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¿Estamos más cerca de una guerra en Taiwán?

07/08/2022 | Actualidad
¿Estamos más cerca de una guerra en Taiwán?

¿Por qué el centro del conflicto imperialista se mueve ahora a Taiwán?

Menos de medio año antes del estallido de la guerra en Ucrania, todo parecía indicar que EEUU se orientaba a concentrar toda su capacidad de presión contra China en torno a Taiwán.

Por un lado, Taiwán es la vanguardia de la industria de chips y semiconductores y EEUU apuesta abiertamente por cortar las cadenas de suministros chinas como forma de cercenar su desarrollo tecnológico y su desarrollo comercial. Además, aumentar riesgos para cualquier industria radicada en Taiwán hace más viable el intento de mover los capitales y empresas especializadas taiwanesas, coreanas y japonesas a suelo estadounidense. Algo que a la burguesía taiwanesa en realidad le hace tan poca gracia como a la china.

Por otro, sobre cualquier otro lugar que concentrara las tensiones entre ambas potencias, Taiwán tiene una ventaja táctica importantísima: tal como están las apuestas, EEUU pensaba que podía graduar casi unilateralmente el grado de conflicto. El abanico de posibilidades iba desde graduar las visitas oficiales de cargos estadounidenses a propiciar una eventual declaración de independencia de la isla a la que Pekín habíua prometido responder con todas sus capacidades militares.

Es decir, en un momento, EEUU se veía capaz de empujar al gobierno Xi a dar luz verde a un intento de invasión o cuando menos un bloqueo de la isla por el EPL chino... a contrapié. Una estrategia situacional similar a la seguida contra Rusia en Ucrania. Con una diferencia: forzar a un mal paso a Pekín en Taiwán que le llevara a estancarse en una guerra que a su vez propiciara la «vuelta» del sector tecnológico a EEUU, tenía fecha de cadudidad en 2025.

China tendrá capacidad para cerrar el Estrecho de Taiwan en 2025 según el ministro de Defensa taiwanés. Es decir, 2025 marcaría un punto de inflexión en las capacidades militares chinas que harían posible el bloqueo económico de la isla sin necesidad de ir a una guerra. La estrategia estadounidense de presionar sin pasar al enfrentamiento directo, tendría en ese caso fecha de caducidad.

¿Está dispuesto EEUU a iniciar una guerra en Taiwán?, 13/10/2021

El ambiente se enrarecía aún más porque en el Capitolio, prosperaba como perspectiva de convergencia entre republicanos y demócratas la siniestra fantasía de un rosario de «guerras de contención» con China como forma de «cercar» a Pekín en su área continental asiática y reducir su influencia regional. De hecho, la proximidad de la fecha aumentaba más que proporcionalmente el riesgo al empezar a considerarse la guerra o cuando menos una escalada sin final claro, como parte de la agenda político-electoral interna.

El pasado 21 de octubre Biden se declaró abiertamente decidido a «defender Taiwán» en caso de que el gobierno chino, que considera la isla una provincia, la bloquee o invada. En los medios de Washington desde entonces la cuestión a dirimir pasó de ser si EEUU estaría dispuesto a ir a la guerra a si la marina dispone de medios suficientes para ganarla.

Y en el debate demócrata de Washington eso se traduce como una tendencia a hacer propia y acelerar la nueva perspectiva estratégica que se abre en el partido republicano y que prevé una serie de guerras de «contención» contra China empezando por Taiwán. Ven el conflicto como inevitable, saben que en 2025 podría ser ganado por Pekín y consideran las ventajas electorales de adelantarlo, especialmente si la marina da ciertas garantías de una victoria. El paralelismo con Roosevelt a fin de cuentas es uno de los tópicos de la actual presidencia.

Las elecciones en Virginia y Nueva Jersey y el deslizamiento hacia la guerra en Taiwán, 3/11/2021

Cuando en abril se anunció por primera vez el viaje de Pelosi y China lo definió como una «línea roja», el Departamento de Estado vio una partida ganada. A fin de cuentas es bastante temerario lanzar un órdago contra una potencia rival que no va a sufrir grandes consecuencias pase lo que pase. Un oportuno positivo de Covid le dio la oportunidad de organizar desde la estrategia exterior de EEUU lo que en principio era un intento de Pelosi por reforzar el único lazo común que hoy existe entre demócratas y republicanos en la cámara: la obsesión por cortar las piernas al desarrollo imperialista chino.

EEUU reabrió el juego en julio con despliegues navales en el estrecho de Taiwán y maniobras en el Mar de China Meridional, obteniendo el reflejo automático de contra-maniobras chinas. En llamada personal Biden aseguraba a Xi que mantendría la política de no reconocer a Taiwán y le daba a entender que se oponía a la visita de Pelosi... que finalmente se desplegó sin confirmación previa como una verdadera operación de provocación y propaganda.

El viaje sin embargo no parece haber sido especialmente relevante como episodio de la «batalla ideológica» entre Washington y sus rivales. Entre otras cosas porque no estuvo exento del ya habitual sentido histórico de las campañas de la era Biden. Escuchar a Pelosi loar «el modelo de sociedad libre» creado por el régimen del Kuomingtan bajo un retrato de Sun Yat Sen, no pasó desapercibido en Asia y menos aún en la propia isla, que aún lame cicatrices de las décadas de dictadura de partido único en Taipei.

¿Qué significa la respuesta china?

Maniobras chinas en Taiwán

Áreas de despliegue del EPL chino durante las actuales maniobras

La principal respuesta china, en realidad un simulacro de movilización general, pretende mandar un mensaje de fondo. El EPL se ha volcado para demostrar que no hay que esperar a 2025 porque a día de hoy China puede bloquear de modo efectivo no sólo el Estrecho de Taiwán, sino la isla entera.

El principal objetivo por tanto ha sido interrumpir la cadena de suministros internacionales y demostrar a Washington que los costes de una guerra «localizada» son mayores de lo que parece estar evaluando. De hecho, cuando EEUU ha animado a Taiwán a sortear los puertos chinos en sus rutas de exportación, se ha hecho evidente que a Pekín le bastaría con no permitir recalar a naves taiwanesas en sus puertos para dejar al capital de la isla en un situación más que delicada.

El remate político, interrumpir la cooperación militar y sobre el Pacto Verde, solo amplifica el mensaje al mercado de capitales y multiplica los riesgos de «choques armados accidentales».

La respuesta de la Casa Blanca ha batido récords de cinismo pero, en el pervertido lenguaje diplomático no deja de ser reveladora: condenar las «provocaciones» chinas y presentar la reacción del rival como la antesala de una invasión china de Taiwán que se daría en esta misma década.

¿La perspectiva de guerra se refuerza o se debilita?

Piloto taiwanés

Después de todo este simulacro general prebélico, el cambio principal que nos deja en el escenario del conflicto imperialista entre EEUU y China es la perspectiva de una escalada aún más rápida de la que era predecible en caso de apertura de hostilidades.

Las métaforas con Ucrania son menos pertinentes que nunca. No sólo porque los ejércitos en liza tienen una dimensión numérica y tecnológica muy superior a los que hoy se enfrentan en las fronteras del Dombás. Sobre todo porque las regiones directamente afectadas tienen un grado de capitalización y peso en el mercado industrial global incomparable con el de las regiones en batalla en Ucrania.

Tras estas maniobras chinas, la idea estadounidense de que una serie de «guerras de contención» frente a China podrían darse en escenarios del Pacífico limitados geográfica y temporalmente, se demuestra menos viable que nunca. Da igual que sea Taiwán o el más pequeño de los estados de la Micronesia, la posibilidad de escalada es casi suicida.

Así que están volviendo las perspectivas de buscar y destruir a China en viejos escenarios de choque imperialista como Oriente Medio... o Europa. Y esta es seguramente la derivada más inquietante a día de hoy.

Con el modelo de acumulación alemán en crisis existencial y una coalición de gobierno en la que cada vez tienen más peso los Verdes -el partido más militarista y pro-estadounidense del panorama europeo- EEUU presiona abiertamente a Berlín para que acelere su ruptura industrial con China. La burguesía alemana parece decidida a avanzar a paso legionario en ese sentido... aunque suponga reducir drásticamente el peso global y las capacidades competitivas de su industria automotriz.

Pero una quiebra así, que inevitablemente iría ligada al desalojo de los grandes capitales y empresas chinas de Europa, cambiaría completamente la relación de Pekín con su Occidente. Europa se perfilaría entonces como el principal campo de batalla entre bloques una vez más. Y Ucrania pasaría a ser la representación de un futuro cada vez más posible.