Por qué el sector eléctrico es tan importante en España
España no es el primer país en el que el Pacto Verde se materializa en un asalto a las rentas de los trabajadores a través de la factura eléctrica. Ya había pasado antes en Alemania a partir de la aprobación de la Ley de nuevas fuentes energéticas. Entonces el gobierno alemán también corrigió parcialmente la subida. Pero en España la corrección ha sido menor en términos relativos a pesar de que el impacto sobre salarios sea mayor. Las inversiones en producción eléctrica son un tema nodal para el capitalismo español en el que está dispuesto a aceptar costes políticos antes de ceder demasiado. ¿Por qué? ¿De dónde viene la importancia del sector eléctrico en España?
El nacimiento del sector eléctrico en España
El sector eléctrico en España arranca en 1881 con la fundación en Barcelona de la Sociedad Española de Electricidad. Aunque en principio sus clientes estén en Barcelona, la magnitud del capital fundacional -20 millones de pesetas de la época- denotaba ya un esfuerzo de concentración de capitales y el nombre una ambición que le llevaría, antes de acabar la década, a instalar los primeros alumbrados públicos eléctricos en La Habana y Manila.
Son los años más prósperos de la Restauración. El régimen que había materializado la conciliación entre la burguesía y las clases dirigentes agrarias representaba, por definición, la renuncia de la burguesía a su proyecto revolucionario: crear una nación.
Las consecuencias, visibles en la incapacidad de movilización patriótica durante la guerra de Cuba -y luego de Marruecos-, abrirán la crisis de 1898. Pero mientras, y a pesar de la ausencia de algo tan básico para el desarrollo capitalista como un mercado interior realmente unificado -imposible sin desplazar del poder político a las clases terratenientes- la burguesía española iniciará su primera acumulación industrial a gran escala... eso sí, volcada desde el principio hacia el mercado exterior y con la exigua base de los pocos mercados locales, todo lo más provinciales, que era capaz de generar por sí misma: los enclaves burgueses de Málaga, Barcelona, Bilbao, etc.
En ese marco, el sector eléctrico es más que una innovación: es el primer sector junto con los altos hornos capaz de recibir grandes masas de capital, captar inversiones extranjeras desde muy pronto y sobre todo, abrir la perspectiva de la creación de un gran mercado interno, un mercado nacional.
Uno de los ejemplos más significativos es Hidroeléctrica Española, base de la actual Iberdrola, un producto del capital siderúrgico y naval vasco fundado en 1909 que comienza dando electricidad a Madrid y en 1910 construye su primera presa en el Júcar para abrir el mercado del levante español.
No es casualidad que todas estas empresas lleven referencias a España en su nombre a pesar de ser empresas símbolo de las burguesías catalana y vasca. La electricidad creaba la perspectiva de algo que el textil nunca logró y la siderometalurgia no podía conseguir: un mercado de bienes de consumo extendido por todo el territorio, la verdadera base de un mercado nacional. Por eso el nacionalismo español es uno de los pocos que hace todavía de la electricidad y las presas hidroeléctricas un símbolo nacional.
El nacimiento del capitalismo de estado español y el papel del sector eléctrico
El gran salto en la acumulación de la burguesía española no vendría sin embargo del sector eléctrico, sino de la siderometalurgia durante la primera Guerra Mundial. El capital español se re-estructura de arriba a abajo, se forma el capital financiero moderno y el proletariado aparece por primera vez como un sujeto político autónomo con un programa claramente diferenciado del de la pequeña burguesía republicana.
Cuando el boom de acumulación se convierta en crisis de mercados al final de la contienda, la burguesía española se blindará con la proclamación de la dictadura de Primo de Rivera.
La dictadura acelerará la concentración del capital y la burguesía alrededor del estado, sentando las bases del capitalismo de estado español: la inclusión por primera vez de la UGT en el estado para controlar la conflictividad mediante comités partitarios de trabajadores y propietarios, la formación de un Consejo de Economía Nacional que decidía incluso sobre la fundación de empresas, la creación de nuevos monopolios con capital público (CAMPSA, hoy Repsol) o en asociación con capitales internacionales (Telefónica, con la ITT de EEUU), inversiones masivas en carreteras y ferrocarriles, la invención de la industria turística con la puesta en marcha a cargo del estado de los Paradores...
...y la creación de las Confederaciones Hidrográficas para aumentar los regadíos, sí, pero sobre todo para aprovechar hasta la última caída de agua para producir electricidad y electrificar el país entero, incluido el mundo rural. El mercado nacional se establecería por fin... sector eléctrico mediante.
El padre de aquel primer plan de pantanos y especialista de cabecera de Primo de Rivera, Manuel Lorenzo Pardo, será también el autor de su puesta al día y expansión en el plan de la República de 1933. Lo que es más interesante, el plan del 33 será la base de la expansión de la energía hidroeléctrica durante el franquismo y hasta principios de los 80.
Dictadura primoriverista, dictablanda del final de la Restauración, todos los gobiernos de la República, los muchos de Franco y todos los de la Transición incluido el primero del PSOE. La política de inversiones eléctricas es uno de los pocos elementos de consenso capaces de generar una continuidad total en la estrategia industrial de la burguesía española.
Entiéndase, no es que los grandes planes se trazaran de una vez y para siempre. No solo Lorenzo Pardo remozó y amplió su proyecto original. Los gobiernos franquistas de los 40, ante el impacto de la pertinaz sequía los ampliaron, ampliando también la red de trasvases. Es iniciativa también del régimen franquista la creación de FENOSA con capitales locales para acelerar la electrificación gallega y de la empresa estatal Endesa para acelerar el desarrollo de las centrales térmicas primero y de la energía nuclear después.
Pero lo importante es que las grandes líneas y el núcleo de las inversiones estratégicas se mantuvieron en el tiempo. Y eso es fundamental para entender qué representa el sector eléctrico en el capitalismo español y... cuales son sus límites y contradicciones.
Límites y contradicciones del sistema eléctrico en España
1 La primera contradicción de los sueños hidroeléctricos de la burguesía española fue el proletariado. Hay una razón por la que las centrales hidroeléctricas se asocian al franquismo. La construcción de cientos de estas megaestructuras, muchas de ellas en lugares inaccesibles, sin tecnología adecuada y a bajo precio hubiera sido imposible en ese tiempo y a esa escala sin una derrota del proletariado de las dimensiones que supuso la masacre a dos manos de la Revolución española. Las condiciones de trabajo bajo las que se construyeron las presas de los 40 y 50, con mano de obra esclava bajo el régimen de «redención de penas» lo atestigua.
Las centrales hidroeléctricas, orgullo del nacionalismo español, fuente de beneficios caídos del cielo todavía a día de hoy para el sector eléctrico son en realidad la tumba de miles de trabajadores.
2 Bajo el modelo de salarios bajos e inversiones públicas masivas, el crecimiento del capital nacional y el del mercado nacional no eran obviamente parejos. El fracaso industrializador del _Plan Badajoz_, cuyos objetivos se limitaban por cierto a la agroindustria, dio una señal clara sobre los límites internos del mercado nacional.
La fórmula clásica de ampliación del mercado nacional tenía dos componentes: electrificación hidroeléctrica e incremento de la productividad agraria por extensión del regadío y concentración de tierras. Se esperaba que eso diera pie a una industrialización agraria primero y luego a un desarrollo industrial. Pero cuando llegó al Sur la industria de transformación agraria más capitalizada ya cubría la totalidad de la demanda y tenía buenas barreras de entrada para evitar nuevos competidores. Y el siguiente paso solo se dio, donde se dio, de manera aislada, sosteniéndose casi exclusivamente sobre la propiedad estatal de las empresas.
Y a pesar de todo, el sector eléctrico ha sido central y el modelo ha seguido hasta hoy... intensificándose aun más con el Pacto verde.
Las razones de la centralidad del sector eléctrico en el capitalismo español
La causa de la centralidad del sector eléctrico español en el modelo de acumulación es que todo el sistema, desde la dictadura de Primo hasta hoy, está pensado para ser el asidero del gran capital nacional en los momentos de crisis.
No solo los precios están regulados, también es una decisión política el volumen de inversiones... y por tanto su rentabilidad... a riesgo prácticamente cero. El régimen monopolístico que se enmascara bajo las complejidades del sistema de subastas de luz (3 compañías acaparan el 80% de la producción) ha permitido que ante cada crisis fondos y bancos se refugiaran en las inversiones en infraestructura del sector eléctrico. El estado garantiza que estén a salvo de riesgos y tengan una rentabilidad del 7% que hasta el regulador ha tenido que reconocer como escandalosa en varias ocasiones...
¿Por qué escandalosa? Porque si las inversiones en infraestructura del sector eléctrico dan una rentabilidad tan elevada en plena crisis, cuando el paro crece espectacularmente y bajan los salarios de forma generalizada, es porque el volumen de inversiones y la estructura de precios se diseñan, mano a mano entre gobierno y sector eléctrico (esas tres empresas), para producir esa rentabilidad... a costa de la factura de la luz y por tanto de la capacidad de compra real de los salarios.
Ese diseño, que es lo fundamental de la continuidad del modelo desde hace un siglo, es el que asegura incrementos brutales de beneficios incluso en la peor de las crisis y lo que permite que las eléctricas jueguen un papel protagonista en la concentración y exportación de capitales.
Es, evidentemente, un juego con cartas marcadas. Pero no son trampas en el solitario. Es la forma en la que el gran capital consigue salvar fondos enormes en los momentos de crisis incrementando lo que succiona en rentas tanto a los pequeños capitales como, sobre todo, a los trabajadores. La lógica y objetivos del Pacto Verde... le son más que familiares.