Nueva factura de la luz
Hoy a las doce de la noche entra en vigor la nueva factura de la luz. Aunque el Pacto Verde se deja sentir ya en la subida general de precios, esta es la primera medida directa que une la transición energética a la pérdida de capacidad de compra de los trabajadores. Nos la presentan como una bajada de precios hecha posible por las renovables. En realidad es todo lo contrario.
La principal novedad de la nueva factura de la luz: las tarifas horarias
La principal novedad son las franjas horarias. ¿Horas puntas en las que se pena el consumo eléctrico? Las de preparación del almuerzo y la cena que son también la de los consumos familiares típicos: lavadora, lavavajillas, duchas... Según a quién preguntemos, la subida de precios medio oscilará entre el 10% y casi el 20%.
¿Pero no nos dicen que vamos a ahorrar y pagar menos? Solo si movemos nuestros consumos a las horas nocturnas. Problema: tampoco es que baste con esperar a la noche para secarnos el pelo, poner lavadoras, lavaplatos y la olla lenta para comer al día siguiente... Tenemos que usarlos secuencialmente, uno tras de otro... o contratar para ese tramo una tarifa correspondiente a mayor potencia.
En lo que todos están de acuerdo es que con la nueva tarifa los verdaderos beneficiados son los dueños de instalaciones con una potencia entre 10 y 15 kW... es decir, comercios, talleres y grandes residencias familiares. Para ellos la bajada en los peajes y cargos supondrá un importante ahorro en la factura. El acceso a la energía es cuestión de clase.
¿Por qué este cambio?
La transición energética está aumentando el peso de la energía eólica y la solar en la generación eléctrica. Estas energías representan en realidad un paso atrás respecto a la lógica de producción capitalista. Una de las primeras grandes conquistas del capitalismo ascendente fue independizar la producción industrial del ciclo natural del día y la noche, de la semana y de las estaciones.
¿Qué pasa ahora? La eólica tiende a producir más por la noche, la solar para de golpe cuando anochece y eleva los precios drásticamente. Las distorsiones que eso provoca en los precios a lo largo de la semana -como la famosa curva de costes en forma de pato característica de la fotovoltaica- y dentro del día son brutales.
Esas variaciones se compensan con la producción nuclear, hidroeléctrica... y con combustibles fósiles. Pero si se quiere que en la hora de menor producción el conjunto de las renovables satisfaga una parte sustancial de la demanda, será necesaria una capacidad instalada que en las horas de mayor producción va a quedar en buena parte sin usar... poniendo en peligro las inversiones hechas en parques eólicos y plantas solares.
Si se quiere aumentar, como está previsto, aun más la cuota de renovables sin que haya cortes de luz por incapacidad de satisfacer la demanda y sin sobredimensionar el parque eólico... hay que cambiar las pautas de consumo.
Un bonito ejemplo más de como aparecen una y otra vez contradicciones entre las necesidades humanas y los requerimientos de la rentabilidad del capital cuya resolución el estado tuerce una y otra vez en contra de los trabajadores.
Un apaño de última hora
El gobierno sin embargo no quiere despertar demasiado pronto la resistencia al Pacto Verde. Vista la verdadera estrategia de desinformación que llevan adelante, les debió parecer que lo prudente es no acelerar demasiado rápidamente la transferencia de rentas del trabajo al capital que supone la nueva factura de la luz. Así que, a última hora la ministra Calviño anunció hoy la aprobación mañana de un decreto ley que modificará la forma de retribución de hidroeléctricas y nucleares para reducir sus márgenes.
Esos márgenes son escandalosos porque son instalaciones amortizadas largo tiempo atrás con costes de producción bajísimos. Sin embargo, en el modelo de subasta español, el que tiene precios más baratos coloca toda su producción, pero es el último aporte comprado -el más caro- el que determina el precio que se pagará a todos los demás productores en cada subasta.
El sistema estaba pensado para premiar a la energía fotovoltaica y eólica generando un incentivo a instalar más... mientras se regalaban beneficios extraordinarios a las eléctricas por sus centrales nucleares e hidroeléctricas con los que pagar la expansión renovable.
Para entender la jugada hay que decir que en realidad no es que las energías fósiles sea en sí más caras. Resultan más caras porque se les aplica una recarga los derechos de emisión de CO2. Estos derechos tienen una oferta limitada y controlada por la UE y los gobiernos que garantiza una especulación salvaje que a su vez ha producido récord tras récord en los precios desde noviembre pasado. Como resultado: más porcentaje de las subastas se quedan las renovables... pero más cara es la electricidad, que tampoco deja de batir records.
La nueva factura de la luz inevitablemente reflejará ésto, aunque a corto el parche de última hora del gobierno amortigüe el primer golpe reduciendo los márgenes de las grandes eléctricas.
Pero el hecho es que la tonelada de CO2 ha pasado de poco más de 23,5€ en octubre pasado a 51,8€ hoy y que los especuladores apuestan a que el precio por tonelada de CO2 sobrepasará este año los 60€, una expectativa reconocida implícitamente por Calviño hoy. Y si eso es cierto, la factura media, así pasemos a vivir de noche para compensar las carencias del sistema elécrico renovable, acabará dándonos un buen susto antes de Navidad.