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¿Se les ha ido el Brexit de las manos?

18/09/2020 | Gran Bretaña

¿Qué está pasando con el Brexit? ¿Se está yendo de las manos el juego de faroles entre Bruselas y Londres? Bajo el debate sobre el futuro de la frontera de Irlanda está en realidad la lucha por las condiciones para vender en el mercado europeo. Pero las consecuencias van mucho más allá y los riesgos... aun más.


El tema de este artículo fue elegido por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@communia) el pasado martes.


Volvemos al abigarrado mundo de las negociaciones Gran Bretaña-UE. Arranca septiembre. Las conversaciones están estancadas. Se reaniman las iniciativas de un nuevo referendum de independencia en Escocia. Cuestiones como los derechos de pesca, que no son sustanciales para el capital británico se convierten en escollos aparentemente insalvables.

La realidad: son excusas para condicionar el verdadero tema de fondo, la política industrial británica post-Brexit. Johnson quiere poder sostener y capitalizar sectores como el acero, las energías verdes o la Inteligencia Artificial sin tener que dar explicaciones en Bruselas. La UE teme verse con las fronteras abiertas a la competencia de industrias subsidiadas e infladas por el gobierno británico.

Se juega al farol. Alemania finge desinterés pero la poderosa industria automotriz siente el vértigo. Teme el efecto de un arancel del 10% sobre sus productos en un mercado que absorbe un tercio de sus exportaciones. En la UE empiezan a filtrar que cerrar el proceso sin acuerdo puede ser un mal menor: unos meses de aranceles y retrasos fronterizos podrían hacer que Gran Bretaña fuera un socio más fácil con el que negociar el año que viene. Johnson pide la intervención del Consejo Europeo, es decir de una cumbre de los presidentes y primeros ministros, pero se descarta desde Bruselas.

Gran Bretaña tiene que doblar apuestas para hacer sus amenazas creíbles: anuncia que el juego acaba en seis semanas y que no aceptará prórrogas. El Financial Times filtra que Johnson está preparando la retirada de las negociaciones y que en el paquete estará la denuncia o, al menos, una retirada parcial del acuerdo de salida, incluido el estatuto del Ulster.

La libra cae. Bruselas filtra sus propios cables entre cancillerías para debilitar a Johnson. El vértigo de un Brexit sin acuerdo llega hasta EEUU.

Viendo una oportunidad en las aguas revueltas del Brexit, la burguesía irlandesa empieza a jugar de nuevo con las perspectivas de unificación de la isla sobre la base del referéndum contemplado en los Acuerdos de Paz.

Si se celebrara un referéndum de acuerdo con el Acuerdo de Belfast, con el consentimiento de todas las partes y resultados decisivos, probablemente habría aplausos en todo el continente. Muchos observadores continentales no están convencidos de que incluso los políticos conservadores en Inglaterra sigan siendo unionistas en lo que respecta a Irlanda del Norte, y es probable que un referéndum exitoso sea visto en general como una clara resolución de la historia. Pero hasta que el apoyo a la idea sea amplio y se declare formalmente, Bruselas probablemente cubrirá sus apuestas. «Creo que la UE probablemente optaría por una posición de neutralidad benévola, establecería la posición de que esto es un asunto de la isla, pero si Irlanda del Norte opta por la integración en la UE en Irlanda, la UE no se interpondrá en el camino», aseguró el Dr. Clarkson. «Supongo que ahogarán a Irlanda del Norte con efectivo de la UE para tratar de mantener las cosas tranquilas. Un método probado en la UE. Y se aceleraría la integración de Irlanda del Norte en el sistema de la UE. No creo que sea una posición difícil de alcanzar».

El eco en Escocia es inmediato. El gobierno independentista se refuerza en su camino hacia su propio referéndum y añade gasolina al fuego de las negociaciones.

Un nuevo giro

Johnson sigue adelante. El proyecto de Ley de Mercado Interior del Reino Unido se presenta finalmente. Otorga poderes unilaterales a los ministros británicos sobre cómo implementar partes críticas del protocolo de retirada. Es decir, en la práctica les permite eliminar controles aduaneros entre el Ulster y el resto del país... lo que para la UE implicaría necesariamente obligar a Irlanda a colocar controles aduaneros en la frontera. Esto, evidentemente, obligaría a la propia UE a renunciar al núcleo del acuerdo de Brexit según el cual Irlanda del Norte permanecería en el mercado único de la UE independientemente de si hubiera o no un nuevo acuerdo comercial con Gran Bretaña.

Johnson argumenta, en obvia contradicción con la jugada que le permitió sacar el Brexit adelante, que no puede permitir que la UE negocie con la pistola sobre la mesa y llegado el caso, que imponga una frontera regulatoria separando al Ulster del resto del país. El gobierno británico reconoce que se trata de una violación del derecho internacional, pero limitada y que solo se activaría en caso de no acuerdo. En Dublín se desesperan. En Bruselas se preparan para una batalla legal llegado el caso.

El gobierno irlandés acusa a Gran Bretaña de sabotear el acuerdo de paz en el Ulster. Y en EEUU, los demócratas, en un guiño a la UE alimentado también por la importancia del voto irlandés, amenazan con rechazar el acuerdo comercial EEUU-Gran Bretaña en el Congreso si el Brexit socava el acuerdo del Viernes Santo. Y los nacionalistas escoceses y galeses protestan por la recentralización que late bajo la defensa de la unidad de mercado. Las recriminaciones de Bruselas se convierten en un ultimatum que exige retirar la ley antes del fin del mes.

Pero Johnson se mantiene firme. Consigue aprobar la ley cediendo en parte ante las melindres de una parte de su partido: la aplicación de las medidas unilaterales tendría que ser aprobada por el parlamento.

Hacia un incremento del conflicto imperialista entre Gran Bretaña y las potencias continentales

Es lo de menos. La ley es simplemente una baza más en el tira y afloja con la UE. Y el hecho es que, en la interna, la respuesta internacional le ha fortalecido al escenificar un todos contra Gran Bretaña que realimenta el chovinismo de las fuerzas brexiters.

Johnson es capaz de activar los reflejos antieuropeos de sus conciudadanos con solo presionar un botón. Este hecho debería servir de advertencia a los europeos de lo que está por venir. Las cosas no son nada buenas para el gobierno británico, y no solo cuando se trata de Brexit. Londres espera la tormenta perfecta. Ya ha comenzado un otoño caliente, que podría desembocar en un invierno muy frío.

Y lo que está por venir es, como apunta la prensa alemana en la cita, un incremento de la agresividad contra la UE conforme la crisis y la segunda ola de la pandemia golpeen a Gran Bretaña.

Los riesgos de un acelerón en la batalla entre imperialismos europeos, exceden ya en mucho las pérdidas sectoriales -la automoción advertía de 110.000 millones en pérdidas potenciales en caso de Brexit a la brava. Podría ser el empujón que faltaba para agravar y eternizar aun más la recesión en marcha. Las potencias continentales, que aseguran no van a mover sus posiciones, si ven pérdidas a la vista, no van a dejar de jugar la carta irlandesa. El fantasma del secesionismo escocés y el de la vuelta a los troubles norirlandeses, es decir la vuelta a una guerra más o menos sucia, más o menos de baja intensidad, vuelve a estar en el horizonte.