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¿Puede un virus producir una crisis?

18/02/2020 | Actualidad

Hoy todos los medios nos cuentan que Apple no cumplirá expectativas porque la producción en China se está retrasando porque faltan trabajadores en las fábricas, paralizados por la neumonía o las cuarentenas. En cada país, las grandes empresas lloran en los noticieros su desgracia y cuentan que desplazarán producción a otros países. ¿Está provocando la neumonía de Wuhan, el Covid-19, una crisis económica global?

Los datos de cierre de 2019, que son los que se están publicando ahora, hablan claramente de crisis... antes de que la epidemia asolara China. Japón está en recesión abierta, su PIB cayó un 1,6%. Mientras, por su lado Alemania ve su PIB estancarse lastrado por una recesión industrial que no parece tener fondo. Si la guerra comercial le estaba haciendo daño, la tregua entre China y EEUU está «costándole» cientos de miles de millones en ventas.

No son los únicos datos que hablan de que la crisis se estaba transformando en recesión antes de Wuhan. Si los beneficios netos de Renault cayeron de 3.400 millones de euros el 2018 a 19 millones de euros en 2019 fue debido a una bajada de ventas y la reducción del mercado que es producto de una crisis general de fondo de la acumulación, acelerada por la guerra comercial. Con tasas de ganancia bajísimas y erráticas en su inanidad el capital europeo no acababa de pisar sobre el hielo fino producido por sus propias soluciones a la crisis: bajar la masa salarial y aumentar la precarización. Para ejemplo, España, donde se llama a los bancos a restringir el crédito al consumo porque está aumentando la morosidad en ellos.

Otra cosa es EEUU, hasta ahora ganador de la guerra comercial, que espera crecer un 3% en 2020 sin sufrir grandes tensiones inflacionistas.

El triunfo de la estrategia trumpista de política exterior basada en la balanza comercial y guerra comercial bilateral con sus socios y competidores uno a uno, producían ya una tendencia hacia la renacionalización y automatización de las cadenas productivas. Es decir, la guerra comercial estaría cumpliendo la doble promesa de Trump a la burguesía estadounidense: más puestos de trabajo «de calidad» en EEUU para los trabajadores (supuesta paz social) y sobre todo, nuevas oportunidades de inversión, intensivas en capital (nuevas fábricas automatizadas) para los capitales sobre-acumulados en busca de aplicaciones rentables. EEUU estaría «volviendo a ser grande de nuevo», es decir, llevándose el trozo del león en el reparto global de las ganancias de la explotación global.

Que ésta estrategia es ya una estrategia del capital estadounidense como un todo se ve en los demócratas. Estamos lejos de una Clinton o un Obama acusando a Trump de suicida y contando las bondades del «multilateralismo». Hoy, es Nancy Pelosi y no Sanders, quien insta a los países del mundo a mantenerse alejados de Huawei, uniéndose a la campaña por ganar para el capital norteamericano la tecnología de la infraestructura global del 5G.

Y a todo esto China ya había constatado un duro golpe a su crecimiento. Por eso había acabado pasando por las horcas caudinas del «acuerdo comercial en fase 1» antes de la epidemia y aun a pesar de las dificultades de las cuarentenas está manteniendo las compras concertadas en EEUU a toda costa ante el asombro de los propios norteamericanos.

A día de hoy, el capital chino sí está cada vez más apurado. Es cierto que está esquivando las consecuencias inmediatas más duras del cierre temporal de fábricas y empresas a base de medidas keynesianas de expansión monetaria y estímulos al consumo que están alimentando toda una burbuja bursatil en Europa y EEUU. Pero debajo del espejismo de una demanda artificial, las cadenas productivas chinas están sufriendo realmente las consecuencias de la epidemia y les está costando reabrir por la desmovilización masiva de la fuerza de trabajo. En Shangai el 78% de las empresas no tienen trabajadores suficientes a día de hoy para retomar la producción a pleno ritmo.

Los economistas y la prensa china, pero no solo, calculan que si las cuarentenas masivas se prolongan durante marzo la caída de la producción será tal que la recesión china se sumará a los problemas generales produciendo como resultante una caída del PIB mundial. La recesión global sería inevitable. Es más, si las fábricas no pudieran estar a pleno ritmo aun a principios de verano, los propios EEUU verían desinflarse su mercado de capitales incapaces de trasladar o renacionalizar producción a velocidad suficiente.

Es a medias un cálculo y a medias una advertencia al gobierno de EEUU que está aprovechando sus propias medidas contra la neumonía de Wuhan para apretar aun más en la guerra comercial y obligando a la burguesía china a descubrir su juego de fondo y aceptar con todas las consecuencias que su estrategia a medio plazo pasa por Huawei antes que por la ruta de la seda.

No hay duda de que la presión extra por los efectos económicos de la neumonía de Wuhan no solo acelerará la renacionalización de cadenas productivas sino que también tensará el conflicto imperialista entre EEUU y China. Para muestra, la respuesta del ministerio de exteriores de China a las declaraciones de Pompeo en Múnich contra Huawei, utilizando el escándalo «cryptoleaks»:

Los hechos han demostrado que EEUU es el mayor imperio pirata informático en el espacio cibernético internacional. Las actividades de escuchas de telefonía han alcanzado un punto de deshonestidad, desorden y agitación

Pero la verdad es que EEUU no puede esperar obtener un alineamiento general contra China y Huawei, presentándolos como un riesgo estratégico, mientras al mismo tiempo en vez de repartir juego, recorta déficits comerciales con sus socios uno a uno. China lo sabe y manda señales a los europeos. Y de hecho, el consenso de los analistas sobre el resultado de la Conferencia de Seguridad de Múnich es que la burguesía alemana y de media UE está pendiente de las elecciones en EEUU. Si gana Trump podrían sumarse a la propuesta de Francia de un bloque europeo bajo paraguas nuclear francés que Macron desgrana cada vez más abiertamente y que implicaría un cierto equilibrio con China.

La epidemia de neumonía de Wuhan no es la causa de la recesión que se dibuja en el horizonte. Pero es un acelerador de las manifestaciones de la crisis de acumulación de fondo. Crisis cuyos resultados más temibles no son solo económicos, sino cada vez más, bélicos.