Santander y el destino del capitalismo español
Si alguien esperaba poder entender hacia dónde va la burguesía española con los debates del estado de la nación, las campañas electorales o siguiendo las noticias de televisión, debe sentirse tremendamente defraudado a estas alturas. Menos mal que nos queda el «Investor's day» londinense del Banco de Santander para tener claras las prioridades estratégicas del capital español.
La crisis se huele ya. La consigna es sobriedad en Europa y aceptar riesgo en América del Sur, aunque sea a costa de aumentar la volatilidad. La banca lo tiene claro: Santander ha sufrido con Brasil, pero de ahí salen los dividendos. Para BBVA el salvavidas ha sido México y los extras han salido de la venta de su brazo chileno.
No son solo los bancos, las grandes empresas españolas, como Telefónica, producen la mitad de sus resultados en Iberoamérica. Sí, la capacidad del imperialismo español es desproporcionada a sus capacidades militares y económicas. Este es el legado que hace que Felipe González tenga un tratamiento completamente diferente a los otros expresidentes, y que da al capital español una autonomía imperdonable para sus socios europeos. Cuando viene la crisis el capital español tiene a dónde mirar: Iberoamérica. Y ahí es donde se dirigirá ahora con más ansia que nunca. El 76% de las empresas españolas aumentará sus inversiones en la región en 2019.
Eso sí, es de esperar que cada vez encuentre más competencia y roces en el intento. La batalla que se dibuja entre Slim y Telefónica en Brasil es casi lo de menos. Alemania está haciendo inversiones estratégicas en Litio y otras materias primas, no duda en aliarse abiertamente con Francia para «abrir el juego» en Argentina y no pasa día que no haga un gesto para intensificar su presencia en Brasil.
Pero volvamos a Santander. La misma estructura de organización del banco revela la mirada sobre el mundo del capital español. Tres divisiones: Suramérica, Norteamérica y Europa. Suramérica se divide en Argentina, Chile, Brasil y un cajón de sastre que une a Uruguay con los países andinos del Pacífico. Norteamérica, en México y EEUU. Europa, en España, Portugal -el vecino cada vez más integrado en el capital financiero español-, Gran Bretaña -hasta ahora el centro del capital europeo- y Polonia -el legado aznarita. En casi cuarenta años en la UE el capital español no ha conseguido hacerse un hueco relevante en el mercado financiero interno. Y esto es significativo de la batalla que viene al capital español en Europa.
A nadie se le ha pasado que los analistas pidieron más reservas a Santander. Se unen a la línea del BCE que hace unos días les exigía 8000 millones más a pesar de estar en una situación relativamente segura entre otras cosas por beneficiarse de la financiación a largo plazo del BCE pensada para rescatar silenciosamente a la banca italiana.
Tal como lo ve el capital español con Ana Botín a la cabeza, hay una presión creciente y en varios frentes desde Europa para devaluar sus bancos. Teniendo en cuenta la presión hacia las fusiones del mismo BCE, las largo tiempo temidas sentencias de la justicia europea contra las clausulas hipotecarias, las presiones bajistas de los fondos... ciertamente tienen motivos. Temiendo que un nuevo empellón brusco de la crisis vuelva a endeudar al estado han empezado a limpiar los balances de deuda pública, pero no es suficiente. Y lo saben.
España ha quedado fuera de una fusión de capitales franco-alemanes que por otro lado resulta cada vez más problemática. La posibilidad de fundirse en el corazón de un «capital europeo» unificado resulta cada vez más utópica. La opción europea del capital español es ya mínima. Lo que viene es, como apunta el Banco de España, una nueva oleada de fusiones defensivas entre bancos españoles, vestidas bajo el discurso de las sinergias y disfrazadas si hace falta de rescates orquestados desde el gobierno, como los accionistas argumentan que fue la absorción del Popular por Santander.
Pero no todo son mercados. Santander, tradicionalmente renuente, se está convirtiendo en los últimos años en una referencia global en la robotización de servicios. Es mucho más que una moda: en banca privada y pyme ha demostrado ya multiplicar la productividad de los gestores -la cantidad de clientes a los que pueden atender y vender productos desde una centralita- y el reto ahora es llevarlo al usuario individual, incluso al poco o nada bancarizado. Objetivo: eliminar las sucursales de barrio. El ERE de 3000 trabajadores anunciado en enero es solo el primer paso de lo que es ya una tendencia en el sector que el capital aplaude como ganancia de productividad.
Por supuesto a todo esto hay que sumar las esperadas sinergias de las fusiones. Sinergias que a fin de cuentas no son fundamentalmente sino ahorros de personal, es decir, significarán en la práctica aun más despidos.
Eso sí, el capital español pretende ser de los más «sensibles» de Europa y Santander es su buque insignia. No puede estar ausente del diseño de las campañas «sociales» con las que el capital español pretende distinguirse frente a sus rivales y encuadrar ideológicamente a los trabajadores. No es casualidad que el «Investor's day» siga a la «Santander Woman Now Summit» ni que toda la prensa, desde los grandes periódicos a los diarios locales hayan cubierto el congreso. Viene disciplina mediática y normalización del feminismo como ideología de estado y objetivo corporativo. Hoy mismo el parlamento convalidaba el decreto que hace obligatorios los planes de igualdad de género en empresas de más de 50 empleados, la base legal que permite profesionalizar e integrar en la burocracia de las empresas y el estado al feminismo.
Las líneas estratégicas del capital nacional
El capital español inicia una nueva estrategia oliendo los efectos del Brexit y un potencial ataque de la crisis: redoblar la exportación de capitales a Iberoamérica, adoptar una posición activamente defensiva frente a Europa, invertir en mejoras de productividad a través de la robotización de los servicios y tomar el feminismo como bandera. Leído de otro modo: conflictos y roces imperialistas crecientes, despidos y una ofensiva ideológica intensificada. Las cosas que se descubren en el «Investor's day»...