¿Por qué estalló la IVª Internacional?
El 21 de agosto de 1940 León Trotski muere asesinado en Coyoacán por un sicario de la GPU. Deja detrás una «IVª Internacional» a medio cocer. Proclamada el 3 de septiembre de 1938 a partir de la mayoría fracciones de izquierda de la Tercera Internacional, solo una de sus secciones había tenido una auténtica experiencia revolucionaria, la española. Sin embargo, la sección más numerosa e influyente era la norteamericana: el Socialist Workers Party (S.W.P.) de Cannon y Goldman.
La idea bajo la que había nacido la IV Internacional era que tras la derrota del proletariado español, definitiva ya en 1937, se abría el curso a una guerra imperialista que, sin embargo, sería una nueva oportunidad revolucionaria si -como había pasado en la anterior guerra imperialista mundial- se consolidaba una vanguardia capaz de dirigir su paso de guerra imperialista a guerra civil revolucionaria. El camino para eso era obvio para todos: el derrotismo revolucionario defendido y practicao por la izquierda de la II Internacional -Luxemburgo, Liebknecht, Lenin...- en 1914.
Sin embargo, a las pocas semanas de la muerte de Trotski, el S.W.P. comienza a hacer un discurso cada vez más «defensista» y cercano al «antifascismo». La «guerra a la guerra», la «conversión de la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria» se troca en un ambiguo «no-apoyo» y «no-intervención». Cannon, el principal dirigente del S.W.P. se ofrece a apoyar al gobierno de Roosevelt si entra en la guerra si la formación militar de los trabajadores antes de ir al frente, encuadrados en el ejército regular, se deja en manos de los sindicatos. Con todo y a pesar de que es obvio que el S.W.P. bajo esa política no va a suponer ningún peligro para el esfuerzo de guerra de la burguesía americana, en 1941 los principales dirigentes del partido son juzgados en Minneapolis. Su defensa, a diferencia de la de Luxembugo o Liebknecht, resulta vergonzosa. En vez de convertir el juicio en un juicio al militarismo y al imperialismo, juegan a la ambigüedad reduciendo las aspiraciones del partido a una «oposición política» que Cannon resume en seguir «escribiendo y hablando por una política exterior diferente para América». En un momento del juicio llega a decir:
Tanto nuestros miembros como los obreros a quienes influenciamos tienen que ir a la guerra y hacer lo que le digan los gobernantes de este país. Mientras no tengamos una mayoría tras de nosotros, no estamos en condiciones de hacer otra cosa que obedecer órdenes.
No es casualidad pues, que el grupo español en México de la sección española de la IV Internacional, reaccionara. Veían como evidente un deslizamiento hacia posiciones antifascistas que llevarían inevitablemente al apoyo de la propia burguesía contra las potencias del Eje y por tanto a caer en la misma traición de la II Internacional: participar en el reclutamiento, llamar a los trabajadores a unirse a las filas de los ejércitos contendientes -regulares o «partisanos»- para masacrar a sus hermanos de clase de otros países.
Al final de la guerra, este deslizamiento desde el neutralismo a la beligerancia junto con la fracción aliada de la burguesía internacional se materializará en los primeros signos de una vergonzante nueva unión sagrada con la burguesía en la «liberación nacional» de los países ocupados por Alemania como Francia, Italia o Yugoslavia, por no hablar del desarme del proletariado frente a la ocupación de los ejércitos stalinistas. Tanto estos como los movimientos partisanos en Italia o Yugoslavia, caerán como un mazo de plomo sobre los movimientos y levantamientos obreros que despertarán a partir de 1942.
Es entonces, en 1944, cuando el grupo español, apoyado entre otros por Natalia Sedova-Trotskaya -vieja militante bolchevique y viuda de Trotski- elabora «El Socialist Workers Party y la guerra imperialista». Se trata de un documento importantísimo, porque marca el principio de la evolución de los internacionalistas consecuentes de la IV Internacional alrededor de su sección más relevante, la española, la única que se había formado y curtido en un proceso revolucionario batallando al tiempo el fascismo y el stalinismo.
El folleto se centra en la cuestión fundamental del papel de los revolucionarios ante la guerra imperialista y en general ante las batallas entre sectores de la burguesía. Arremete además contra los peligros de las «consignas experimentales» y la «liberación nacional» y esboza las bases para una reconsideración de la naturaleza del estado ruso bajo el estalinismo.
No es sin embargo un texto de balance crítico global. Esperaban al II Congreso de la IV Internacional, que no se celebraría finalmente hasta 1947, para plantear un debate general. Escrito a mano por G.Munis sobre la copia que hemos utilizado estaba la nota:
La oposición a la defensa de Rusia, al programa de transición, y a otras posiciones oficiales, no están expresadas porque esperábamos, para hacerlas, al congreso mundial.
El II Congreso marcaría la salida de los sectores internacionalistas y un balance crítico profundo de la experiencia revolucionaria y de la contrarrevolución.
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Debemos y queremos agradecer el acceso a este documento a ex-militantes del FOR.