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Sánchez en Argentina

09/06/2021 | España

Hoy aterriza el presidente Sánchez en Argentina. Lo que originalmente se había pensado como el acto inaugural de un relanzamiento del imperialismo español en Iberoamérica se ha convertido sin embargo en un «salir del paso» diplomático, una confesión de incompetencia económica y una estampa de soledad política.

La no-agenda de Sánchez en Argentina

La visita de Alberto Fernández a Moncloa fue el prólogo de la actual agenda de Sánchez en Argentina

El pasado 11 de mayo Alberto Fernández visitaba la Moncloa. En la rueda de prensa que siguió, el presidente argentino instó a la ampliación del acuerdo de asociación estratégica. El tal acuerdo es en realidad un compromiso de ampliar en cada gobierno el conjunto de acuerdos bilaterales que facilita la movilidad de personas y empresas argentinas en Europa y garantiza a los capitales españoles unas condiciones privilegiadas de inversión en el país austral. Es una línea paralela a la relación Mercosur-UE que ni siquiera en tiempos de Macri y Rajoy dejó de desarrollarse.

Pero Sánchez, que no debía saber muy bien en qué consistía, esquivó la cuestión y en su lugar enarboló el Plan de Internacionalización aprobado aquel mismo día por el Consejo de Ministros asegurando que Argentina tendría un papel muy especial en el reparto de los 4.500 millones con los que estaba dotado. Lo que, como era obvio, no era verdad.

Solo el ABC sigue esperando a día de hoy la _lluvia de millones_ sugerida por la ocurrencia presidencial. Para salir del paso y reducir expectativas sobre el resultado de la estancia de Sánchez en Argentina, la diplomacia española ha declarado que el proyecto simplemente no está maduro... ni lo estará, porque ni existe ni se le espera, era simplemente una de esas reacciones de tuitero a las que nos tiene ya acostumbrados el presidente, más interesado siempre en quedar por encima en cualquier pequeño intercambio verbal que en ceñirse a la verdad.

Así las cosas, la estancia de Sánchez en Argentina se va a resolver en una declaración ceremonial de apoyo a las inversiones españolas, un seminario sobre inversiones que ni siquiera será un evento público -se hará puertas a dentro de la Casa Rosada- y la firma de algunos acuerdos menores pendientes desde hace tiempo vestidos eso sí como desarrollo de la asociación estratégica.

La no-delegación de Sánchez en Argentina

Celebración del día de Galicia en el centro ourensano de Buenos Aires. La «colectividad española» rellenará los huecos de la agenda de Sánchez en Argentina.

En su momento se adelantó que la misión empresarial que acompañaría a Sánchez en Argentina estaría centrada en las energías renovables, el litio, el hidrógeno verde, la industria alimentaria, la economía del conocimiento y la tecnología. Capital fresquito de empresas de nuevo tipo listas para invertir en industrias que ahora despuntan. Exteriores prometió además a la Rosada que Sánchez en Argentina estaría escoltado por medio centenar de representantes empresariales de primera línea.

Pero a la hora de la verdad solo han aparecido 9 empresas. Prácticamente todas ellas -Iberia, Santander, Telefónica, BBVA, Indra, Abertis, Naturgy...- llevan décadas en el país y disfrutan de concesiones públicas de distinto tipo. En vez de nuevas inversiones llevan viejos pedidos muy puntuales. Sánchez en Argentina solo parece capaz de haber arrastrado una novedad... Codere, la empresa de apuestas y salas de juego que aunque también lleva tiempo en Argentina y realice allí la mayor parte de su facturación, nunca se había considerado entre las empresas para enseñar. Y con razón.

Tan llamativa ha resultado la incompetencia del capital español y la soledad del presidente Sánchez en Argentina que a última hora se han subido al avión representantes de la CEOE, UGT y CCOO... para rellenar. Lo que tampoco ha pasado desapercibido en Buenos Aires donde a estas horas todavía se les improvisa una agenda ya bastante vacía de por sí que se rellenará con un encuentro con las colectividades españolas (casas regionales) de la capital.

Las contradicciones del imperialismo español y las razones de su reaparición

Raúl Alfonsín en la Moncloa con Felipe González en 1984

El imperialismo español tiene un papel peculiar en el juego europeo y global. En Europa solo es incluido en el grupo dirigente formado por Alemania, Francia y, a veces, por Italia, cuando es capaz de hacer valer su influencia en Iberoamérica. Sin eso además, como hemos visto con los aranceles de Trump y ahora los de Biden, las empresas españolas son puestas en primera fila cuando EEUU da una coz y los campeones nacionales son excluidos una y otra vez del mapa de infraestructuras críticas -como ocurre con el gas natural y Repsol.

Es decir, el valor que la presencia imperialista española en Iberoamérica tiene para el capital español como un todo es mucho mayor que el resultado de las operaciones, concesiones y monopolios que obtiene sobre el terreno. Pero las inversiones de las empresas se deciden sobre sus resultados. Y durante los últimos 15 años las grandes empresas y bancos españoles, desde Repsol a Telefónica, desde BBVA a Santander, han vendido activos para obtener liquidez y salvar balances en casa.

Y para rematar, la ligazón de las propias empresas con los mercados de capital de EEUU, concentraron las expectativas del capital español en tres países del Pacífico -Chile, Perú y Colombia- y sus gobiernos… ahora en el disparadero de la crisis interna.

Sánchez, pinzado más que nunca entre EEUU y el eje franco-alemán, ha visto con dolor como Biden ni siquiera le ha cogido el teléfono hasta ahora, esquivando incluso conversaciones bilaterales... una manera de dar margen a Marruecos para presionar en Moncloa con fuerza. La última: Marruecos ha excluido a España de la operación Estrecho, unos cuantos cientos de millones menos para el capital español, una pésima señal para el estado.

Este viaje trataba de recomponer los atractivos de España frente Francia y Alemania construyendo en Argentina una posición de ventaja en los nuevos sectores proveedores del Pacto Verde -de ahí el discurso sobre el Litio. Por otro, la segunda parte del viaje, que llevará a Sánchez a Costa Rica, persigue hacerse valer en Centroamérica concentrando cooperación para re-evaluarse frente a unos EEUU agobiados por una presión migratoria que no saben siquiera paliar en origen de manera minimamente efectiva.

Sánchez en Argentina, un punto de inflexión infructuoso

Sánchez en el Falcon presidencial.

Sin embargo, el resultado esperable está muy lejos de las jugadas de salón pergeñadas en Moncloa. Poco cambiará con la estancia de Sánchez en Argentina y Costa Rica. La sensación de fin de ciclo que exhala el propio gobierno y el naufragio del imperialismo español en todos los frentes, se agrava ahora por la guerra fría con Marruecos y no hacen a Sánchez el socio más atractivo para llegar a acuerdos a medio o largo plazo. El punto de inflexión que supuestamente habría de marcar este viaje no puede ser sino infructuoso.

El gobierno Sánchez es, desde el primer día un reflejo de las perspectivas menguantes del imperialismo español. La ministra Laya, que no estará con Sánchez en Argentina, es la misma que abrió la crisis con Marruecos introduciendo con pasaporte falso al autoproclamado presidente saharui, y la misma que hizo su entrada al gobierno intentando eliminar la Secretaría de Estado de Iberoamérica.

No era de esperar otra cosa. Los méritos curriculares por los que la eligió Sánchez no tenían nada que ver con los intereses imperialistas que habían orientado al capital español desde los ochenta. Se resumían en haber formado parte de la burocracia de la OMC y el ITC. Es decir, su elección, como la de Calviño simbolizaban la renuncia a una política imperialista independiente. Materializaban el parapetarse del capital español tras los organismos internacionales y la UE en mitad de una crisis estructural... que solo se ha agravado.

Ahora para defender los mismos intereses que precarizan y hambrean a los trabajadores en España, el imperialismo español vuelve a salir para ganar posiciones desde las que ofrecerse como puente ante imperialismos más potentes. En el camino intentará la búsqueda de nuevos contratos públicos, oportunidades de inversión extractiva y mano de obra barata.

Nada en el menú tiene nada que ofrecer a los trabajadores de ninguna de las dos orillas.