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Merkel, Johnson y la unificación de Irlanda que viene

12/09/2019 | Gran Bretaña

La semana pasada no pudo ser más dura para Johnson: ley anti-«Brexit a la brava» y rechazo a una convocatoria electoral. Esta no va mejor: perdió en Escocia la batalla legal para poder mantener cerrado el parlamento, le obligaron a publicar los planes de contingencia, y ya tiene hasta ex-tories resucitando el «acuerdo May». Sin poder amenazar a la UE con salir sin acuerdo, cada nuevo revés acercaba a Johnson a aquello que no quería hacer: reunirse con Leo Varadkar, el primer ministro irlandés y aceptar que Gran Bretaña no puede salir de la UE sin recibir un buen zarpazo de sus «aliados» continentales.

La UE quiere su libra de carne... irlandesa

Si quiere cumplir su palabra Johnson necesita un acuerdo y rápido. No es tan difícil en realidad. El acuerdo de May es perfectamente aceptable por los brexiters porque les permite salir completamente, firmar un acuerdo de libre comercio y movilidad con EEUU -y posiblemente Canadá y Australia- y decantarse por un nuevo juego de alianzas y objetivos imperialistas... que es de lo que va todo ésto desde la perspectiva de la batalla interna de la burguesía británica.

El único problema del acuerdo May es la «salvaguarda irlandesa». Gran Bretaña se comprometió en los acuerdos de Stortmont que sellaron la paz en Irlanda a mantener invisible la frontera entre el Norte y el Sur. La única forma factible de salir de la unión aduanera y mantener abierta la frontera era dejar el Ulster en un marco jurídico tal que, de hecho, siguiera siendo parte de la UE, con un gobierno autónomo refortalecido y en manos del Sin Feinn, sus intereses representandos por el gobierno irlandés y una aduana separando el Ulster del resto de Gran Bretaña. Esto y no otra cosa es lo que le «recordó» Varadkar a Johnson en Dublín.

https://twitter.com/LeoVaradkar/status/1170983477287825409

Pero esta «reunificación light» de Irlanda no podía ser apoyada por los unionistas irlandeses (el viejo y ultra «DUP»). En su momento May cortó por lo sano y extendió la «salvaguarda», es decir, la permanencia en la unión aduanera a todo Gran Bretaña mientras «se llegara a un acuerdo». Y ahí empezó el drama Brexit, porque bajo esas condiciones, «salir» significaba salir tan solo de la capacidad de decidir e influir en Bruselas, no de la obligatoriedad de respetar hasta la última directiva europea. Gran Bretaña perdía su capacidad política sin ganar capacidad para realinearse en un nuevo marco de alianzas. Pero el DUP no es el único jugador. Francia, Alemania y sobre todo Irlanda han jugado duro amenezando desde entonces con dar vía libre a una vuelta a los «troubles» si el Brexit a la brava volvía a poner controles aduaneros entre el estado irlandés y las provincias británicas del norte de la isla.

...y Johnson se queda sin opciones

Phil Hogan, el nuevo comisario europeo de comercio, irlandés y nacionalisa duro, declaró el martes a «Irish Times» que «la moneda se estaba decantando», es decir, que Johnson estaba acorralado al punto de estar a punto de ceder en aquello que ha estado en juego desde el principio: el Ulster. Según Hogan, «hay movimiento» en ambas partes. Y según la prensa británica en la UE cada vez se ve más claro que Johnson cederá. Por lo poco que trascendió de la reunión entre Varadkar y Johnson parece que Irlanda -y tras ella Francia y Alemania- no están ni siquiera por permitirle disfrazarlo bajo un acuerdo bilateral temporal. Gran Bretaña tiene que tragar.

Todos quieren su trozo en el botín. Irlanda, como estado, hace el primer avance serio hacia el control efectivo de todo el territorio de la isla en un siglo. El viejo nacionalismo irlandés se relame calculando que un giro tan brusco como el que parece inevitable, con «traición» a los protestantes del Norte incluida, haga estallar al unionismo. Y Merkel piensa ya en cómo utilizar la situación en su conjunto para evitar que la Gran Bretaña post-Brexit se convierta en un «Singapur sobre el Támesis».

Por eso Hogan es «Comisario de Comercio» en la orweliana comisión de von der Leyen. Es la estrella de un equipo pensado y diseñado abiertamente contra Gran Bretaña. Sus funciones serán negociar las relaciones comerciales del «día después» del Brexit. ¿Quién mejor que un nacionalista irlandés duro para hacerlo?

Y mañana...

Los medios europeos nos educan en la idea de que la Unión es un modelo de sensatez y racionalidad inspirada por una utopía librecambista -el comercio traerá la paz a los pueblos- y que lucha porque las relaciones internacionales sean guiadas por el Derecho. La realidad es que la UE y sus gobiernos tienen una larga trayectoria histórica de injerencias, guerras sucias y terrorismo de la peor laya... como no podía ser de otra manera entre capitalismos de estado que responden, como todos los demás, a las necesidades imperialistas de sus capitales nacionales. Lo que viene tras el Brexit, con o sin libra de carne irlandesa para los continentales, no es bonito. Ambas partes saben jugar sucio y nunca les ha temblado el pulso a la hora de azuzar perros salvajes contra sus contrarios. Todas esas pequeñas burguesías en rebelión nacionalista, desde Escocia a Cataluña, pasando por Flandes y acabando en Córcega, van a tener aliados en sus derivas más delirantes.


El tema de este artículo fue elegido para el día de hoy por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@nuevocurso).