Mercosur se convierte en un avispero
Argentina ostenta ya la presidencia de turno de Mercosur. Macri parece decidido a dedicarla a un intento a la desesperada de salvar el arancel común y sobre todo a culminar el tratado de libre comercio con la UE. Las tensiones imperialistas crecen en la región mientras Alemania y China juegan un papel cada vez más beligerante.
En el juego imperialista el ascenso de Bolsonaro no es un quiebro sino una radicalización de las tendencias del capital nacional brasileño. La prueba: el tratado de libre comercio con Chile firmado en tiempo récord todavía con Temer de presidente, primer paso de un bloque continental brasileño que alinearía también a Paraguay y ahogaría a Argentina. Una tendencia que aunque cada vez más presente desde el comienzo de las guerras comerciales, no ha hecho sino acelerarse y facilitarse discursivamente con el triunfo del actual presidente in pectore.
De ahí que el triunfo de Bolsonaro hiciera sonar las alarmas en Francia y Alemania. Alemania teme no poder mantener sus ventajas competitivas en automoción con el paso al coche eléctrico en un escenario de guerra comercial. De ahí su apuesta por el litio boliviano, el «oro blanco» del nuevo cambio tecnológico. La magnitud del reciente acuerdo con Bolivia es un movimiento tan decidido como desestabilizador regionalmente. Desestabilizador porque implica crear un camino rápido y seguro para la producción de litio del altiplano a un puerto atlántico de aguas profundas. Y ahí, en el trazado del famoso «corredor bioceánico», los intereses alemanes entran necesariamente en conflicto con China... y Brasil.
En ese gran juego continental, la burguesía argentina intenta distribuir riesgos ralentizando rupturas que son inevitables y que sus propios movimientos -empezando por la alianza con China- aceleran asi como ganando posiciones que sirvan para futuras negociaciones. ¿Bolsonaro? «Todo bien», pero dejamos caer que Macri no podrá asistir a su ceremonia de nombramiento y que Itamaraty intente arreglarlo rebajando su puesta en cuestión de Mercosur mientras elaboramos una propuesta que evite romper todavía con Europa. ¿Que los alemanes mantienen su programa nuclear en Brasil a pesar del miedo creciente a que Bolsonaro lo use para desarrollar una bomba atómica o cuando menos para desarrollar su naciente flota de submarinos nucleares? Firmamos un tratado de cooperación nuclear que amplia las capacidades de control mútuas.
El juego político continental ha tomado las formas de una guerra fría sonriente. Estamos en una fase en la que el militarismo despunta, el juego diplomático se hace cada vez más descarnado y las infraestructuras, desde Vaca Muerta al ferrocarril bioceánico, empiezan a tener significaciones estratégicas cada vez más conflictivas. La razon de fondo es que ni el capital brasileño ni para el argentino hay lugar en el mercado mundial que les permita desarrollarse libremente. Para Brasil crecer al 1,4% es ya una fiesta, la burguesía argentina, cuando se pone optimista, adelanta una caída del PIB de «solo» el 2%. Por eso son y solo pueden ser imperialistas. Lo mismo que les lleva a una competencia destructiva entre ellos les lleva a encontrarse con el capital chino y el alemán, cada vez más ahogados por la guerra comercial. Hasta el capital chileno se torna cada vez más agresivo conforme ve reducirse el valor de sus exportaciones. América del Sur se está convirtiendo, paso a paso, en un avispero con cada vez más concurrentes y objetivos entrecruzados en conflicto.