Pedro y el lobo solitario
Ayer la mañana comenzaba con titulares de serie B americana: un francotirador, un «lobo solitario», ex-militar, había sido detenido mientras preparaba el asesinato de Sánchez. La causa: la exhumación de Franco del «Valle de los Caídos». El guión se sostuvo unas pocas horas. Después volvió la fea y cutre realidad: supimos que en realidad tenía 63 años, disparaba con aire comprimido y era el hijo del último alcalde franquista de un pueblo catalán. El viejo matón facha de toda la vida, denunciado por una dirigente local de Vox con la que compartía un grupo de whatsapp en el que, por lo visto, era habitual la baladronada y la exaltación de la violencia. Es decir, parece que más que en vez de estar ante una versión de «Chacal», estábamos en un remake de los juicios a raperos que llenaría los huecos de parrilla en espera de la nueva temporada de Franco y el Valle.
Es muy probable que el espectáculo mediático organizado por los mossos tenga una intencionalidad política: mostrar, en víspera de los juicios a políticos catalanes, que la violencia está del lado del nacionalismo español. Un regalo en bandeja para un jefe de gabinete de Sánchez empeñado en presentarlo como «un Kennedy», acosado y perseguido por una derecha radicalizada que ha perdido el Norte. Hasta Vox, que mostraría con la denuncia su «compromiso democrático» y su distancia de la descomposición ultra, tendría algo que ganar.
Pero más allá de la instrumentalización mediática, la realidad es tozuda. Por un lado, leyes de excepción a todo lo que los jueces entiendan como exaltación de la violencia política. Por otro una verdadera descomposición de los márgenes políticos, que como ya se vio en el juicio a Pablo Hasel, reflejan la deriva enloquecida de la pequeña burguesía y las fracturas de la burguesía española con una propensión creciente a la violencia, el acoso y la baladronada. Pero... ¿Son «solo» baladronadas? De momento sí, pero la verdad es que a día de hoy, no sería de extrañar la reaparición de grupos al estilo del terrorismo de los setenta y ochenta, tanto entre el stalinismo como en la ultraderecha.
El capitalismo de hoy es una verdadera trituradora de carne que produce sistemáticamente violencia asesina, lumpenización, brutalidad criminal, terror político... que a su vez alimentan y justifican el desarrollo autoritario de un capitalismo de estado con cada vez más problemas para mantener su coherencia interna. El aumento de «lobos solitarios», acosadores, locos violentos y toda esa parada de monstruos «solitarios» no es casualidad, es un síntoma de un todo que construye a sus partes a su imagen y semejanza. Y es cada vez más peligroso para la Humanidad entera.