Tecnalia el «planazo» vasco de Macri
El INTI (Instituto Nacional de Tecnologías Industriales) es el principal centro de investigación aplicada del Cono Sur. Está de movilizaciones y huelgas. La causa, una reestructuración sorpresa, con 250 investigadores despedidos de la noche a la mañana, en la aplicación de un «plan maestro» que amenaza con disolver el centro. Lo más llamativo: la empresa creadora del famoso plan es una empresa semipública del gobierno vasco: Tecnalia. Formalmente Tecnalia es una fundación gestionada por lo más granado de la industria vasca. En realidad es mucho más.
¿Qué es Tecnalia?
El capitalismo de estado español se formó a partir del capital financiero acumulado durante la primera guerra mundial. El motor de ese proceso fue la gran burguesía vizcaína. La gran industria naval y siderometalúrgica pasó a manos de los bancos, los bancos se hicieron nacionales, se proyectaron desde Madrid de modo que este nuevo capital absorbió en su seno a las viejas clases latifundistas del centro y el Sur peninsular y a la vieja burocracia estatal. En el «territorio vasco» quedó el mundo de pequeña burguesía de la industria auxiliar, excluida del proceso e identificada en torno al nacionalismo clerical del PNV. Cuando, a finales de los 70, el PNV diseña un marco institucional propio dentro del rediseño general del aparato estatal que siguió a la caída del franquismo, consiguió un sistema fiscal propio y la práctica independencia de su propio aparato burocrático. A partir de ahí, la historia de Euskadi ha sido la historia del gran proyecto nacionalizador vasco: la creación de un capitalismo de estado propio a través del denso tejido político impulsado por el aparato estatal vasco.
Pero crear un capitalismo de estado a partir de una pequeña burguesía industrial, dependiente en buena parte de las cadenas de producción alemanas y francesas, no es labor fácil. Implica, entre otras cosas, expropiar a la burguesía del mando estratégico de sus propias empresas, diseñar estratégicamente -nacionalmente- la orientación de mercado, las tecnologías a importar, los circuitos financieros y, especialmente, la innovación y desarrollo de producto. Eso es Tecnalia.
Tecnalia es el «CRISPR» que ha modificado y homogeneizado el ADN de la pequeña burguesía vasca a base de fondos masivos de subvenciones españolas y europeas, haciéndola dependiente de una estrategia que pivota alrededor del propio aparato político de la administración vasca. Administración en la que la propia industria y sus intereses juegan un papel protagonista. Tecnalia es la aguja de zurzir que ha convertido a la pequeña burguesia nacional vasca en una parte indiferenciada dentro del pequeño capitalismo de estado vasco.
¿Qué vende Tecnalia?
Si en algún lugar la burguesía es consciente de la necesidad de conquistar mercados exteriores para sobrevivir es en países pequeños donde casi no existe un campesinado independiente. Tecnalia tiene una bis imperialista que va más allá de la anécdota de haber llegado a acumular, a través de su filial salvadoreña, tierras equivalentes a una de las tres provincias vascas. Mantener la cohesión de una pequeña burguesía, por mucho que se haya abotargado hasta renunciar a su capacidad para diseñar producto fuera de las líneas de subvención, exige poder ofrecer la llegada a nuevos mercados. Y para eso tiene que dar ejemplo con su propia expansión internacional, la única que le permite prometer «tirar del carro de la internacionalización».
Por otro lado, no es de extrañar que, en España, sea tenida por modelo por una burguesía que daría cualquier cosa por poder dirigir de un modo efectivo a las pequeñas burguesías locales cada vez más enloquecidas. Tampoco que atraiga a un «macrismo» deseoso de hacerse con una base social y económica propia entre una pequeña burguesía argentina a la que todavía escuece la apertura a los capitales imperialistas que hizo el menemismo.
Tecnalia, en Argentina como en Guipuzcoa, va a vender precarización como modernidad e imperialismo como innovación. En realidad, la única tecnología que ha sabido desarrollar, es alinear y disciplinar a la pequeña burguesía industrial. Para Macri no sería poco. Para los trabajadores, a un lado y otro del Atlántico en cambio, solo puede significar despidos y precariedad. Para la sociedad destrucción de conocimiento y capacidades productivas. Un planazo.