burguesía española? En realidad Sánchez está jugando a ser un pequeño Bonaparte, aprovechando oportunidades rocambolescas, haciendo equilibrios entre fuerzas antagónicas y usando el poder para generar una ilusión reformista atada a su propia persona.
La burguesía española parece entender que la forma de salir de su estancamiento político no pasa ya por Rajoy. Han descubierto que ni siquiera pueden esperar a que la reacción del núcleo judicial del estado, el «llarenazo», permita un fin pronto a una crisis catalana que les debilita y pone en riesgo creciente el control de las grandes empresas del IBEX. Comparado con eso, un gobierno Rivera es un riesgo menor. Viene una auténtica «operación Rivera».
Esta larga campaña electoral está siendo un verdadero «tour de force» de propaganda, del chantaje emocional sobre la opinión y de la revivificación y remozo de viejas trampas como el antifascismo. Es una buena noticia ver tanto esfuerzo su parte porque significa que hay una resistencia proporcional entre los trabajadores a comprar la «unión nacional», las ilusiones electorales y las promesas de un capitalismo «humano» o cuando menos próspero. Pero no podemos darnos por satisfechos, la pasividad no pondrá fin al desarrollo de la barbarie y nuestra clase solo se pondrá en marcha si gana claridad y confianza en su propia lucha y su significado.
Ningún partido del Parlament va a defendernos del machaque, la precarización y la exclusión. No es cuestión de lenguas ni de patrias, es cuestión de clase. Para salir del día de la marmota en el que viven la burguesía española y la pequeña burguesía independentista catalana, tenemos que salir del redil de la nación, el «pueblo» y la «ciudadanía».
La banalidad de las promesas de recuperación y la presión abrumadora sobre los ingresos hacen muy posible que a lo largo de los próximos dos años veamos un renacer de la combatividad de los trabajadores en Chile. Es lo que prevé la burguesía chilena y para lo que se ha intentado preparar con estas elecciones.