Nación y nacionalismo un vocabulario marxista
Nombre del cuerpo social generado por la burguesía cuando lidera de forma efectiva el conjunto de la sociedad en un territorio determinado. Desde un punto de vista materialista la nación emerge en paralelo a la constitución de un mercado nacional y se orienta a la consolidación del poder de la burguesía mediante un estado nacional.
Revolución burguesa que toma la forma de separación estatal. Históricamente se produjo como segregación de regiones con un desarrollo burgués característico respecto a imperios y estados feudales o como reacción burguesa a la ocupación de su territorio por un ocupante o colonizador. El objetivo de la liberación nacional es la emancipación de la burguesía de un marco político y jurídico que constriñe el desarrollo del capital. No tiene, por tanto, un sentido históricamente progresivo per se, sino solo cuando existe la posibilidad de un desarrollo independiente del capital nacional que a su vez haga posible la extensión y desarrollo del proletariado en un nuevo territorio.
Son los hitos básicos que permiten el desarrollo del capital nacional y la consolidación de su dominio mediante un estado nacional propio. El más importante de ellos, la consecución de la unidad del mercado nacional que permite a la burguesía afrontar la producción en masa. Este implica la abolición de las trabas jurídicas a la mercantilización de las relaciones sociales (conversión de la tierra y la fuerza de trabajo en mercancía), de las trabas al comercio (aduanas internas, barreras lingüísticas, etc.) y la sustitución de estructuras estatales feudales basadas en derechos y privilegios señoriales por un aparato estatal centrado en la defensa de los intereses del capital nacional tanto en el interior como el exterior de sus fronteras.
Fenómeno ideológico que, alentado por la burguesía, le permitirá la «nacionalización», esto es la absorción de clases sociales con intereses locales -pequeña burguesía, campesinado, artesanado- o anacionales -proletariado- dentro del sujeto político llamado «nación». Para ello la burguesía revolucionaria no solo creará el concepto de cultura sino que homogeneizará lenguas, inventará tradiciones a partir de restos feudales y constituirá modelos de comportamiento a la medida de las necesidades del mercado nacional. Para ello se dotará de expresiones artísticas, medios de comunicación e incluso modos de representación que le serán propios. Como expresión ideológica del capital nacional, el desarrollo independiente de la cultura nacional nacerá ya con fecha de caducidad: solo será posible mientras lo sea el del capital nacional.
En la consecución de sus tareas revolucionarias, nacionales, la burguesía necesita constituir la nación, liderar al conjunto social contra las clases y el estado estamentales dominantes hasta entonces. Donde además de un campesinado autónomo, existían una pequeña burguesía y un incipiente proletariado, incluyó concesiones para estas clases en su programa ofreciéndoles posibilidades legales de representación en el estado y de auto-organización para sus intereses. Estos elementos programáticos que forman parte de lo que la burguesía necesita para poder constituir una nación es lo que se conoce como «tareas democráticas de la revolución burguesa».
Ideología política del proceso de constitución de la nación que define a ésta como un sujeto histórico por encima de las clases sociales, que quedarían reducidas a componentes de la nación con intereses y tareas nacionales específicas, es decir, con intereses y deberes propios en la consolidación del poder estatal del capital nacional. Necesariamente incluirá, con más o menos intensidad, la reivindicación de una «cultura nacional» y de las tareas democráticas bajo la forma de reivindicación/ afirmación de la «soberanía nacional»
Etapa del capitalismo como sistema global que culmina el desarrollo progresivo de éste y lo sumerge en su fase histórica de decadencia, la fase dentro del imperialismo a partir del cual el capitalismo pasa de ser un acicate a ser una traba para el libre desarrollo de las fuerzas productivas que él mismo ha creado.
El imperialismo se produce por la ausencia crónica de mercados extracapitalistas suficientes para realizar el conjunto de la plusvalía producida. Los mercados extracapitalistas son los formados por artesanos, campesinos autónomos y en general por los productores de valor mercantil que no participan de la reproducción ampliada de capital. El imperialismo supone por tanto el paso a una etapa en el cual es imposible un desarrollo independiente del capital nacional que, desde el momento mismo en que llegue al poder está abocado a comportarse como un capital imperialista: sobre-acumulación, sobre-concentración en torno al capital financiero y el estado, desarrollo especulativo, militarismo, expansionismo, etc. Esto se vio ya en el proceso de liberación nacional turca antes de la primera guerra mundial y a partir de ese momento no existe un solo caso histórico de lo contrario. Al revés, el balance de la liberación nacional a partir de las guerras mundiales es la aparición de capitalismos de estado monstruosos, insertos en la batalla imperialista desde el primer momento, cuando las «guerras de liberación nacional» se convierten inmediatamente en guerras inter-imperialistas. Estas guerras culminaron no con una independencia nacional real en los términos en que se había entendido hasta ese momento, sino con la formación de estados encuadrados en bloques ordenados por las grandes potencias del momento.
Es decir, el paso a la etapa imperialista, tras una transición de veinte años que culmina con la primera guerra mundial, convierte al estado nacional en una forma social universalmente reaccionaria. Es la consecuencia del paso del capitalismo y de la burguesía como un todo, a su decadencia histórica. Este salto histórico elimina la posibilidad de cualquier «tarea nacional» o «democrática» del proletariado en las luchas por el poder estatal de alguna facción burguesa por «anti-imperialista» o «democrática» que se pretenda.