Omicron, la «estrategia» de no hacer nada y sus 3 problemas
¿Omicron puede ser el fin de la pandemia? Los gobiernos cada vez hablan más abiertamente de no poner freno a la actual ola de Omicron como forma de llegar a la «inmunidad colectiva». Solo hay tres problemas: no hay pruebas de que la infección de Omicron deje una inmunidad persistente, todo indica que no va a ser la última variante y, de momento, está dejando una nueva matanza a su paso mientras bate día tras día récords de contagios.
La estrategia Euro-anglosajona
La «nueva estrategia» combina restricciones mínimas con vacunación masiva y autodisgnosticos mientras los hospitales se «refuerzan» a mínimo coste con militares (Gran Bretaña) o sanitarios jubilados (España) en vez de reforzar plantillas o mejorar las condiciones hospitalarias. Argumentando una menor mortalidad sobre el total de contagios, se deja que Omicron haga de «vacuna» sin que haya siquiera una base empirica que permita argumentar que va a generar una inmunidad persistente o que no vaya a dejar secuelas graves a largo plazo.
La consigna de «convivir con Omicron como con cualquier otro virus»
Omicron está sirviendo de excusa en cada vez más países para desmantelar las pocas medidas útiles que quedaban en pie para frenar la transmisión de la pandemia. España, por ejemplo, abandona definitivamente unos rastreos que la política de «convivir con el Covid» había zancadilleado desde el principio.
Según decía ayer el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, «hay que aprender a convivir con la covid como con otros muchos virus». Pero no parece que en España haya «muchos otros virus» que causen más de un centenar de muertos al día y más de 240.000 bajas laborales. Tampoco que escalen a la velocidad de éste, con más de dos millones de casos sólo en el último mes.
Pero, según el presidente, hay que «equilibrar salud y crecimiento económico» y eso significa desmantelar cualquier medida que pueda dañar el comercio o la disponibilidad de mano de obra por las empresas. El mismo día en que lo dijo murieron 100 personas por Omicron y sin embargo su gobierno, junto a los gobiernos regionales, no tuvieron mejor idea que reducir el aislamiento de los infectados asintomáticos aunque la medida, muy probablemente, aumentara aún más los contagios.
Mañana reabrirán las escuelas. Lo harán en toda la UE con más o menos «teatro de la seguridad». Con una tasa de vacunación infantil alrededor del 30% (32% en España), lo más probable es que eche aún más leña al fuego. En Francia el colapso hospitalario se considera inminente.
El «ejemplo» británico
Y es que esta vez Johnson se ha loado en toda Europa y especialmente en España entre los medios cercanos al gobierno, como un modelo a seguir por su reacción ante Omicron. El argumento inicial era que aunque el número de pacientes hospitalizados aumentara drásticamente, representaban un porcentaje menor sobre el total de contagios y en consecuencia también los muertos.
Pero con un gobierno que se negaba a imponer restricciones era inevitable que las menores tasas de hospitalización y mortalidad de Omicron se vieran compensadas tarde o temprano por el aumento del número de contagios. El pasado martes el propio gobierno reconoció, relatándolo como si fuera un hecho de la Naturaleza, que los hospitales de las grandes ciudades iban a colapsar.
No es que no tengan elementos para evaluar hacia dónde conduce ésto. Dejar hacer al Covid en nombre de una «inmunidad colectiva» inalcanzable había sido el reflejo gubernamental ante la primera ola. Cuando ahora los epidemiólogos comparan el «convivir con la pandemia» de entonces con la estrategia «covid cero» solo pueden calificar aquello de «desastre de Salud Pública» y reconocer que los costes humanos han sido brutalmente mayores.
EEUU, Biden y el modelo «Johnson»
La «estrategia» de no hacer nada y esperar mágicamente la inmunidad colectiva no se ha quedado en Europa. La pasividad de Johnson ante Omicron ha resultado en modelo a seguir para Biden.
Los resultados eran predecibles: el martes se anunció que había ya más de un millón de contagios al día en EEUU. Los hospitales de Nueva York están saturados como en el peor momento de la primera ola. En lo que se ha reconocido como un «signo de desesperación», se pide a los trabajadores hospitalarios contagiados que sigan trabajando.
Las razones están obscenamente claras: en el «equilibrio» entre vidas y negocios solo cuenta un plato de la balanza.
A Johnson y Biden, dijeron los analistas, la política y la ciencia de Covid los han empujado hacia una política de tratar de vivir con el virus en lugar de volver a poner a sus países en pie de guerra. Es una estrategia muy arriesgada: los hospitales de Gran Bretaña y partes de los Estados Unidos ya están casi invadidos por pacientes. Pero por ahora, es mejor que la alternativa: volver a cerrar sus economías.
Cómo Biden y Johnson llegaron al mismo lugar en la política del virus. New York Times.
¿Ha acabado Omicron con la estrategia de «Covid Cero»?
La prensa financiera anglosajona y los «grandes periódicos» continentales están tan entregados a la propaganda de la estrategia «no hacer nada para no dañar a la economía (=acumulación)» que no dejan de cargar contra los países que mantienen distintas estrategias de «Covid Cero». Básicamente China e Israel.
Decir que el «Covid Cero» y las vacunas chinas no funcionan porque hubo un brote de 3.000 casos -y ni uno más- en un país con más del doble de población de EEUU, la UE, Australia y Japón juntos, puede parecer un chiste malo viendo el resto del mundo. Pero al Financial Times no se le cae la cara de vergüenza. Tampoco a Le Monde cuando presenta los confinamientos forzosos como «medidas inhumanas»... dejar morir a miles sería lo más humanitario y liberador del mundo.
Con Israel la actitud se modera un poco... pero muestra las intenciones también. Toda la prensa europea jaleó al gobierno israelí cuando consideró dejar hacer a Omicron. Pero cuando aprobó la cuarta dosis de la vacuna, hasta BBC se apresuró a argumentar que «era demasiado pronto».
La realidad: China mantiene la estrategia de Covid Cero, movilizando masivamente recursos e imponiendo confinamientos a millones ante brotes de unos miles de contagios que, en comparación con los europeos, serían muy pequeños. Y los resultados, medidos en costes humanos, funcionan. Mientras la clase dirigente china siga pensando que también compensan a medio plazo para su acumulación de capital, los trabajadores en China no sufrirán una matanza Omicron.
¿De verdad hay una lógica científica en las políticas de «no hacer nada» frente a Omicron?
Los hechos y los datos son bastante claros. Omicron produce menos muertos para el mismo número de contagiados, pero al ser más contagioso, cada vez se acerca más al récord de hospitalizaciones de hace un año (enero 2021)… aumentando las muertes indirectas mientras las muertes directas siguen en aumento. Puede que, de seguir así, las muertes totales (directas + indirectas) igualen también el récord de julio pronto, porque los hospitales están saturados.
Sin embargo toda la propaganda estatal se ha basado en que Omicron sería «más leve». Usando una vieja técnica de propaganda, el comparativo da por hecho que las variantes anteriores de Covid eran ya «leves» y reduce Omicron a algo casi anecdótico antes de explicar nada. Pero no es así y la OMS no ha hecho mas que insistir en que «no debe calificarse como leve» en ningún caso.
¿La realidad? Los primeros estudios se hicieron en Inglaterra y Dinamarca, donde las tasas de vacunación son altas. Es difícil separar en esos datos qué se debe a las mutaciones y qué a la protección brindada por las vacunas. En cualquier caso, las declaraciones de los investigadores en revistas como Science insisten desde el principio en que «podría ser mucho peor de lo que la mayoría de la gente está pensando en este momento». Las cifras de hospitalización les dieron la razón.
Lo que los estudios preliminares posteriores han mostrado, aunque todavía provisionalmente, es que al parecer Omicron tendría menos posibilidades de dañar las células pulmonares. Eso genera esperanza de que genere menos casos de Covid persistente. Pero... de momento sólo puede ser una esperanza.
Lo que es cierto es que en cualquier caso, dejar que el virus se reproduzca casi libremente es la forma de asegurar no solo un nuevo desastre de Salud Pública sino nuevas mutaciones. Y por si hiciera falta recordarlo, la noticia del día hoy es la aparición de una nueva variante en Chipre que al parecer combina Delta y Omicron.
De nuevo, Omicron revela la lógica anti-humana del capital
Fueron las necesidades y efectos del capital los que crearon el Covid en China y ha sido la prioridad del salvar inversiones antes que vidas (el famoso «equilibrio») la que ha convertido la pandemia en una matanza interminable.
Propaganda masiva con verdaderas «fake news» como bandera y desmoralización inducida mediante, las diferencias de Omicron con variantes anteriores están sirviendo para eliminar las medidas más básicas de contención de los contagios. No cabe esperar otra cosa de los gobiernos ni de la industria de la opinión. Tampoco vale de nada esperar pasivamente mutaciones «más leves». Ni la actual lo es -sólo en España mata cada día lo que la «violencia de género» en tres años- ni nada dice que vayan a aparecer y hacerse dominantes inmediatamente.
A día de hoy la clave para enfrentar la pandemia de manera efectiva es política y solo pueden imponerla los trabajadores. Hay conatos e intentos a escala local. Hay que multiplicarlos.