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Mercosur ha muerto

22/03/2019 | Mercosur

Mercosur ha muerto. Ignorando los acuerdos arancelarios, Brasil ha dado una cuota libre de aranceles de 750.000 toneladas de trigo a EEUU. La impotencia argentina, que declara el fracaso histórico, evidencia la fragilidad institucional del acuerdo y la beligerancia de la nueva dirección brasileña contra su vecino del Sur.

Brasil ha tirado un misil a la línea de flotación de la economía argentina en un momento crítico. Entrampado por el FMI y con las peores perspectivas posibles el único oxígeno para el capital argentino venía, una vez más, del agro y la cosecha récord de trigo.

Pero no es cuestión de una cuota ni solo del agro. Con la capacidad industrial al 56% y la producción en caída libre, la burguesía industrial argentina sabe que todo lo que toque a Mercosur le va a poner aun más contra las cuerdas. Por eso, desde que Bolsonaro ganó las elecciones pide a Macri vía libre contra los salarios y las condiciones laborales, crédito e infraestructuras para sobrevivir. Mientras fantasea con la uberización para compensar pérdidas presentes y futuras, sabe que ni siquiera las viejas relaciones con la burguesía industrial paulista le servirán esta vez. Si el gobierno Macri mantiene el sistema de cupos a las importaciones de automóviles, a Bolsonaro no le tiembla el puso a la hora de someter a las automotrices y fabricantes paulistas de autopartes a la competencia de las factorías mexicanas. Por distintos motivos -Bolsonaro porque se apoya sobre el capital agrario, Macri porque necesita desesperadamente aumentar exportaciones para salvar al capital nacional- a la hora de la verdad, ambos gobiernos están dispuestos a sacrificar a la industria a favor de los intereses exportadores agrarios. A día de hoy la industria automotriz argentina solo utiliza el 15,7% de su capacidad productiva.

No son los únicos perdedores. La burguesía paraguaya ve cómo se desvanece el sueño de crear un sector de maquiladoras orientado al mercado europeo. A estas alturas resulta evidente que «las ranas criarán pelo antes de que la UE llegue a un acuerdo comercial con Mercosur». La nueva ronda negociadora de mayo nace muerta. Las famosas 750.000 toneladas han finiquitado, por el momento, la «era europea» en la región.

Y así Macri y Benítez (Paraguay) llegan a Santiago hoy a la cumbre que a de fundar «ProSur» con la sensación de haber caído en una ratonera diseñada en Itamaraty. Uruguay mandará a Pergamino como observador y no firmará la declaración de presidentes. El único «ganador» de la nueva arquitectura institucional continental será Piñera que obtendrá en esta cumbre ventajas comerciales para Chile en Brasil como pago por sus servicios tras haber organizado primero el «grupo de Lima» para la ofensiva contra Venezuela y ahora esta cumbre. A hachazos, el mapa imperialista regional empieza a tomar forma alrededor de Brasil. Es una de esas geometrías barrocas típicas de Itamaraty y sus think tanks: un socio principal cómodo, mucho más pequeño pero militarmente robusto, le asegura la hegemonía sobre el corredor bioceánico y aísla a Bolivia, el jaque a la relación con la UE somete aun más directamente a Paraguay y sobre todo acaba de ahogar a Argentina, mientras la relación preferencial con EEUU coloca al eje andino Colombia-Ecuador-Perú ante la necesidad de priorizar sus relaciones con Brasil. La cuestión es si la combinación tendrá capacidad para ganar estabilidad o el recurso al militarismo, firmemente afianzado por Bolsonaro en Washington, pasará a ser cada vez más un argumento explícito.