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¿Quién es quién en la guerra del Nagorno-Karabaj?

02/10/2020 | Caúcaso

El tema de este artículo fue elegido para el día de hoy por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@communia).


Turquía

Turquía es una potencia de economía semicolonial -con todo lo que eso supone hoy- en las puertas de Asia y Europa. El mundo visto desde la perspectiva del ‎imperialismo‎ turco es asfixiante. Sus dos opciones estratégicas históricas: acceder al mercado UE y exportar capitales al mundo túrquico, se vieron cerradas drásticamente hace más de una década. La alternativa erdoganista ha sido apoyarse en los Hermanos Musulmanes para recuperar influencia e interlocución en lo que un día fueron dominios del sultanato -desde Túnez a Qatar y desde Azerbaiyán a Sudán- y batallar, cada vez más abiertamente, por el control de los hidrocarburos en el Norte de Siria y el Mediterráneo Oriental.

En principio un mapa de conflicto tan amplio excedería las capacidades militares y financieras turcas. Pero Erdogan no ha jugado todas sus piezas de golpe. La situación actual, con conflictos abiertos en Libia, Siria, la frontera marítima con Grecia y Chipre, Azerbaiyán e Irak ha sido el resultado de las dificultades más que de los éxitos de la estrategia en los últimos tres años. Turquía sigue la antigua norma estratégica china: cuando el juego se vuelve adverso amplía el campo de batalla.

Fue el estancamiento del enfrentamiento en Siria -que estuvo a punto de llevarse el régimen turco por delante- el que precipitó un cambio de estrategia en Libia. Fue la intervención egipcia y el control por fuerzas rusas de las principales plantas petroleras libias, que obligaban a Erdogan a elegir entre el estancamiento del avance de sus aliados o una escalada que no podría sostener indefinidamente, lo que le llevó, en julio, a amagar por primera vez un nuevo frente en Azerbaiyán... en pleno patio trasero ruso. El amago, sirvió para dejar una buena cantidad de equipamiento militar que el ejército turco simplemente no recogió antes de volver a casa tras las maniobras conjuntas que siguieron. Pero ha sido finalmenteel desmoronamiento de la estrategia de ambos bandos ante las movilizaciones a los dos lados de la línea del frente libio, lo que le ha decidido a azuzar hasta el final la reapertura de hostilidades en el Nagorno-Karabaj apoyando a Azerbaiyán.

Francia, Alemania, Italia, EEUU y otros en el grupo de Minsk

No es de extrañar que Francia esté a la vanguardia de las declaraciones y propuestas de sanciones contra Turquía. La guerra civil siria desplazó aun más a Francia tanto en la propia Siria como en Líbano -donde Hezbollah, aliado de Irán, sigue cerrándole el paso incluso ahora. Tanto se vio desplazada que acabó teniendo que aliarse con la facción más frágil... el PKK-YPG kurdo, lo que suponía aceptar un papel de comparsa con EEUU y enfrentarse directamente a Ankara. También en Libia Francia se ha visto desplazada al punto de abandonar de mutu propio la misión OTAN -la primera vez que ocurría algo así en la historia de la organización- tras no encontrar apoyo entre los aliados después de un peligroso roce con la armada turca.

Y para rematar, el estado francés lleva tiempo en una auténtica cruzada republicana en su propio territorio contra los Hermanos Musulmanes. Hoy mismo Macron presentaba la última campaña contra ellos y los salafistas. El patronazgo turco es para Francia un problema de política interior.

Ahora Francia ha sido la primera en salir a acusar a Turquía de transportar mercenarios islamistas sirios, igual que ha sido el principal aval de Chipre y Grecia para imponer sanciones UE a Ankara... sanciones que finalmente no se han aprobado por la presión alemana, que moviliza a países como España o Italia en su política de apaciguamiento.

¿Por qué Alemania quiere apaciguar a Turquía y está dispuesta a echar a los perros a Chipre y Grecia? En primer lugar porque en el negocio del gas en el Mediterráneo Oriental ganan Francia, EEUU, Egipto, Israel... incluso Italia y puede que algo le caiga a España, pero no a Alemania. En segundo lugar porque Turquía es su principal fuente de suministro de gas alternativo a Rusia (NordStream, NordStream 2 y Ucrania) y EEUU (por barco). Y para rematar, Turquía amenaza con volver a abrir la puerta a los refugiados, azuzando las divisiones entre Alemania y sus vecinos y las tendencias levantiscas de la mayoría xenófoba de la pequeña burguesía alemana.

¿Tiene posibilidades el grupo de Minsk de jugar algún papel relevante en el conflicto? Dependerá exclusivamente de la estrategia rusa. De momento, como adelantamos, el primer acuerdo tácito entre Rusia y Turquía, en bandos opuestos aquí también, ha sido dejar fuera a los demás miembros del grupo de Minsk. Ayer mismo Erdogan decía al Parlamento turco:

Dado que Estados Unidos, Rusia y Francia han desatendido este problema durante casi 30 años, es inaceptable que estén involucrados en la búsqueda de un alto el fuego.

Irán e Israel

Minoría azerí en Irán.[/caption]

Nada más ridículo en los medios en estos días que los intentos de presentarnos la guerra como la proyección de divisorias religiosas. No solo es que el sunismo turco y el chiismo azerí no tengan nada que ver. Es que la principal potencia chií, la República Islámica de Irán... juega con Armenia. O mejor dicho, contra Azerbaiyán. Mientras que Azerbaiyán se está apoyando en Israel casi tanto como en Turquía.

Azerbaiyán es la referencia nacional de los azeríes de Irán, a los que el nacionalismo azerí espera agrupar un día. Tiene una larga tradición de asilo de opositores al régimen clerical iraní y para colmo se ha permitido financiar grupos disidentes, cuando no subversivos en la vecina provincia de Azerbaiyán Meridional con la que hace frontera. Además uno de sus principales compradores de hidrocarburos es Israel, a quien sirve también como base crítica para la vigilancia de Irán.

Israel viene armando abiertamente al ejército azerí con misiles antitanques y misiles tierra-aire. Y el ministro de defensa azerí, Hajayev, confesó el otro día que estaban usando drones de reconocimiento y ataque, tanto convencional como kamikaze, los famosos Harop. Y si todo esto fuera poco nada más comenzar las hostilidades, se reportó el viaje de dos grandes aviones de carga militares a una base militar en Israel. No volvieron cargados de tomates cherry.

Irán, por su lado, está armando a Armenia aunque los mismos ayatollahs que fletan las cargas para el gobierno de Erevan lanzan comunicados rituales mostrando su solidaridad con los hermanos chiís de Azerbaiyán.

Pakistán

La prensa india reportó la presencia de soldados pakistaníes en el ejército azerí, cosa que Islamabad ha negado tajantemente después. Es posible que se trate de fuerzas irregulares cachemiras -apoyadas por Pakistán-, de instructores de la inteligencia pakistaní o simplemente de un bulo. Pero hay una base de verdad. Turquía ha apoyado cada vez más abiertamente la posición pakistaní en Cachemira frente a India. Y el de Islamabad fue de los pocos gobiernos en apoyar a Ankara en Siria. Es muy probable que Pakistán intente jugar alguna baza en esta guerra si no lo está haciendo ya.

Rusia

La relación de Rusia con el gobierno de Pashinyan no es tan diferente a la que sostiene con Lukashenko aunque parezcan opuestos. Pashinyan llegó al poder hace dos años calbalgando la última revolución de colores. Rusia no es nada amiga de cambios políticos drásticos en su frontera y Pashinyan no cayó bien. Pero lo que determina la política imperialista de Moscú no es ninguna obcecación ideológica. Así que conforme Pashinyan se aposentó en el poder, Rusia maniobró para asegurar con éxito que Armenia siguiera alineada con sus intereses imperialistas fundamentales. No le costó mucho. A la burguesía armenia le encanta fantasear con el potencial inversor de la diáspora, promover jornadas culturales con la Alliance Française y organizar shows de start ups con fondos británicos. Pero al final sus fronteras dan a Turquía, Azerbaiyán, Irán y Rusia. La misma Rusia en cuyo molde stalinista y post-stalinista se constituyó su burguesía nacional y que es, además, su principal socio comercial.

Rusia, tiene una alianza militar con Armenia que no ha cambiado con el gobierno de Pashinyan... y una base militar atenta a Turquía en la frontera. Aunque también venda a Azerbaiyán material militar, la relación no es ni mucho menos simétrica. Y tampoco por ninguna similitud religiosa, si es que se puede considerar similares en algo a la ortodoxia rusa y la armenia. Como apuntaba Mevlut Çavuşoğlu, el ministro de exteriores turco, en una entrevista esta semana:

Si Armenia no hubiera contado con el apoyo de otros países de Occidente, pero sobre todo de Rusia, no podría ser tan valiente hoy.

Rusia, mucho más sólida militar y políticamente que Turquía o el resto de implicados sobre el terreno, no va a apresurarse a responder. El tiempo juega a su favor: cuanto más deje pasar el tiempo más clara será la impotencia de EEUU y Francía y más clara quedará la dependencia de Armenia. Puede que Rusia simplemente se reserve a sí misma el papel de árbitro final.

Pero hay ya una línea roja en marcha que podría llevar a una intervención rusa más directa antes de lo esperado. Turquía está moviendo milicias islamistas y jihadistas sirias desde Libia... y Rusia no se puede permitir una masa de mercenarios islamistas en una parte del Cáucaso que le costó años y cientos de miles de víctimas llegar a controlar frente a la insurgencia islámica. Chechenia y Daguestán están a un paso de los frentes abiertos hoy. Pero el presidente azerí Aliyev, hijo de un alto dirigente del KGB que atesora líneas de comunicación personales con Putin, no puede ignorarlo. Y desde luego no lo ignora Macron, que llamó a Putin para discutir este particular ayer jueves. El comunicado del gabinete de la Presidencia francesa remarcó la preocupación por el envío de mercenarios sirios por parte de Turquía a Nagorno-Karabaj. En el resumen del Kremlin esta parte fue excluida, aunque luego TASS recogió el tema dando como fuente a los franceses y dando por enterados a los responsables rusos.

De momento Armenia hace referencias retóricas a su voluntad de alcanzar un alto el fuego basado en el alcanzado en 1994 con la mediación del grupo de Minsk. Pero es pura retórica. De hecho, Lavrov y Çavuşoğlu mantienen la línea abierta para mantener el conflicto fuera del alcance de franceses y estadounidenses. Y en las cancillerías europeas y en Washington crece la incómoda sensación que Nathalie Loiseau, la ex-ministra macronita de asuntos europeos, confesaba a la prensa griega hablando sobre Libia y el Mediterráneo Oriental: bajo el conflicto armado, Turquia y Rusia comparten un interés común que les lleva a colaborar aun mientras mantienen guerras por medio de actores interpuestos. Al final, excluyen del botín a todos los demás.