Qué aprendimos de las luchas de trabajadores en 2019
Un punteado de algunas de las luchas más importantes de 2019 en todo el mundo, sus límites, sus triunfos y las principales lecciones que pudimos sacar de ellas.
Una gran huelga en el sector automotriz de EEUU siempre es algo a analizar. La huelga de General Motors reflejó la frustración de los trabajadores ante el discurso de los «sacrificios» de la década de crisis y una combatividad creciente en el contraste ante el triunfalismo económico de la era trumpista. Pero más allá, organizada por el sindicato UAW, sobre todo ha mostrado la profunda debilidad de los trabajadores en EEUU. No le faltó detalle: supeditación de las reivindicaciones al dividendo de la empresa, nacionalismo, división de los trabajadores por grupos de contrato... ¿Hay que añadir que no ofreció resultados reales? La principal reivindicación de los trabajadores, el fin del sistema doble de salarios, no se ha visto realizada y el sistema sigue en pie. En realidad era imposible desde su mismo planteamiento: el principio básico de la lucha de los trabajadores es poner por encima de la expectativa de resultados del capital las necesidades humanas, genéricas de los trabajadores. Sin eso es imposible avanzar siquiera el primer paso: aumentar la explotación siempre mejorará los resultados directos del capital.
La explotación de los trabajadores no es la suma de «explotaciones» empresa a empresa. El capitalismo es un sistema de explotación de una clase por otra. Desde el punto de vista del capital el «tejido empresarial» es un sistema de vasos comunicantes por el que se mueve el capital. Un sistema que iguala los resultados de cada aplicación de inversión en función de su participación en el total del capital nacional dada una productividad media, premiando las «mejoras» en la explotación como desviaciones sobre la media y castigando las desviaciones por debajo.
Por eso, afirmar que sin beneficios no se pueden satisfacer las reivindicaciones de los trabajadores es lo mismo que decir que la empresa «no puede» perder posiciones en la ordenación relativa del capital total. Decir que la «inflexibilidad» de los trabajadores «condena al cierre» es lo mismo que decir, que el capital nacional está dispuesto a cortarse un tentáculo antes que perder rentabilidad global.
«Francia: Huelga de ferroviarios supera a los sindicatos», 5/11/2019
¿La lección principal de General Motors? Para afirmar nuestras necesidades la lógica sindical, tan interesada en la salud del capìtal global como los capitalistas mismos y el estado en el que unos y otros se funden, no vale... ni siquiera cuando convocan la huelga ellos. El problema no es la dirección de tal o cual sindicato, sino ser dirigidos por sindicatos.
La antítesis de la huelga de GM llegó en octubre, con la lucha de los trabajadores del centro de mantenimiento ferroviario de Châtillon, verdadero centro neurálgico de las redes de tren de alta velocidad del oeste francés. La huelga fue una verdadera «sorpresa» para el estado y sus órganos. Los ferrocarriles franceses, la SNCF, son uno de los buques insignia del sindicalismo. Los ferroviarios se encuentran dentro de una camisa de fuerza sindical, diseñada para disipar la lucha de clase. De ahí la «sorpresa» ante una lucha que comenzó por romper el cepo sindical y venció los sucesivos intentos de sindicatos, empresa y gobierno por devolverla al redil.
El fracaso de los intentos de reencuadramiento sindical -en especial del «sindicalismo de base» o «sindicalismo combativo» del sindicato SUD, colocaron la huelga en una posición extraordinaria: la posibilidad de extenderse sobre una base de reivindicaciones común a todos los trabajadores sin importar empresa, contrato o sector.
Hoy más que nunca, entender la lucha de clases como una lucha limitada a la empresa o incluso al sector es meterse en la trampa sindical de motu propio. La forma de salir es extender las luchas. Pero las luchas no se extienden mediante el idealismo de las formas, sino por la materialidad de sus contenidos, contenidos que se expresan en consignas y reivindicaciones. Por eso los comunistas debemos no solo llamar a la unificación y la extensión de la huelga, sino a darle un sentido político aportando consignas que permitan articular esa extensión no solo en SNCF sino más allá, poniendo coto a la lógica sindical de supeditación. Para empezar: ¡Despedidos y precarios para dentro de nuevo! ¡Menos horas de trabajo y más paga!
«Francia: Huelga de ferroviarios supera a los sindicatos», 5/11/2019
A pesar de todos los discursos del estado, los sindicatos y las empresas machacando que no podían «conceder» nada al margen de los resultados, la empresa cedió y se comprometió a hacer realidad todas las reivindicaciones de los trabajadores. Simplemente una huelga salvaje en el ferrocarril era demasiado «explosiva», tenía demasiado potencial de extensión como para que arriesgaran. Ellos si que entienden que este es un sistema de explotación de una clase sobre otra, por eso juzgan las luchas de los trabajadores en las empresas desde su potencial para convertirse en lucha de clase contra clase. Por eso, la extensión es lo que más temen.
Apenas había arrancado el año cuando 70.000 trabajadores se ponían en huelga en más de la mitad de las maquilas de Matamoros, enfrentando no solo a los patrones sino, sobre todo, superando y doblegando el control sindical, venciendo la represión patronal y policial y extendiendo en el tiempo y el número de empresas una movilización masiva.
La dirección de la huelga la toma la asamblea abierta de trabajadores en la plaza de Matamoros. Todo el mundo puede tomar la palabra. Aparece pronto una nube de «consejeros» de los trabajadores y entre ellos, con especial pompa, la licenciada Susana Prieto. Prieto, que viene presentada como el coco de los sindicatos charros (oficialistas), viene con una metáfora: «los sindicatos son como los zapatos, cuando no sirven para caminar se cambian por otros nuevos». Prieto deriva la organización de la lucha de la asamblea a un nuevo «sindicato democrático» que ella misma organiza. Inevitablemente, las consignas se transforman, abandonan el terreno de las necesidades, descarrilan hacia el «reconocimiento» de un nuevo cuerpo burocrático en el estado. Entran AMLO, la licenciada, las momias sindicales priistas... La movilización se va deshaciendo y perdiendo cohesión interna. Cuando la desmoralización es un hecho, los «acuerdos» sindicales rematan la lucha. «Cuando se está en terreno enemigo mejor tomar lo que te ofrecen y salir cuanto antes de que sea peor». Todavía volverán en los meses siguientes huelgas bajo el patrón asambleario. Pero se verán solas, desarraigadas de lo que había hecho poderosa a la anterior: ser una movilización general de los trabajadores en tanto que tales organizados fábrica a fábrica: lucha de clases, lucha como clase. Aisladas del conjunto, serán reprimidas y acalladas en unas semanas. Miles de trabajadores pasarán a las «listas negras» para no ser contratados en las maquilas y fábricas del norte.
¿Qué aprendemos de Matamoros?
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En primer lugar que la fuerza real de los trabajadores aparece cuando se lucha como clase, no como trabajadores de esta empresa o aquella. Las asambleas, la ruptura con el sindicalismo oficial... sirvieron para extender la lucha, porque si no es dirigida por los propios trabajadores se hubiera estancado en lo de siempre sin llegar a ningún lado. El resultado fue una lucha masiva de «los trabajadores frente a las maquilas» que puso en jaque a capital global. Cuando se volvió a la lucha de «los trabajadores de la empresa X» frente a «sus» sindicatos y patrones, la correlación de fuerzas volvió a ser claramente adversa. La represión de más de 7.000 trabajadores en listas negras hubiera sido inimaginable en el estadio anterior.
La diferencia entre una lucha de clase en el ámbito de la empresa y una lucha como clase, es que la primera, encerrada en los muros de la empresa cuestiona la rentabilidad de una aplicación del capital y solo potencialmente al capital en su conjunto, mientras que la segunda, la lucha en tanto que clase que se extiende más allá de las empresas para presentar un frente único de necesidades humanas, cuestiona al capital en su conjunto al punto en que no puede optar por sacrificar ninguna aplicación particular.
«Francia: Huelga de ferroviarios supera a los sindicatos», 5/11/2019
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El «sindicalismo democrático» y su falsa oposición con el «sindicalismo charro» solo es una particularidad mexicana en los términos. En Asia, Europa o América del Sur puede llamarse «sindicalismo de base» y plantearse como opuesto a la «burocracia sindical», pero es exactamente lo mismo. La alternativa a los sindicatos no pueden ser «otros sindicatos»... o las huelgas se verán aisladas y derrotadas como siempre.
Pero donde se hizo evidente la incompatibilidad entre extensión y sindicatos fue en Chubut, Argentina. Aun bajo la égida de sindicatos locales de sanitarios o docentes, el movimiento se extendió por toda la provincia pero siempre dentro de las divisorias de oficio propias de la organización sindical. Nunca llegó a existir una organización/asamblea de los trabajadores como tales. Y sin embargo, el impulso hacia la extensión estaba ahí, planteándose abiertamente asamblea a asamblea, pugnando por llevar la lucha de una empresa o servicio al de al lado y de una provincia a otra.
Frente a ella, los sindicatos jugaron la carta de la falsa «extensión» de los paros sectoriales con un «paro nacional de docentes» que, obviamente, quedó como mera muestra de solidarias intenciones, absolutamente desbravado en su contenido reivindicativo. Aunque se hubiera llegado incluso a una huelga general nacional así, sector a sector, es decir sumando el control de los aparatos sindicales uno a uno, a lo más que serviría es a lo que han servido todas las huelgas generales sindicales hasta ahora: procesión masiva, expresión del descontento y… nada, todos a casa.
La lección de Chubut es que la extensión sindical de las luchas es una extensión castrada, supeditada a la eliminación de aquello que hace que la extensión real suponga un aumento exponencial de la potencia y capacidad de las luchas para imponer sus reivindicaciones y seguir avanzando.
Un balance del año
Si el 2018 planteó de nuevo la emergencia y protagonismo de la lucha de clases de los trabajadores, este año 2019 ha puesto sobre la mesa sus principales retos: el cepo sindical, la necesidad de extensión de las luchas y la necesidad de llevarla adelante mediante la auto-organización en asambleas. Todas estas cuestiones están abiertas al punto de que son el centro de importantes movilizaciones en marcha hoy como la de las pensiones en Francia.
Como vimos ayer en el balance de las «revueltas populares», la revuelta de la pequeña burguesía, ajena a los trabajadores en Cataluña o Hong Kong, ha conseguido sin embargo arrastrar a los trabajadores en muchos otros lugares por todo el globo. Hasta ahora, los trabajadores han sido incapaces en estos países de imponer su propio programa y tomar la dirección de estas revueltas. La «transversalidad» reina en ellas y es cada vez más peligrosa en la medida en que, inevitablemente tiende a convertirse en base de encuadramiento para el conflicto imperialista.
El desarrollo de las luchas y huelgas comienza sin embargo a mostrar elementos de liderazgo social, aunque todavía muy limitados. Es lo que hemos visto en las movilizaciones de los estudiantes contra la precariedad. Es cierto que los planteamientos de clase solo movilizaron al tercio de estudiantes que son trabajadores precarizados y que en su gran mayoría son además hijos de familias trabajadoras. A día de hoy no hay capacidad de arrastrar a la pequeña burguesía bajo las reivindicaciones de los trabajadores... pero si para decantar las posiciones de clase en entornos tan adversos, tan dominados por el estado y la pequeña burguesía como la enseñanza universitaria.
La clave en 2020 estará de nuevo en la maduración y extensión de las lecciones de todas estas experiencias anteriores, en un marco donde una nueva oleada de ataques directos a nuestras condiciones de vida empezará a combinarse, en regiones cada vez más «centrales» del capitalismo global, con la amenaza de la guerra. Como ocurre ahora en Francia con las pensiones, esto significa que probablemente las huelgas de empresa perderán peso relativo frente a las jornadas de movilización, las huelgas generales y otras formas en las que sindicatos y aparato político tratarán de encauzar el descontento y la necesidad de lucha. Nada como las marchas y las procesiones sindicales, siempre desvinculadas de la organización y la decisión colectivas, para matar la combatividad.
En ese contexto serán más importante que nunca otras formas de organización unitaria de clase, para empezar en en los barrios, pero sobre todo la organización política de los elementos más comprometidos con la perspectiva comunista y capaces de jugar un papel en el desarrollo de la consciencia de clase.
La cuestión es que no es tan fácil romper el cepo sindical aunque una mayoría de trabajadores tenga claro que su papel es poner el lazo a un nuevo trágala del capital nacional. Una situación similar fue característica en las luchas de finales de los ochenta en toda Europa. Y sin embargo sin una perspectiva y unas reivindicaciones concretas que permitan ir más allá, es casi imposible ir más allá de la asamblea puntual que toma la lucha en sus manos. ¿Qué significa ésto? Que la prioridad hoy es formar grupos militantes en el seno de las luchas, grupos que vayan más allá de la concreta de una empresa o una reivindicación determinada. Grupos útiles a la extensión de las luchas pero sobre todo a la extensión y profundización de la consciencia de clase. Sin ese «partido en devenir» jugando un papel activo, las luchas encontrarán inevitablemente un techo demasiado bajo como para alcanzar incluso sus objetivos inmediatos. No hay lucha de clases que vaya a ningún lado sin reconocerse como lucha política.
«La necesidad de luchar políticamente como clase», 20/12/2019
A lo largo de ésta semana iremos publicando nuestro balance de 2019. Hemos comenzado por las revueltas de la pequeña burguesía y las luchas más significativas de los trabajadores a lo largo del año y acabaremos con una visión general del conflicto imperialista y la crisis capitalista.
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Hace un año...
- «¿Qué aprendimos de la lucha de clases en 2018?»
- «2018 el año en que se esbozó la mundialización de la guerra»
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