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Nomadland

23/05/2021 | Artes y entretenimiento

_Nomadland_, dirigida por Chloe Zhao, ganó el Oscar a la Mejor Película este año. La novedad: reconoce la existencia de los trabajadores y la precariedad que experimentan. La pregunta: ¿Por qué ganó?

La historia

Portada del libro-reportaje «Nomadland» en el que se basa la película.

La historia se basa en un ensayo/reportaje: Nomadland: Sobreviviendo en Estados Unidos en el siglo XXI. El libro describe la vida real de trabajadores mayores que sufrieron los efectos de la Gran Recesión de 2008 y que, ante la imposibilidad de jubilarse con la miseria que cobraban del Seguro Social, pasaron a vivir en caravanas y mantenerse con trabajos precarios que encuentran mientras viajan.

La protagonista de Nomadland, Fern, quedó viuda y perdió su trabajo en 2011 tras el cierre de la planta de Gypsum de Empire, Nevada. Empire era un pueblo creado en 1948 por la empresa. Todo en él, desde las tiendas a las viviendas eran propiedad de la Gypsum Corporation. El cierre de la compañía en 2011 no solo significó el cierre de la mina sino la desaparición del pueblo.

Fern, como tantos otros, se quedó sin casa. Para sobrevivir, vendió la mayoría de sus pertenencias y compró una caravana. En las siguientes escenas de Nomadland le veremos trabajando en empleos temporales por todo el país mientras viaja en su furgoneta. Mientras trabaja en Amazon una compañera, Linda May, le invita a un encuentro de nómadas organizada por Bob Wells en Arizona.

Linda May, que también es nómada, explica que adoptó este estilo de vida después de pasar por pensamientos suicidas al no poder encontrar trabajo durante la Gran Recesión y al descubrir que, aunque iba a cumplir 62 años, su prestación de la Seguridad Social no pasaba de 550 dólares al mes.

Fern acaba yendo al encuentro, donde descubre cómo otros como ella sobreviven este supuesto estilo de vida con códigos y prácticas compartidas. Códigos como izar la bandera pirata para señalar que no quieren ser molestados. Prácticas como un sistema de trueque que les permite evitar la acumulación de objetos, necesario porque las furgonetas no son precisamente mansiones y no pueden acumular muchas pertenencias.

En las siguientes escenas de Nomadland vemos a Fern mientras viaja y trabaja en empleos temporales, come en soledad sopa de pollo de lata, hace sus necesidades en un balde y celebra Año Nuevo tras otro sin nadie que le acompañe en su furgoneta.

Pero a pesar de toda la soledad, algunos nómadas se convierten en amigos importantes de Fern. Incluso acaba enamorándose de uno de ellos, Dave. Cuando éste decide abandonar ese estilo de vida y mudarse con su hijo y su familia, invita a Fern a vivir con ellos. Pero tras compartir la cena de Acción de Gracias con ellos... Fern decide dejar la promesa de una comunidad y huye para seguir viviendo en soledad como parte de un imaginario Nomadland.

¿Por qué nos cuentan esto ahora?

Into the Wild

Hay una larga tradición del individualismo anglosajón en la que libertad y aislamiento se confunden si se representan en un paisaje más o menos salvaje. Es la tradición de Thoreau, de la que bebieron productos tan diferentes como las películas de pioneros de Oeste, el _ecologismo profundo_ y el Unabomber. Lo curioso es que a cada golpe de la crisis la industria audiovisual resucite la tradición para hacernos tragar la idea de que la libertad requiere la soledad, es decir, no habría libertad sin ruptura de los lazos comunitarios. Nomadland es la última entrega, pero ¿recuerdan Into the Wild de Sean Penn?

Nomadland es una vuelta de tuerca más allá de eso. Ya no se trata de aislarse para volverse parte de la Naturaleza. Ya no es es un modelo moral válido solo para unos pocos en que inspirarse. Ahora, diez años después de la Gran Recesión, el mismo discurso se nos propone como universal y con una novedad importante: no hace falta fundirse con lo salvaje, basta con ser precarios en una furgoneta. Lo importante es solo no pretender más que lo que se tiene y no establecer lazos comunitarios-afectivos. Si lo hacemos, nos dicen, podremos ser libres y felices, como precarios miserables.

La felicidad se produce cuando tus expectativas se cumplen con la realidad. Si tu expectativa es alimentada constantemente por la economía capitalista para su propia supervivencia, que siempre necesitas más, entonces nunca podrás estar tan satisfecho como el campesino medieval estaba satisfecho con su pedazo de pan.

Así que lo que estos jóvenes y los Nómadas están explorando es la idea de hacer que su nivel de satisfacción con su expectativa de lo que necesitan para ser felices esté en un nivel mínimo. Para que, independientemente de lo que ocurra con el mundo exterior, o de lo que les quiten, sean felices con ese trozo de pan....Y esto puede ser un poco estoico o budista, pero así es como son las cosas ahora. Las personas que definen su felicidad basándose en cosas que no son reales están perdidas en medio de esta pandemia, a diferencia de las personas que son felices con lo que tienen…

Ni siquiera necesitas una gran caravana de medio millón de dólares. Puedes encontrar una pequeña furgoneta Mercedes que aún tiene todo dentro. Probablemente Tesla las esté fabricando ahora mismo; furgonetas de auto-conducción. ¿Pero qué haces cuando se estropea? Realmente se trata de intentar entrenar nuestras mentes para querer menos.

Entrevista a Chloé Zhao, directora de Nomadland en Deadline

No somos hobos

Temporeros nómadas («hobos») compartiendo una comida en «la jungla»

Nomadland no es la única película de estos Oscars que promueve la negación de los trabajadores como clase. Para promover nuestro aislamiento y sumisión unas películas nos repiten que debemos entrenar nuestras mentes para querer menos. Otras que debemos entregarnos a una falsa comunidad de mujeres en la que la fraternidad entre explotados se sustituya por sororidad con los explotadores de sexo femenino. Unas nos dicen que nos alejemos de la familia y los amigos, otras que lo hagamos de los compañeros de trabajo varones porque supuestamente son todos malos…

Mientras el capitalismo prolonga su existencia decadente, mientras sigue haciendo más precarias nuestras condiciones de trabajo y de vida, dedica crecientes esfuerzos ideológicos y propagandísticos a mantener a los trabajadores aislados unos de otros. Nomadland es solo un ejemplo entre tantos. ¿Por qué tanto esfuerzo? Para que nos sintamos impotentes ante un sistema inhumano que se presenta como inmortal.

Uno no puede sino pensar en los hobos que fueron idealizados por los anarquistas del IWW precisamente porque eran trabajadores que carecían de hogares y vínculos familiares. Si su historia es aleccionadora no es por el romanticismo con el que el anarquismo la vistió, sino por la impotencia política a la que su propia atomización y aislamiento les condenó.

Es precisamente a través de los lazos comunitarios de los trabajadores entre sí, entre nuestros compañeros de trabajo, nuestra familia, nuestros amigos y seres queridos, que podemos descubrir que tenemos la capacidad y, sobre todo, la necesidad de crear un mundo abundante y realmente humano.

No somos hobos ni queremos serlo. No tenemos nada que ganar atomizándonos y consumiéndonos en soledad. Tampoco somos trabajadores y trabajadoras por separado, ni nos definimos y dividimos en función de la raza o la lengua. Somos una única fuerza social gigantesca, la que hace las cosas y lucha por afirmar las necesidades universales.

Para nosotros la comunidad no es sinónimo de vecindario ni de parroquia, de identidad ni de sororidad. No hay comunidad entre explotados y explotadores. La soledad estéril de su libertad nos niega tanto como la unión sagrada para la guerra o el clima y la falsa comunidad de la raza o el sexo.

Comunidad es igualdad y universalidad de intereses, desmercantilización y verdaderas relaciones humanas. Nuestra lucha no tiene que ver con Nomadland ni en el Cuento de la criada. Nuestro proyecto no pasa por disolver nuestra humanidad o nuestra explotación. Nuestro proyecto es reunificar una sociedad desgarrada en clases para convertirla en verdadera comunidad universal.