
Los medios europeos y latinoamericanos nos describen Marruecos como un país modélico dentro tanto de Africa como del mundo arabófono. Hub norteafricano del capital financiero, con una monarquía parlamentaria al estilo de las europeas del XIX, pero con toques de paternalismo social; un estado lo suficientemente inocente como para sorprenderse de no tener opciones como para ser sede del mundial de fútbol frente a EEUU y lo suficientemente hábil y abierta como para transformar su candidatura en regional, proponiendo una alianza a Túnez y Argelia. Siempre junto a la vieja metrópolis francesa en sus aventuras imperiales en el Sahel, la Alemania merkeliana recomienda financiar a Marruecos porque confía en su concurso para «evitar el tráfico de personas» -es decir, la llegada de migrantes y refugiados desde Africa- y la mismísima Volkswagen lo ve como un mercado prometedor para el que abrirá una planta de ensamblaje coordinada desde Barcelona.
Pero la verdad es que el estado marroquí, el «Majzen» -del francés, «magazin», almacén- se cae a pedazos. Con un rey absentista, una situación social cada vez más conflictiva y tensiones imperialistas con apuestas cada vez más altas; sus patrones europeos están cada vez más preocupados por su incapacidad para integrar en un estado disfuncional a los movimientos sociales de la pequeña burguesía que amenazados por su papel de grifo de la emigración subsahariana.Las revueltas marroquíes
Primero fue la revuelta de la pequeña burguesía nacionalista de Alhucemas, apoyada abiertamente por la prensa y los servicios españoles, ahogada por pura impotencia política y reprimida sin prisa y muy selectivamente sin mayores incidentes.
Mucho mayor empaque tuvo la huelga de masas en Jerada, un pueblo minero del sureste, junto a la frontera argelina. Si la precarización es extrema y masiva en todo Marruecos, la situación de los mineros y sus pueblos es sencillamente escandalosa. Lo que comenzó como un estallido por la muerte de dos hermanos en un pozo se convirtió en una huelga de masas que duró semanas, auto-organizada en asambleas callejeras que integró a parados, precarios y trabajadores de todos los sectores de la región, elevando su plataforma desde la exigencia de seguridad a los salarios y de estos a la demanda de trabajo para todos.
Cuando la burguesía tiene enfrente a su enemigo histórico lo reconoce. La prensa europea y argelina, que se habían prodigado en titulares y reportajes «de interés humano» sobre el ultrarreaccionario movimiento nacionalista rifeño con su folkror racista y religioso heredado de Abdelkrim, relegó Jerada a las notas breves. El gobierno quedó paralizado, no intentó una represión abierta... y ofreció una plataforma de inversiones y ayudas públicas para abortar la extensión de una huelga que se movía en un terreno de clase mucho más sólido que las vecinas movilizaciones tunecinas.Pero si el proletariado apenas empieza a despertar y ganar una experiencia propia, la pequeña burguesía urbana tiene sus propias cuitas con el Majzen, desde los estudiantes a los gerentes corporativos que no están viendo cumplirse las expectativas de desarrollo abiertas hace ya una década.
El 20 de abril una campaña anónima en facebook bajo el eslogan «déjala que se agríe», llamaba al boicot de tres marcas: la leche Centrale, (91% Danone, 5% del rey), el agua Sidi Ali, del grupo de Miriem Bensalah-Chaqroun, presidenta de la patronal y la cadena de gasolineras Afriquia, del ministro de Agricultura Aziz Ajanuch, valido del rey y segunda fortuna del país después de éste. La iniciativa prendió como la pólvora... y legitimó la conversación sobre los temas que preocupan a la pequeña burguesía marroquí. Cuando el capital francés se sintió dañado, el gobierno hizo un gesto esperando dar por cerrado el incidente... sin éxito. De hecho, el daño real y la inquietud de la Corte del Majzen se hicieron tan obvias que animaron escenas nunca vistas entre la «gente bien» como el abucheo de ministros en presencia del rey. Nada parece poder parar esta verdadera venganza pasivo-agresiva de una clase que cada vez se siente más periférica al poder y más insegura sobre su propio destino. Ni siquiera, el mundo al revés, ver a los ministros manifestándose contra un boicot que está socavando por primera vez a los monopolios cortesanos.
Una situación imperialista cada vez más tensa

Mujeres de las clases altaas saharauis aguardan con banderas del Majzen la llegada del Rey a el Aiun.

El ministro de exteriores marroquí denuncia los lazos entre el Polisario y Hezbollah, apoyados por Argelia e Irán.