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Órdago de sangre

20/05/2019 | Actualidad

De Ormuz al Mar de China meridional, EEUU está haciendo un órdago amenazando con transformar la guerra comercial en guerra total.

¿Hacia una guerra de bloques regionales por la zona de influencia de Irán?

EEUU ha evacuado a su personal diplomático de Irak, a los técnicos de sus petroleras en la frontera con Irán y avisado a las líneas aéreas para que no sobrevuelen la zona. Pompeo ha alineado a Francia y Alemania que, temerosos de las amenazas estadounidenses en la guerra comercial han vuelto a hacer gala de impotencia imperialista. El ambiente es claramente pre-bélico y parece una reedición a escala menor de las dos últimas guerras del Golfo.

Sin embargo, el capital especulativo se dice tranquilo esta vez a pesar de los ataques a infraestructuras y barcos saudíes por unidades especiales iraníes. En parte porque Arabia Saudí y Emiratos aseguran tener reservas petroleras suficientes como para abastecer la demanda y en parte porque la dimensión del despliegue americano habla más de ataques puntuales que de una guerra total. Pero eso es engañoso.

Hace menos de dos semanas, los mentideros de inteligencia aseguraban que la paz antes de la tormenta duraría un par de meses. Aunque solo fuera porque los despliegues, siquiera limitados, llevan su tiempo. Sin embargo EEUU siente en Siria la presión de las tropas «proxy» de Irán, tropas que están controladas por la Guardia Revolucionaria y que no responden directamente al aparato político del régimen que, tras imponer de nuevo el racionamiento teme que una guerra precipite un nuevo despertar revolucionario de los trabajadores.

Pero bajo la tensión con EEUU, suena el bajo continuo del conflicto imperialista regional entre Irán y una Arabia Saudí que no ha dejado de armarse y es ya el primer comprador de armamento del mundo. Eso es lo que permite a EEUU jugar la amenaza bélica existencial para los iraníes poniendo en marcha una maquinaria de guerra «reducida»: todo lo que sobrepasara una acción militar puntual con una respuesta simbólica, se extendería irremediablemente a todo el Golfo y más allá, hasta Líbano e Israel.

A vueltas con el Mar de China

El Mar de China ofrece, mientras tanto, un cuadro relativamente similar y aun más peligroso. China y EEUU llevan allí una guerra de posiciones en la que los países vecinos, como Vietnam, ponen las bajas. Incluso Filipinas, que amagó caer del lado chino, acabó enseñando los dientes de su modesta capacidad imperialista para acto seguido reconocer su impotencia para una afirmación independiente y refugiarse bajo EEUU. Un triunfo para Trump que sin embargo teme quede en nada por la penetración cada vez mayor de China en Australia... acicate por cierto, de comentados «milagros» electorales.

EEUU ya ve la guerra comercial tal cual ha sido hasta ahora solo como una escaramuza de un conflicto a largo plazo y de calado mucho mayor. Y en ese marco, la militarización creciente del Mar de China meridional lo convierte en un verdadero polvorín. Hoy mismo EEUU colocaba uno de sus navíos de guerra en la zona en disputa.

La guerra y sus verdaderos enemigos

El peligro de guerra avanza por semanas, casi por días. No hay «pacifismo» que pueda pararla porque brota del corazón mismo del sistema y en su ‎decadencia‎ se exacerba y hace su presencia permanente. Solo una cosa ha parado hasta ahora una guerra imperialista: la movilización y auto-organización de los trabajadores. No es una utopía: si el mismo Irán ha desarrollado su programa de expansión imperialista a trompicones ha sido porque la movilización de los trabajadores, que alcanzó cotas de auto-organización casi insurreccionales, ha frenado una y otra vez durante estos últimos dos años los avances de un capital nacional desesperado por expandirse.

Pero parar la tendencia mundial a la guerra no es la tarea ni la responsabilidad de un solo grupo o destacamento de la clase trabajadora. La conversión de la guerra imperialista en guerra de clases compete a la clase como un todo. Somos una ‎ clase universal‎ y es esa universalidad la que nos permite representar una alternativa real a un capitalismo globalmente enfrentado a la especie humana. La guerra no solo la alimentan Trump, los ayatollahs o Putin, la alimenta el capitalismo en su totalidad. El verdadero frente de guerra está frente a nuestras narices: en cada empresa, en cada barrio y en cada estado. Y sí: hay que tomar bando, pero todos los que tomen bando por un estado nacional, sea el el que sea, existente o en proyecto, «agresor» o «agredido», están tomando el mismo bando, el de la guerra y los «sacrificios» infinitos.