No es Navalni, es el gasoducto
El Comisario Europeo de Acción Exterior, Josep Borrell, llegó hoy a Moscú. Los países del Este y Francia, pero sobre todo EEUU, presionan a Alemania para que paralice el tramo final de las obras del gasoducto NordStream 2 y ven la oportunidad de que la Comisión mutualice la decisión vistiéndola de represalias contra Rusia. De momento, la visita está sirviendo para evidenciar que las tensiones dentro de la UE y la OTAN no son menores que las que enfrentan a Alemania con Rusia.
1 Todo confirma que Biden mantendrá la política Trump hacia Europa. Por un lado, como ya hizo Trump, congela la salida de tropas estadounidenses del país como gesto de buena voluntad. Por otro, su secretario de Estado, Blinken, prometió utilizar sanciones del Congreso contra el NordStream 2 si fuera necesario. Era lo esperable: Biden en persona ya había prometido hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que se complete el gasoducto.
2 La burguesía alemana es consciente de hasta qué punto las perspectivas económicas del capital ruso dependen del gasoducto. Las petroleras rusas están teniendo graves problemas en la frontera con China... y el presupuesto estatal depende de los ingresos gasísticos. Así que Berlín cree que Rusia necesita más el NordStream 2 que Alemania. Aprobar la construcción del tramo final en enero no fue sino un movimiento hacia una relación más estrecha con Moscú en la que Berlín siente que puede llevar las riendas. El argumento justificador frente a los críticos internos -las facciones más alineadas con EEUU- ha sido que la alternativa real para Alemania al gas ruso es el gas de fracking estadounidense, o lo que es lo mismo, renunciar a acelerar el Pacto Verde... que es la gran esperanza del capital alemán.
3 Durante los últimos dos años nada ha demostrado tener más capacidad para tensar las relaciones alemanas con Francia, Polonia y EEUU. La aprobación del último tramo no podía pasar desapercibida. Y tanto la detención de Navalni como la represión de las manifestaciones en su apoyo sirvieron para poner sobre la mesa la cuestión rusa. El fuego lo abrió Polonia, inmediatamente secundada por los países bálticos, Italia y Rumanía. Francia movilizó todas las fuerzas disponibles en el Parlamento Europeo para cerrar el cepo argumental alrededor de Berlín mientras Macron se dirigía directamente a Merkel para pedirle que pusiera fin al proyecto del gasoducto.
4 Pero la diplomacia alemana también sabe moverse en Bruselas. El anuncio de la visita de Borrell a Lavrov hoy no calmó las aguas, pero sirvió para tirar la pelota adelante: el mismo Borrell, mientras argumentaba que frente a Rusia la UE debía ser más afirmativa, colocaba en la cumbre europea de finales de marzo el momento para tomar cualquier represalia. Las protestas de los países bálticos y del Este, intentando que Borrell anulara el viaje, quedaron en nada. Alemania además, tras el nuevo artículo publicado oportunamente en The Lancet, daba credibilidad a la vacuna rusa y se abría a tratarla como parte de la solución al desastre que está resultando el proceso de vacunación.
¿Qué sacar en claro de todo esto?
El nuevo discurso estadounidense presenta a Rusia como el antagonista de la guerra fría que fue. Escuchando a Biden y su equipo pareciera que temen ver desfilando por Berlín al ejército ruso cualquier día. Posiblemente sea cierto, temen a los rusos en Berlín, pero no como conquistadores, sino como aliados. Por eso, cuanto más aumenten las tensiones imperialistas entre los miembros de la UE por un lado y entre Alemania y EEUU por otro, más golpes recibirá Alemania... en la cara de Rusia.