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Racionamiento energético en toda la UE

21/07/2022 | UE
Racionamiento energético en toda la UE

Emergencia energética: ¿Chantaje ruso o resultado del entusiasmo belicista de la UE?

El desabastecimiento de gas desde Rusia está haciendo inviable el modelo de acumulación alemán, y poniendo a toda la UE y al mundo a las puertas de una recesión. La Comisión Europa, sin embargo, no se apea de un «Rusia es culpable» con oscuros ecos de los cuarenta y del discurso del «chantaje ruso».

La verdad sin embargo es que Rusia no ha tenido siquiera que aprobar sanciones contra la UE ni inventar excusas. El NordStream 2 no llegó a ponerse en marcha por las sanciones alemanas. Las sanciones canadienses, que impedían la vuelta de una turbina de bombeo en reparación desde la fábrica de Siemens en aquel país, redujeron el bombeo normal del Nord Stream al 40% de su capacidad.

Pero el flujo se redujo aún más durante esta última semana. Hasta hoy, el flujo de gas estuvo interrumpido según un programa de mantenimiento conocido y aprobado mucho antes de la guerra... que obligará a más altos en el futuro cercano.

Como quiera que el parón ha coincidido con una ola de calor y ausencia de viento suficiente para poner en marcha los molinos eólicos, el resultado de la semana ha sido todo un aviso para Alemania y sus vecinos: en vez de acumular reservas para el invierno, desde el lunes pasado han tenido que gastar parte de las que ya tenía almacenadas.

Putin puso a Scholz los términos del abastecimiento de gas bastante claros esta semana: si quiere más gas, siempre puede abrir el NordStream2... pero no tiene un tiempo infinito para decidirse. Si Alemania no abre el gasoducto y reserva volúmenes, la mitad del gas todavía reservado para el gasoducto cerrado, se dedicará al consumo interno ruso. En palabras de Putin:

En ese caso, incluso si lanzamos Nord Stream 2 mañana, no serán 55 millones de metros cúbicos por año, sino exactamente la mitad. Y si tenemos en cuenta que solo queda la segunda mitad de este año, significa una cuarta parte.

Es decir, basicamente el «chantaje ruso» consiste en no vender lo que no le compran y amenazar con que si no le compran más gas, la oferta reservada a Alemania se reducirá a la mitad en el futuro cercano. Teniendo en cuenta que la UE está en guerra por país interpuesto con Rusia y que lleva ya tantos paquetes de sanciones que ha perdido el orden, ni tan mal.

Hasta el propio Putin, a quien los chantajes y marrullerías más terribles no le resultan precisamente ajenos, se mostraba sorprendido en Teherán de cómo la UE insiste en dispararse en el pie una y otra vez:

Gazprom ha cumplido, está cumpliendo y cumplirá con sus obligaciones en su totalidad. A menos, por supuesto, que alguien lo rechace. Cierran todo con sus propias manos y luego buscan culpables. Sería divertido si no fuera así de triste.

Racionamiento energético y Economía de Guerra

El gas del NordStream volvió hoy a Alemania, pero el racionamiento energético sigue en el horizonte

El gas volvió hoy a Alemania a través del NordStream con los niveles del último mes (40%)

El corte del NordStream ha servido de ensayo general de la desastrosa economía de guerra a la que la propia UE se ha abocado en su impulso belicista y exacerbado sus contradicciones internas.

En teoría, los países UE que dependen del gas ruso están obligados a compartirlo en caso de «emergencia energética». La UE aprobó para eso un «reglamento», es decir, una ley de aplicación inmediata y directa en cada país, que obliga a todos los países a firmar acuerdos bilaterales con sus vecinos para establecer modos, tiempos y maneras. Pero sólo Alemania ha empezado movimientos en ese sentido y ha firmado acuerdos bilaterales a toda prisa en estos meses.

Por otro lado, el toque de rebato contra Rusia, sirvió para dejar temporalmente de lado las amenazas de Bruselas contra Polonia: no hacerle entrega de los fondos de recuperación que le corresponden.

La asimetría entre el tratamiento a Polonia y a Hungría dejaba claro que la realidad bajo las amenazas no era la preocupación por las posibles arbitrariedades del sistema constitucional polaco y húngaro como justificaba Bruselas, sino la necesidad de disciplinar al eje Varsovia-Budapest, cada vez más rebelde frente Alemania, Francia y Bruselas.

Con Polonia multiplicando su gasto militar y su aparato político en pleno vendiendo el «sueño» genocida de «reducir Rusia a 50 millones de habitantes», Bruselas, aparentemente, podía permitirse mostrar «generosidad», aunque siempre cicatera, con Varsovia.

En cambio, con el gobierno húngaro, renuente a las sanciones, Bruselas y Berlín vieron el momento de mostrar «mano dura» y dejar claro que la UE suspenderá pagos a Hungría.

Nuevo tiro en el pie: con nada que perder ya en Bruselas, ayer, en cuanto el gobierno Orban vio que el gas que recibía de Rusia dejaba de ser suficiente para mantener la industria en marcha y abastecer el consumo eléctrico, declaró emergencia energética y cerró el tránsito del gas hacia terceros países. La «solidaridad energética europea» saltaba por los aires.

La presentación de la medida fue prácticamente simultánea a la del plan «Save gas for a safe winter» (Ahorra gas para un invierno seguro), por la plana mayor de la Comisión. Un nuevo intento de enfrentar las contradicciones entre estados... aumentando los poderes centralizadores de Bruselas y por tanto, las contradicciones entre los estados y la UE como un todo.

Primera oposción al racionamiento energético

Teresa Ribera, ministra española de Transición Energética

La «ideaza» presentada ayer en Bruselas no era otra cosa que un ahorro «voluntario» del 15% del gas en cada estado que pasaría a ser obligatoria en caso de que la Comisión declarase la «emergencia energética», es decir, si el suministro alemán o el suministro de la gran industria alemana en los países del Este donde tiene buena parte de sus fábricas, se pusiera en cuestión.

El plan fue inmediatamente rechazado por España a pesar de que, dado su relativo aislamiento energético, fruto de su debilidad imperialista, a España y Portugal se les rebajaría del 15 al 10% la cuota a ahorrar.

Pero la rebaja no es mucha, las cuentas no parecen muy sofisticadas y sus fundamentos no están muy bien hechos. La idea de la Comisión según el relato periodístico es que:

Si España ahorra, Bruselas cree que el gas que deja de recibir de Argelia como proveedor puede ir a otro Estado miembro con acuerdos con el país africano, como Italia. «Con esa reducción del 15% podríamos pasar el invierno sin demasiados problemas en caso de corte de gas ruso, si tenemos un invierno con temperaturas en la media», ha dicho Von der Leyen

La ministra española obviamente no podía estar contenta. Bruselas, en vez de aprovechar la excesiva estructura de regasificación española -generando negocio al capital español- simplemente decide dejar de lado a España y derivar el gas hacia Italia. Según contaba el diario económico oficialista «5 días»:

La ministra destacó el papel «fundamental» que puede jugar España como «puerta de entrada» de más del 30% del gas natural licuado (GNL) a Europa y con unas infraestructuras preparadas para dar respaldo «a sus vecinos».

La cuestión no es menor, como contábamos en marzo:

Históricamente, desde el primer gobierno González, hay una parte de la burguesía española que ha apostado con fuerza por una alianza fuerte con Argelia. Su ímpetu convirtió a España en el suelo de 1/3 de las plantas regasificadoras de la UE. Su perspectiva, convertir al país en la fuente alternativa del gas ruso para la industria europea, se vio una y otra vez frustrada por Francia que no que no estaba por dar paso a un competidor a través de su suelo. Resultado: el gas en España es más caro porque sólo se usa el 22% de la capacidad regasificadora... que hay que amortizar igualmente.

Así que Ribera prometió que iba a «defender la posición de la industria española» y que «pase lo que pase, las familias españolas no van a sufrir cortes de gas y de luz en sus casas», quejándose de que Bruselas, no había dado para elaborar este plan un «canal de escucha y participación a todos los estados miembros».

Por si hubiera dudas de la debilidad enfermiza del capital nacional español frente a sus aliados y rivales europeos, la ministra remató con una metáfora tan significativa como poco afortunada:

No discrepamos de los objetivos y del papel desde el punto de vista de la solidaridad, pero no nos parece correcto encontrarnos con un menú del día ya diseñado sin preguntarnos nuestras limitaciones alimentarias.

Y en un incomprensible trabalenguas imperialista advirtió que:

La lista de deberes sobre la que no se nos ha consultado, acabaría beneficiando a terceros países sin ningún tipo de beneficio para otros países

Winter is coming

Walter Crane, el capitalismo como  vampiro

Frans Timmermans, el Comisario del Pacto Verde, comenzó ayer la presentación de «Save gas for a safe winter» con una frase de Juego de Tronos: «Winter is coming». Von der Leyen, por su lado empezó afirmando que:

Tenemos que prepararnos para una posible interrupción total del gas ruso. Es un escenario probable.

No todos lo creen en las cancillerías europeas. La desconfianza es grande y muchos entienden que no tiene sentido centralizar más poderes en Bruselas ante algo que aún no ha tenido lugar.

El argumentario oficial dice que esta «proactividad» se justifica no sólo por el «chantaje ruso» sino por la tormenta que pueden generar la combinación de desabastecimiento energético, recesión, crisis de deuda soberana y crisis política.

A día de hoy, para la Comisión el eslabón débil es Italia, donde Draghi no ha conseguido asegurar un bloque de gobierno sólido y ha dimitido esta misma mañana. Bruselas, Alemania y los países nordistas temen que Italia, ante una crisis de deuda y abastecimiento energético simultáneas, vea una nueva revuelta de la pequeña burguesía que aupe electoralmente a la extrema derecha «populista» contraria al euro.

Una Italia que amenazara con salir del euro no sería tan manejabe (chantajeable) como en su día fue Grecia y se convertiría en un peligro existencial para la UE como un todo. Aunque el país no saliera de la UE, la salida de Italia del euro tendría un efecto mucho más demoledor que el Brexit sobre la arquitectura de poder de los grandes capitales nacionales europeos.

En cualquier caso, el escenario con el que están contando es poco menos que apocalíptico para los trabajadores de toda Europa. En el Este el invierno puede ser, literalmente, mortal para miles de trabajadores que no podrán calentar sus viviendas. En el Sur, la inflación seguirá reduciendo salarios reales por debajo de los niveles, que nunca se recuperaron, de hace 10 años. E incluso en el capital nacional más sólido, Alemania, el desempleo y la pobreza se da por hecho que crecerán espectacularmente.

Racionar el gas desde ahora como plantea Bruselas, puede ser una solución para ciertas industrias y un asidero de último recurso para la pequeña burguesía industrial y de los servicios, pero va a ser demoledor para los trabajadores. Como se veía venir desde el primer momento de la guerra:

En el curso de la matanza armada y en el cálculo del impacto de las sanciones, las vidas de los explotados son meros instrumentos de cada clase dirigente para conseguir mejores condiciones «estratégicas» en guerras futuras, mercados, infraestructuras, materias primas y, a fin de cuentas, rentabilidad.

Los «sacrificios» que todas las clases dirigentes anuncian ahora con distintas excusas no son sino sacrificios por la rentabilidad de sus inversiones actuales y por las expectativas futuras de cada capital nacional.

Seamos claros: Los soldados rusos van al frente a morir y matar a sus iguales para que la gigantesca finca de sus explotadores esté mejor «posicionada» en conflictos futuros. Los soldados ucranianos para que la finca de sus explotadores no se vea saqueada y dividida por los rivales vecinos. Los trabajadores del resto de Europa y América son llamados a tragar sacrificios en sus condiciones de vida más básicas (calentarse, cocinar, iluminar sus casas) en «solidaridad con Ucrania». Pero la palabra Ucrania, en ese contexto no señala a la gran masa de los habitantes de su territorio, sino al negocio de sus dueños y aliados.

Esta guerra, como todas las demás, expresa que «sacar el negocio adelante», el objetivo principal de «los dueños de todo ésto», es cada vez más incompatible con la necesidad humana más básica y universal: mantener la vida. Ya tuvimos un adelanto contundente con las «políticas pandémicas»: prácticamente ningún estado dudó a la hora de abrir la espita de los contagios y las muertes humanas cuando la viabilidad del negocio se puso en cuestión. Ahora vemos la versión armada de la misma lógica: la pérdida de vidas de soldados y civiles, rusos o ucranianos, no va a hacer temblar el pulso ni de Putin ni de sus rivales, aunque las usen retóricamente.

Por eso, cada día que pasa sin que los trabajadores enfrenten la guerra imperialista y sus consecuencias, la vida humana en general se devalúa para revalorizar a un capital agónico.

Lleva razón Timmersmans, el invierno está llegando. Hay que ser proactivos. Y plantarles cara. A él, a sus planes de racionamiento y a toda la barbarie destructiva de la guerra sin fin que tratan de sostener y extender todos y cada uno de los estados a ambos lados de la línea del frente.