Qué es el «apretón monetario»
La crisis argentina no afloja. Como era predecible, el préstamo del FMI no bastó para revertir la huida de capitales. El dólar, que hace un año rondaba los 17$ llegó a tocar los 40$ y está está en este momento a 39,51. Una devaluación del 98% que se hizo sentir inmediatamente en los salarios... y en el gasto público. El «recorte» de los servicios públicos que mantienen cosida con pespuntes a la sociedad argentina, es parte del acuerdo récord con Lagarde y el FMI y arrasarán el salario indirecto de los trabajadores. Se acabó el «gradualismo». Y por si hubiera dudas, este lunes comenzó la «política de emisión cero» y «bandas cambiarias», el llamado «apretón monetario».
El «apretón monetario» no es otra cosa que una estrategia para retirar el mayor número posible de pesos de la circulación. El banco central no restringe brutalmente el crédito a los bancos en la esperanza de que ante la escasez de pesos se eleve su precio -el tipo de interés- y la inflación frene en seco. Los primeros en perder liquidez serán pues los bancos... lo cual tiene sus peligros. Y no son menores. La idea del gobierno es que ante unos tipos de interés salvajes (70% hoy) las empresas prefieran cerrar la línea de crédito que usan para pagar salarios y decidan gastarse los dólares que supuestamente atesoran. Y que lo mismo pase con las familias de la pequeña burguesía cuando vean que no tienen como pagar la cuota de la tarjeta de crédito a fin de mes.
Pero en Argentina hasta las tiendas de conveniencia («los chinos») financian las compras cotidianas, muchas pequeñas y medianas empresas no tienen cuentas en divisa y el 90% de los argentinos, incluida toda la clase trabajadora, no tiene ahorros en dólares. ¿Qué pasará con ellos? Muchos verán que el salario no llega. La mayoría que no tienen manera de pagar siquiera lo adeudado para pagar las compras de básicos del mes anterior.
Diluvia sobre mojado. Los salarios ya han perdido de media más de un 30% sobre la inflación en un país con el 27,3% de población vive en la pobreza. Añadámosle la imposibilidad de financiar compras básicas y la previsible masificación de la morosidad de las empresas a la hora de pagar salarios. Resultado: una nueva caída del consumo que se suma a todo lo anterior. La bola de nieve de los cierres de empresas y los despidos definitivamente en marcha.
¿En qué está pensando el gobierno? Ante todo en salvar el capital nacional. Necesitan parar la sangría de capitales y hacerlo pronto porque cuando hablamos de devaluación quiere decir que el capital nacional como un todo pierde valor. Eso significa elevar la tasa de ganancia a toda costa. Y la forma de hacerlo es forzar una recesión que baje los salarios reales aun más.
El problema es que la causa de la baja tasa de ganancia argentina al final es la ausencia de mercados externos suficientes como para poder sostener el desarrollo. Por eso es tan sensible a la guerra comercial. Esa falta de mercados externos hace que no haya suficientes colocaciones rentables del capital en el mercado interno y por tanto que baje la tasa de ganancia y el nuevo capital formado en cada ciclo de acumulación tienda a huir a la especulación en los grandes mercados financieros. La forma rápida de parar la aceleración del proceso es bajar el conjunto de los salarios para mejorar la tasa y traer capital de vuelta. Las cuentas de la lechera en las que la burguesía argentina vive permanentemente, llevan al macrismo a poner el horizonte en marzo, cuando una nueva -y mejor- cosecha aportaría 7.000 millones de dólares extra. Sinceramente, es una apuesta improbable dado el contexto mundial. Y de fondo, una vez más, emerge la inviabilidad del «modelo exportador» que no es, ni mucho menos, exclusivamente argentino. El problema no es de una determinada gestión o de tal o cual política, es que el capital nacional argentino no tiene otro lugar posible en el mundo, no hay estrategia que arregle haber entrado en el juego de las sillas musicales cuando ya no había sillas para todos. El imperialismo no es algo de lo que un país o un capital determinado se pueda «liberar». La única forma de librarse de él es superar el capitalismo como un todo.
En su huida hacia delante, la burguesía argentina sabe que segará a la pequeña burguesía, obligándole a liquidar stocks y asumir pérdidas. No es su objetivo prioritario y de hecho ha intentado evitarlo, pero a estas alturas son solo un «sacrificio necesario». No es demasiado preocupante para ella. Aunque la pequeña burguesía pueda meter ruido, siempre será «patriótico», siempre será fiel, de una manera u otra al capital nacional del que bebe y en el que espera elevarse.
El único problema potencial real de la burguesía nacional y global en Argentina son los trabajadores. Y ahí la jugada sigue un guión bien conocido: sindicatos e izquierda vuelven a vendernos que el problema es el FMI y el objetivo salvar al capital nacional del «colonialismo» del Fondo. Cualquier cosa con tal de desviar la atención sobre lo único que puede superar este sistema criminal: poner las necesidades humanas por delante de las de la acumulación afirmándonos como clase. Sacrificarnos por el capital nacional, por la nación, delirando con una supuesta opresión del capital nacional que solo sienten los pequeños industriales cuando se convierten en daño colateral, es la forma de llevarnos a la inmolación. Porque la única forma de «salvar» al capital nacional (y al internacional) es aumentar su rentabilidad y eso pasa necesariamente por precarizarnos y empobrecernos. Y la única manera de plantar cara a esto es no aceptar la «sensatez» de un capital que ya solo sabe destruir capacidades productivas empezando por la más importante de ellas: nosotros.