Cerrar
Emancipación;

Communia

Internacionalistas

Blog de Emancipación

También mantenemos el
Diccionario de Marxismo,
la Escuela de Marxismo y los canales @Communia (noticias internacionales) y @Huelga (huelgas en el mundo) en Telegram.

Comunicados de Emancipación

Buscar

  • También puede serte útil nuestro Mapa de navegación: todos nuestros artículos organizados en secciones y ordenados cronológicamente

Entender el ahora

Su moral y la nuestra

En el comunismo...

Decadencia: El antagonismo entre el crecimiento capitalista y el desarrollo humano

Los límites del conocimiento bajo el capitalismo

Historia de clase

Crítica de la ideología

Los orígenes de la ideología y la moral burguesa

¿Qué son los tipos de interés negativos y qué significan?

11/06/2019 | UE

La noticia del día es que el BCE se prepara para los tipos negativos. Los bancos cobrarían por guardar el dinero y pagarían a quien lo tomara prestado para invertirlo. ¿El mundo al revés? ¿Qué significan los tipos negativos? ¿Por qué llega el Banco Central a ésto?

La teoría monetaria que usan los bancos centrales les da una herramienta principal: el tipo de interés. ¿Baja la actividad económica y aparecen tendencias hacia la deflación? El banco central presta a los bancos a intereses más bajos, aumenta el dinero en circulación y se supone que la actividad económica se recupera porque, costando menos disponer de capital, habrá más capitalistas y fondos dispuestos a invertir. ¿Qué los precios -y salarios- suben demasiado rápido y amenaza una crisis inflacionaria? Suben los tipos de interés, se reduce el crédito concedido y bajan las inversiones y con ellas la actividad económica, dejando un reguero de parados lo que a su vez baja los salarios y estabiliza los precios.

Enfrentado a la crisis financiera de 2008, el BCE bajó los tipos de interés hasta un nivel desconocido hasta entonces. Prestar muy barato a los bancos debía en teoría, hacer llegar el dinero a las empresas a través de ellos tanto a los inversores como a los consumidores, permitiendo una huida general hacia el crédito. Dicho de otra manera: lo que el mercado no podía pagar para consumir, se pagaría con créditos baratos. Era la versión a una nueva escala del mismo movimiento que había estado bajo las burbujas anteriores.

Pero la verdad es que los bancos tenían los balances llenos de empresas quebradas por falta de demanda, de pisos que se habían devaluado hasta menos de la mitad de su valor y de activos especulativos que, cuando se miraban de cerca, no valían nada. Cuando empezaron a recibir dinero barato empezaron a comprar deuda pública de estados europeos -sin otro riesgo que una caída general del sistema- que les pagaba más que lo que les costaba el dinero del banco central. Así limpiaron los balances poco a poco, vendiendo las cosas que habían perdido valor y sustituyéndola por deuda «segura» del estado. Eso sí, aunque el negocio les daba un margen pequeño, era mucho más seguro que prestar a las empresas para que produjeran más y salieran a vender a un mercado muerto. Así que pocos créditos bancarios llegaron a las PYMEs, que fueron «segadas» en masa. No fue ninguna sorpresa. El BCE sabía lo que hacía: su prioridad era salvar a los bancos. Para pasar paulatinamente del rescate encubierto de la banca a la reactivación, fue creando instrumentos nuevos -créditos especiales que los bancos solo podían prestar a empresas o particulares- y bajando aun más los tipos de interés. ¿Resultado? Tipos cero. El dinero pasó a «ser gratis» para los bancos... y ni por éso, el crecimiento llegó a tomar fuerza. El mecanismo que, en teoría, ligaba el dinero barato a la reactivación económica, se había roto.

Pero el tipo de interés es algo más que una «palanca» del banco central. Lo que los bancos ofrecen por los grandes depósitos corporativos es precio mínimo al que las empresas están dispuestas a colocar su dinero en un banco. Si reinvertirlo en sí mismas o en otras les ofreciera más, no colocarían grandes depósitos en los bancos. Es decir, el tipo de interés recibido por las empresas mide la rentabilidad básica del capital.

¿Qué ocurre hoy? En Alemania, los depósitos remunerados por debajo de cero representan ya el 15% del total de depósitos y alrededor del 50% de depósitos de empresas. Es decir, las empresas alemanas, en teoría las más sólidas del continente, pagan a los bancos para que les conserven el dinero. Que a todo lo que aspiran es a mantener el grueso de sus beneficios acumulados «sin perder demasiado»... Eso significa que son incapaces de aplicar ese capital a la producción o la especulación para obtener un beneficio. Es más, que la expectativa no es ni siquiera conservarlo en su integridad, sino tener pérdidas y que las pérdidas que les ofrecen los bancos (el típo de interés que les cobran por guardarlo) les resultan «rentables». Es decir, lo que pagarán al banco por tener su dinero en él -el tipo de interés negativo- es menos que lo que esperarían perder si lo reinvirtieran en su propia actividad.

Parar de una vez la apisonadora

¿Qué significan los tipos de interés negativos? Que los capitales nacionales europeos no están consiguiendo reproducirse con éxito, que la ‎acumulación‎ no está funcionando. ¿Motivo de alegría? Ninguna. El capitalismo es un sistema de explotación de una clase por otra. La primera forma de responder por parte del estado y del capital nacional al «fallo» en el mecanismo de ‎acumulación‎ es aumentar la explotación. Y hacerlo con cada vez menos contemplaciones. La segunda luchar por acceder a nuevos mercados a toda costa. La primera significa ‎precarización‎ y ‎pauperización‎, la segunda el camino hacia la guerra.

¿Cabe esperar otra «solución»? No mientras aceptemos que las necesidades humanas -lo que reivindicamos en cada huelga o lucha- estén supeditadas a que las empresas y los capitales obtengan beneficio. El capitalismo se ha convertido en una apisonadora sin frenos que avanza en mitad de la multitud sin control. No hay «otra dirección» que darle. Hay que sustituirlo como base de la organización social. No faltan capacidades productivas a la Humanidad para organizarse de acuerdo a las necesidades humanas. Lo que nos hace falta, como especie, es que los únicos que podemos hacerlo, los únicos cuyos intereses no están ligados de una manera u otra al beneficio, los trabajadores, empecemos a decir basta, a reclamar más paga por menos jornada, trabajo garantizado para todos, alimentos, energía y conectividad gratuitas... no mañana, ya. Antes de que todos seamos aplastados por una máquina sin freno y sin destino.