Pegasus
Pegasus, el software de espionaje telefónico más potente del momento, entra en la agenda española. El gobierno intenta rebajar las tensiones con el independentismo catalán, cuyos líderes fueron espiados mediante este programa, confesando haber sido víctima de él en los mismos meses que ellos y declarándose incapaz de señalar un culpable. Se trata sin embargo de un intento de equilibrismo peligroso. En aquel momento sólo Marruecos tenía intereses y acceso a Pegasus. ¿El gobierno español azuza de nuevo el conflicto imperialista en el Magreb para salir de un atolladero interno?
Pegasus entra en la agenda española
Ayer, el gobierno comenzó la semana con una rueda de prensa en la que, con la gravedad de una desgracia universal, Félix Bolaños, Ministro de Presidencia, declaró que, al menos los teléfonos móviles del Presidente del Gobierno y la Ministra de Defensa, habrían sido intervenidos hace un año mediante Pegasus.
La confesión pública llega tras semanas de tensiones entre el gobierno y sus socios parlamentarios en el independentismo catalán tras hacerse público que estos habían sido espiados también mediante Pegasus. La reacción de la Ministra de Defensa entonces dio a entender que la intrusión había sido cometida por el CNI -el servicio de inteligencia del estado-, que se habría hecho de alguna manera con Pegasus y lo habría utilizado para controlar el debate interno del independentismo mientras se negociaban los indultos de sus líderes, condenados por el Supremo.
El independentismo, además de dejar en jaque el decreto de medidas de respuesta a las consecuencias de la guerra, exigió la dimisión inmediata de la Ministra. Los dirigentes indepes, agitaban el siempre frágil bloque parlamentario de gobierno.
Pero ahora, parece que en las mismas fechas en que Pegasus era utilizado para monitorizar a los líderes independentistas, el Gobierno también era víctima de una intrusión con el mismo programa. ¿Una casualidad demasiado conveniente?
Pegasus: un descubrimiento ¿conveniente?
Es evidente que la rueda de prensa de ayer pretendía cambiar el eje del escándalo desde la picota en la que los independentistas y otros partidos ponían al gobierno a un nuevo terreno en el que el gobierno aparecería como víctima principal. La respuesta del nuevo líder del PP, Núñez Feijoo, señalando que el momento de descubrir que las escuchas habían afectado al gobierno era «una casualidad no menor» y la de Oriol Junqueras, remarcando que «podría ser una cortina de humo», dieron el tono de la incredulidad general.
Y la verdad es que hay razones para el escepticismo y la desconfianza. Pero no para poner en duda que las escuchas y hackeos hayan ocurrido.
De hecho resulta llamativo que cuando, en julio de 2021, se destapó globalmente el mapa de escuchas de Pegasus y quedó claro que entre las víctimas había periodistas españoles, el estado no investigara ya sus propias comunicaciones para saber si estaban siendo interferidas.
Resultaba llamativo que el siempre exhaustivo espionaje marroquí hubiera puesto en su foco al mismísimo Macron y a los encargados de cubrir Marruecos en la prensa española y sin embargo hubiera dejado de lado a Sánchez y sus principales ministros en mitad de la crisis de relaciones más grave desde la Marcha Verde.
Y de hecho, hoy se hizo público que no fue así. La entonces Ministra de Exteriores, González Laya, confirmó en esas fechas que su teléfono había sido hackeado con Pegasus. El gobierno calló entonces. Hoy aduce que «no pudo confirmar la autoría del ataque» en aquel momento. Pero ¿no resultaba obvia?
¿De dónde sale Pegasus y por qué Marruecos dispone de él?
El escándalo Pegasus estalló en junio de 2021. El diario israelí Haaretz hizo público entonces que Israel había prestado este software que «permite controlar cualquier iPhone con un click» a Arabia Saudí. Dentro de Israel el escándalo se enmarcaba en la presión contra Netanyahu. Pero globalmente destapó el uso que Israel había hecho de sus «ciber-armas» para consolidar la «Alianza de Abraham» con saudíes, emiratíes y... marroquíes.
Desde el primer momento estuvo claro cuál iba a ser el objetivo que el Majzen iba a dar a este software y qué esperaba obtener Israel de la jugada marroquí para afirmarse sobre el Sahara y doblar el brazo de las principales potencias UE aislando a Argel.
El acercamiento a Israel celebrado por EEUU, daba acceso a nuevas tecnologías militares y de ciber-espionaje a los servicios de inteligencia y el ejército marroquí. Como se supo en julio, entre estas nuevas herramientas estaba «Pegasus», un software con el que los servicios marroquíes espiaron, entre otros, a toda la dirigencia y mandos militares argelinos. Cuando estalló el escándalo, el gobierno marroquí negó toda implicación y el argelino se mostró «profundamente preocupado».
Pero el Majzen no iba a cejar en su presión. Durante la visita de Yair Lapid, ministro israelí de Exteriores, el día 12, el político mostró «preocupaciones sobre el papel que juega Argelia en la región y su acercamiento con Irán». Era un ataque en toda regla a la credibilidad de la diplomacia argelina ante la UE, Arabia Saudí y Egipto, que toman distancia ante la anexión de las antiguas provincias españolas del desierto. Lapid remataba además diciendo que «estratégicamente, lo que estamos creando aquí es un eje diplomático de Israel, Marruecos, Egipto, Jordania, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, que presenta una alternativa pragmática al extremismo religioso».
Marruecos y Argelia: nuevos pasos hacia una vieja guerra, 2/9/2021
Marruecos y Pegasus, un equilibrismo imposible
En junio-julio de 2021 era público que el Majzen estaba interfiriendo a troche y moche teléfonos de políticos, militares y periodistas en Francia, Argelia y la propia España. Que el Gobierno español creyera, en un contexto de confrontación con Marruecos que fuera a quedar fuera del alcance de Pegasus no resulta creíble. Que habiendo constatado el hackeo por Pegasus del móvil de la Ministra de Exteriores no sumara dos más dos, también. Y que esperara hasta ahora para chequear los teléfonos del Presidente y de la Ministra de Hacienda es realmente absurdo.
Pero el récord absoluto del absurdo es la respuesta. El Gobierno ha denunciado las escuchas ante la Audiencia e insistido en que se trató de un «ataque externo». La fórmula, cuidadosamente medida, pretendía mantener una puerta abierta a un origen no necesariamente estatal. De hecho, todos los periódicos y medios repitieron la misma fórmula: «no concretan si al hablar de ataque externo puede ser por parte de otro país o de alguna gran corporación multinacional».
¿Que pretendían con ésto? Básicamente evitar reabrir el melón marroquí jugando una vez más la carta de la inocencia infantil con el Majzen.
Parece ridículo y lo es, pero todo indica que para rebajar tensiones con el independentismo catalán movieron el foco hacia Pegasus... fingiendo demencia sobre la relación de Marruecos con el software israelí.
Se trata de un equilibrismo imposible. El problema no es la inconsecuencia de las alharacas del gobierno y sus llantos victimistas. El problema es que la confesión de incompetencia se enmarca en una política frente al Majzen y Argelia que azuza la guerra en el Magreb y ahí si puede tener consecuencias reales -y mortales- para millones de personas.